SUBASTA DEL AEROPUERTO INTERNACIONAL DE
CARRASCO
SEÑOR FERNANDEZ HUIDOBRO.- Voy a pedir las
disculpas del caso porque para el tratamiento de este tema
debo incursionar, tal vez atrevidamente, en asuntos que no son
de mi especialidad, vinculados a la aeronavegación y a los
aeropuertos. Indudablemente, son temas harto complejos y
difíciles de encarar para un Senador que, como yo, además de
ser relativamente nuevo en esta Casa, le ha costado bastante
trabajo entender. Por lo tanto, por anticipado pido disculpas
por las ignorancias que quedarán de manifiesto y los errores
que pueda cometer, aunque he trabajado con la mejor buena
voluntad para tratar de no cometer muchos.
Señor Presidente: según he podido averiguar,
este es un tema relativamente viejo en el país. Algunos
antiguos documentos de consultoras de alto prestigio
internacional y solvencia en la materia se ocuparon de
recomendar líneas de acción con relación a la modernización y
actualización del Aeropuerto Internacional de Carrasco.
Incluso, podría remontarme a los consejos en materia
estratégica, en el sentido de que había llegado la hora de
mudarlo porque había dado de sí -me refiero a ese estupendo
Aeropuerto desde el punto de vista de la navegación para los
pilotos- lo que podía, teniendo en cuenta el lugar en que
había sido enclavado y la evolución de la población, de la
urbanización, etcétera. Se decía que a esa altura de los
acontecimientos, en cuanto a su carácter estratégico, sus
horas estaban contadas en ese lugar y por tal motivo debía
pensarse en trasladarlo a otro lado. Esta opinión fue
compartida -y supongo que lo sigue siendo hoy en día- nada
menos que por el actual Presidente de la República, quien en
muchos medios de prensa y en varias oportunidades manifestó
que había que sacar de ahí al Aeropuerto y que el destino de
esas 600 hectáreas sería fundamentalmente inmobiliario, junto
con aquellas ocupadas por la Escuela Militar de Aeronáutica.
Entonces, es un tema viejo, pero considero
que estos aspectos no deben perderse de vista en la discusión
que tenemos esta tarde. Muchas opiniones son contestes en el
sentido de que a un relativo mediano plazo el país se tendrá
que plantear el traslado del Aeropuerto. Por lo tanto, en ese
contexto -personalmente estoy de acuerdo con ese punto de
vista- hay que mirar las obras que se proponen hacer. Hasta
donde pude rastrear, sé que consultoras internacionales de
renombre -que nos han costado caro y a las que ya hemos pagado-
elaboraron lo que se denomina -no sé si me equivoco- una
especie de plan maestro de las obras y otras medidas -que no
necesariamente son obras- que tendría que recibir el
Aeropuerto Internacional de Carrasco para adecuarse a los
requisitos contemporáneos, siempre evolucionando a gran
velocidad en materia tecnológica, de seguridad, del tránsito,
de los pasajeros, de la carga, etcétera. Repito que nada de
esto es nuevo, ni se trata de cosas hechas antes de ayer. Tan
es así que, según pude ver en la prensa, bajo el último
gobierno del Partido Nacional, en la Ley de Presupuesto, se
previeron los fondos para realizar esas obras imprescindibles.
Estamos hablando de unos cuantos años y en aquel entonces las
obras eran imprescindibles y urgentes, razón por la cual el
presupuesto reservaba los fondos para emprenderlas con la
premura necesaria. Quiero aclarar que según lo que pude leer,
en ese entonces no pasaba por la imaginación de nadie que esas
obras no las fuera a hacer el Estado. Esto lo iba a hacer el
Estado a través de sus recursos y de los que generaba el
propio Aeropuerto que, como veremos más adelante, son
cuantiosos y suficientes para ello.
El último incidente con relación a este
asunto que nos ocupa fue la licitación que entrara en crisis
en 1999, junto con aquella otra de la terminal de contenedores,
que estuvo preñada de altercados políticos y gravísimas
denuncias en la prensa. A fin de refrescar la memoria, señor
Presidente, recordaré que el país se enteró que la empresa
mexicana, dueña del 50% de la que había calificado en primer
lugar en las dos etapas fundamentales de la licitación, cuando
esa calificación ya era conocida -y por lo tanto se aproximaba
la hora de la adjudicación-, estaba en quiebra a raíz de un
vaciamiento escandaloso en varios países de América Latina,
incluso en México donde se le prohibió presentarse a cualquier
licitación pública.
El Tribunal de Cuentas de la República fue
lapidario y, para muchos -según las publicaciones que leí de
esa época-,un factor determinante de que en enero del año 2000
y convocada por el entonces Diputado Borsari, la Comisión
Permanente resolviera por mayoría, basándose en ese dictamen
del Tribunal de Cuentas y en una serie de denuncias que
también fueran hechas aquí en Sala en materia de implicancias
y connivencias -realizadas fundamentalmente por el entonces
Diputado Edison Sedarri en aquella Comisión Permanente-,
aprobar una declaración dura y tajante para que esa licitación
se suspendiera.
Reitero que en medio de acusaciones
cruzadas con ribetes escandalosos, el Presidente de la
República, a mediados del año 2000, suspendió finalmente la
licitación. Esto no ocurrió sin problemas, porque
descalificada la primera, había dos empresas -una ubicada en
segundo término y la otra en tercer lugar- que tenían un
escaso porcentaje económico de diferencia entre sí.
Ahora bien, de acuerdo con ciertas
normativas en las que no debo ni puedo entrar porque las
desconozco por completo, esas empresas exigían el derecho a
realizar una especie de balotaje entre ambas, lo que
resultaría en la más grande concesión de obra de la historia
del Uruguay, según expresiones del propio Gobierno de aquel
entonces. El Gobierno posterior recién electo, encabezado por
el doctor Jorge Batlle, en una solución no sé si salomónica o
parecida a la que dicen que tomó Salomón, aunque más bien creo
que fue una "pateada del asado", decidió suspender toda la
licitación en acuerdo con los entonces Ministros de Defensa
Nacional y de Transporte y Obras Públicas, y manifestó
públicamente que del comienzo de las obras se iba a encargar
el Estado con los recursos del Aeropuerto, cosa que
efectivamente se hizo. Asimismo, dijo que posteriormente tal
vez se llamara a subasta y que más bien le gustaría utilizar
los fondos de las AFAPs, que tendrían en el Aeropuerto una
formidable colocación por la rentabilidad que este ofrecía y
tiene.
Esas fueron las declaraciones formuladas
cuando se suspendió aquella escandalosa licitación, y creo no
exagerar, ya que si bien no protagonicé los hechos, sí los leí
ahora.
Se produjo una extraña paradoja, señor
Presidente. La empresa que así fue descalificada -como relaté-
también estaba integrada por una empresa nacional con
intereses en el Aeropuerto en menor porcentaje que el 50% de
las acciones que, como ya dije, poseía esta empresa mexicana.
Y bien, la empresa formaba el consorcio llamado MDD, y salió
beneficiada de esta decisión salomónica del Poder Ejecutivo
porque los contratos del Aeropuerto Internacional de Carrasco
para el "free shop", para el estacionamiento de vehículos y
para el manejo o "handling" -no sé cómo llamarlo- de donde se
estacionan los aviones, estaban vencidos y siguen vencidos a
la fecha. Gran parte de los recursos que genera el Aeropuerto
Internacional de Carrasco provienen de allí, de los cánones
que esos contratos vencidos pagaban.
Quiere decir, entonces, que se produjo la
paradoja de que suspendiendo la licitación, la empresa que más
canon pagaba y que por lo tanto también más ganancia obtenía,
quedó hasta hoy explotando sin contrato y sin licitación de
tipo alguno, lo mismo que explotaba desde hace algún tiempo.
Digo esto porque esa misma empresa estaba interesada -según
dice la prensa- en la subasta que hoy nos ocupa, tal vez
formando consorcio con otras o no.
Como se sabe, señor Presidente, quien habla
y otros señores Senadores, en setiembre de 2002 votamos en
contra de los artículos de aquella ley que estaban referidos
al Aeropuerto Internacional de Carrasco y al Aeropuerto de
Santa Bernardina de Durazno por entender -como lo seguimos
entendiendo hoy- que es perfectamente posible llevar adelante
con recursos propios del Aeropuerto Internacional de Carrasco
y con los medios que el país posee, las obras que en forma
imprescindible se deben encarar allí, sin necesidad de licitar
ni subastarlo.
Esos son los motivos principales que,
finalmente, son cuentas sencillas que permitían discernir esa
posibilidad.
La terminal de carga del Aeropuerto, si no
me equivoco, ocupa hoy 6000 metros cuadrados y es explotada
por una empresa privada que tiene el contrato vencido. A este
respecto, podemos decir que no hay grandes novedades, ya que
si bien el Estado controla el Aeropuerto, casi todas las
actividades -por no decir todas- son realizadas por empresas
privadas, como es lógico.
Pues bien, en esta ley de setiembre de
2002, de esa pequeñez de superficie, la terminal de carga pasa
a tener unas 12 hectáreas, pero además en régimen de puerto
libre, en todo igual al régimen que rige las actividades del
Puerto de Montevideo. Quienes son abogados y especialistas en
estas materias podrán explicarlo mejor que yo, pero luego de
haber leído documentación en la Comisión de Transporte y Obras
Públicas y de haber sido asesorado por el señor Ministro
Cáceres y otros, sé que un puerto libre es un régimen legal
que, entre otras cosas -perdonen por la grosería que voy a
decir, pero es como yo lo entiendo-, es como una gran zona
franca, hoy incluso con más ventajas desde que las mercaderías
que allí ingresan en tránsito no pierden el origen MERCOSUR,
como sí ocurre en aquéllas debido a un acta 4 o punto 4 de una
resolución que tomaron en Ouro Preto nuestros países vecinos
en protesta o represalia a nuestra ley de zonas francas, que
bastante diezmadas las dejó en su proyección histórica. La
pérdida de origen MERCOSUR no rige para el régimen de puerto
libre por ahora, al menos mientras Brasil y Argentina no se
enojen y tomen alguna decisión como la que ya se tomó
anteriormente con relación a las zonas francas.
De manera que estamos hablando de 12
hectáreas y de un régimen de puerto libre -que se faculta a
crear y a extender en Santa Bernardina, de Durazno, también
mediante subasta, en el momento en que se entienda oportuno o
conveniente-, a pocos kilómetros del centro y del Puerto de
Montevideo, al lado de la terminal aérea, lo que no deja de
ser, para cualquiera que se dedique a ese tipo de negocios, un
atractivo y suculento bocado de cardenal.
Pues bien, como ya he dicho aquí, en
aquella oportunidad perdimos, y no vengo a proponer, por lo
menos ahora, la derogación de la ley. Pero sabido es que en la
misma se establece que se creará una sociedad anónima, que ya
está creada -se llama Puerto Sur S.A.-, cuyas acciones serán
de la Corporación Nacional para el Desarrollo, y ésta, según
se señala en la ley, podrá subastarlas. Aclaro que no es un
mandato, pues se utiliza el término "podrá". Entonces, una vez
aprobada la ley -cosa que no discuto, pues fue aprobada de
manera correcta-, queda por discutir la oportunidad y el modo
de realización de la subasta.
Como ya hemos dicho en este ámbito, después
de los atentados del 11 de setiembre contra las Torres Gemelas
en Nueva York, es público y notorio que toda la actividad y
toda la industria aeronáutica, fundamentalmente de pasajeros,
pero también de carga, han sido gravemente lesionadas. Y si
bien se esperaba que de aquel golpe esa industria se
recuperaría con relativa prontitud, pasados los años ello no
se dio así respecto de los mismos niveles de trabajo que había
antes y que se esperaba tener en el futuro en el transporte de
pasajeros y en el de carga. De modo que la industria
aeronáutica sigue en crisis.
A su vez, gran parte de la crisis por la
que atraviesa el Aeropuerto Internacional de Carrasco en
cuanto al movimiento, fundamentalmente de pasajeros,
constituye no más que una parte de una crisis planetaria
motivada por los problemas de seguridad en el tránsito aéreo a
partir del atentado contra las Torres Gemelas.
Por otro lado, todos sabemos que hay una
crisis a nivel regional. Cabe recordar que votamos la ley en
cuestión en el mes de setiembre de 2002, cuando la crisis en
Argentina ya era pública y notoria, y la crisis en nuestro
país, obviamente, también. Cabe recordar asimismo que lo que
hoy nos ocupa fue votado en el marco de una norma llamada Ley
de Reactivación Económica. Por lo tanto, aquella expresión de
"podrá subastar" dejaba un margen para algo obvio: encontrar
el momento más oportuno, que no parece ser el que estamos
viviendo o el que se comenzó a vivir cuando empezó a citarse
para la primera subasta, a principios de este año. Porque ni
Argentina ni nosotros habíamos salido de la crisis y tampoco
había podido hacerlo la industria aeronáutica, a nivel
regional o mundial. Entonces dijimos -no era una frase nuestra,
sino que la cosechamos de por allí- que hacer la subasta en
ese momento era como realizar un remate de muebles usados en
Montevideo durante Semana Santa o Semana de Turismo. Era el
peor momento y tal vez, también, el peor lugar, lo cual no
descartaba la posibilidad de esperar una mejor oportunidad, un
momento más propicio para que, desde una visión recaudadora,
se consiguiera más de lo que se quería.
Obviamente, es indiscutible que hay algo
que contribuye a los problemas y a la crisis por los que puede
estar atravesando el Aeropuerto Internacional de Carrasco, y
son sus carencias, por no haber hecho a tiempo las
reparaciones, las modificaciones y las adecuaciones
tecnológicas y de infraestructura, fundamentalmente en lo que
refiere a la extensión de su pista principal. Esto es algo que
ha contribuido también poderosamente a la merma del tránsito.
Por otro lado, señor Presidente, los
números que según se nos comunicaba iban a estar propuestos en
aquella subasta, tanto en materia de precios que pagarían los
usuarios como también a modo de contrapartida lo que el Estado
recibiría por concepto de obras y de canon, dejaban mucho que
desear, ya en aquel entonces. Esto, independientemente del
hecho de que uno pueda opinar que el Aeropuerto puede hacer
las obras con sus propios recursos. Y ya colocados en el
terreno de rematar, también podríamos discutir sobre si las
condiciones de la subasta que se proponían al subastador, al
que fuera a quedarse con las acciones, contenían precios o
tarifas y canon correspondientes a la riqueza que se le iba a
entregar. Para hablar sólo del canon, que estaba establecido
ya en aquella primera oportunidad, debemos decir que es el
mayor de los precios entre U$S 2:500.000 por año o la
multiplicación de U$S 2,30 por cada unidad de trabajo,
entendiéndose por unidad de trabajo a cada pasajero o cada 100
kilos de carga. Téngase en cuenta que, según las últimas
cifras, en momentos de crisis, en el Aeropuerto Internacional
de Carrasco se están moviendo 800.000 pasajeros por año,
cuando en sus mejores momentos, hace unos pocos años, esa
cifra se ubicaba en alrededor de 1:000.000. Sólo el "free
shop" pagó al Estado, en el año 1999, U$S 4:000.000.
Mencionamos esto para que se puedan tener elementos de
comparación.
A continuación, voy a referirme a un
aspecto sobre el cual quisiera recibir una explicación porque
no he podido terminar de entenderlo.
En la licitación a la que me he referido
-la mencioné no sólo para hacer un "racconto" histórico, sino
porque allí también se manejaron cifras-, precisamente porque
era una licitación, el que tenía que proponer las cifras era
el que se presentaba a la misma. Y en esa licitación se
manejaron cifras de U$S 160:000.000, de U$S 180:000.000,
etcétera, de inversión, por parte de las empresas que
calificaron, además de un canon, que ofrecieron ellos para
ganar la licitación, que oscilaba entre un poco más de U$S 10
-por parte de la empresa que ganó y que luego fue
descalificada- y U$S 8,73 -que fue lo que ofreció la tercera-
por unidad de trabajo. Por lo tanto, la oferta de la segunda
empresa se ubicaba entre los U$S 8,73 y los U$S 10 por unidad
de trabajo. En aquel entonces, era el empresario privado el
que, para quedarse con el Aeropuerto Internacional de
Carrasco, debía proponer al Estado una cifra de inversión para
cumplir las obras que tenían que llevarse a cabo y, además, un
canon de contrapartida; las empresas privadas del mundo -eran
consorcios de varias nacionalidades y de capitales naciona-les-
ofrecieron, por unidad de trabajo, como mínima oferta, U$S
8,73 y, como máxima, U$S 10, por lo que podríamos establecer
un promedio de U$S 9. Sin embargo, hoy el Estado dice a esos
mismos empresarios privados -porque muchos de ellos son los
mismos- que, en contrapartida, el precio máximo que tendrán
que pagar -porque, eviden-temente, U$S 2:500.000 constituyen
un mínimo- será de U$S 2,30 por unidad de trabajo. Sé que hubo
una devaluación importante en dólares y que muchos insumos
para las obras se pagan en dólares y otros en moneda nacional.
Pero en ese caso la devaluación corre a favor de mi argumento,
como también el canon más bajo.
Muchos de los precios que se van a cobrar
son en dólares al igual que la mayoría de los precios que se
cobran en el Aeropuerto, incluso la tasa de embarque de los
vuelos nacionales. Teniendo en cuenta esto, hay que ver que en
esta propuesta se ofrecen menos dólares de canon por unidad de
trabajo, como ya dije, que lo que ofrecían por iniciativa
propia los capitalistas privados que querían ganar la
licitación del Aeropuerto Internacional de Carrasco. Se me
podrá decir que aquí también, en la subasta, van a tener que
pagar un derecho de llave de por lo menos U$S 15:000.000. En
la licitación eso no estaba, pero si dividimos esos U$S
15:000.000 en 20 años, agregándolo a los 2.30 por unidad de
trabajo tampoco llegamos a una explicación racional de esa
diferencia tremenda entre lo que las empresas privadas
presentaron en una licitación que se suspendió en el año 2000
y lo que hoy ese mismo Gobierno, el mismo Estado, está
exigiendo como canon a los empresarios privados que se
presenten. Incluso, de acuerdo con el decreto que se dictó
este mes, la situación es peor. Estoy refiriéndome a las
condiciones establecidas a principios de este año, cuando se
suspendió la primera subasta. Podemos decir, entonces, que los
números son dudosos en materia de contrapartida.
(...)
SEÑOR FERNANDEZ HUIDOBRO.- Muchas gracias,
señor Presidente.
Por otra parte, tenemos un grave problema
que ha sido denunciado -conocí esa denuncia personalmente y
por eso más me impactó- por la Cámara de Comercio de la
Aeronáutica que representa a IATA, Organización que a su vez
representa a más del 90% de las líneas aéreas del mundo. A mi
entender, se trata de una patronal o agremiación empresarial
de las más grandes de la Tierra. Supongo que dicha
Organización debe tener una vocación capitalista, por lo que
resulta imposible sospechar algún otro tipo de tendencia. Esa
organización hizo una presentación documentada el 23 de abril,
es decir, el día antes de que se realizara el segundo llamado
a la subasta, que finalmente se suspendió. En dicha
presentación se incluyeron graves advertencias,
fundamentalmente, en cuanto al anonimato de quien pudiera
subastar, anonimato que resulta más peligroso si tenemos en
cuenta la presencia en la región -diríamos en el vecindario-
de verdaderas mafias -no sé si exagero empleando ese término-
o algo parecido, que han irrumpido vandálicamente en la
actividad aeroportuaria de Argentina, incluso habiendo
terminado entre rejas algunos de sus responsables.
- En ese sentido, podemos mencionar
Argentina 2000, que es una empresa que maneja 32 aeropuertos
concesionados por otros gobiernos argentinos y que han
terminado en verdaderos desastres para el país. Esta empresa
no ha cumplido con las obras, no ha pagado lo que debía pagar,
tuvo problemas con la justicia y con la policía y motivó al
actual Presidente de la Argentina, recién electo, a realizar
declaraciones en el sentido de que una de las primeras medidas
de gobierno que iba a adoptar era denunciar esos contratos.
Según la prensa, esa empresa era una de las más interesadas en
subastar el Aeropuerto Internacional de Carrasco. Este
Aeropuerto, de alguna manera, es competidor de alguno de esos
32 aeropuertos. Por tal razón, por un lado podríamos quedar en
manos de la competencia más directa y, por otro, en manos de
unos privados de ralea muy sospechosa; más que sospechosa,
podríamos decir, convicta y confesa. Aclaro que ese no es el
único caso y que estoy basándome en un documento -que no voy a
leer para no cansar a los señores Senadores- emanado de una
cámara empresarial que es la Cámara de Comercio de la
Aeronáutica, que trae la posición de IATA, etcétera. Esta
clase de cámaras empresariales son químicamente puras desde el
punto de vista capitalista y aseguran que en esta subasta se
corren grandes riesgos, tanto por parte del Estado como de las
empresas privadas. Este es un caso de privatización -ya sé que
me van a decir que no se trata de una privatización, sino de
una concesión- en el que extrañamente están unidos los obreros
y los patrones de las empresas privadas que trabajan ahí.
Asimismo, los empleados del Estado también coinciden en que
esta iniciativa es un error garrafal. Sin duda, este es el
único caso en el que patrones y obreros se manifiestan unidos
y adelante. Incluso, así lo han hecho cuando nos visitaron
aquí en el Senado y se dirigieron a la opinión pública con
presentaciones y documentos, iniciativa a la que también se
sumaron las cámaras turísticas. Todo esto ocurre porque
estamos hablando de un Aeropuerto de la envergadura del de
Carrasco, que es un monopolio natural. En lo personal he
aprendido, estudiando en algunos manuales de neoliberalismo
muy bien hechos, como por ejemplo el del doctor Ramón Díaz,
que se puede privatizar todo menos los monopolios naturales,
porque entregarle a un privado un monopolio natural es peor
que ese monopolio se encuentre en manos del Estado. Más aún;
ese monopolio debe estar en manos del Estado, porque este es
el único que puede actuar como árbitro imparcial y ofrece más
garantías de imparcialidad ante la competencia que puede darse
dentro de esa especie de cancha, que es el Aeropuerto. En
definitiva, una terminal aérea no es más que una especie de
cancha grande con pistas, con medidas de seguridad, con ayudas
para la navegación aérea, con comodidades para los pasajeros,
donde la actividad privada es la que juega el partido. Ahora
bien, si Peñarol es el dueño de la cancha, el juez, el dueño
de los "lineman" y el dueño de los reglamentos, Nacional va a
tener muy pocas garantías para jugar.
Como ya he dicho, esta no es la única
experiencia y eso resulta evidente en el documento de las
empresas de navegación aérea que he mencionado, que sin duda
están integradas por gente pesada desde el punto de vista
capitalista. Otra vez me toca defender el capitalismo y la
libre competencia; francamente, esto ya se está produciendo
muy a menudo. Como decía, dichas empresas nos cuentan otras
experiencias además de la de Argentina -y lo hacen en forma
sumamente detallada- acerca de concesiones de esta naturaleza.
Precisamente, en el caso de Argentina, el concesionario que
maneja por 30 años los 32 aeropuertos se comprometió a pagar
un canon anual de U$S 172:000.000; sin embargo, hasta la fecha
sólo ha pagado U$S 97:000.000. Perú tuvo la misma experiencia
totalmente desastrosa; Costa Rica también vivió la misma
experiencia en la que estamos a punto de incursionar y, en ese
sentido, en el documento que mencioné se relata lo ocurrido
con lujo de detalles, en especial, lo relativo al incremento
fabuloso de las tarifas de todo tipo. En Honduras sucedió lo
mismo y en Chile ocurrió algo parecido, aunque los resultados
no fueron tan desastrosos si los comparamos con los de los
otros casos. Asimismo, en México la experiencia también fue
desastrosa. Además, son recientes; entraron de moda hace poco,
y en todas ellas se han ido cosechando desastres. Todos los
Gobiernos de esos países están viendo cómo hacen para volver
para atrás. Esto está en la presentación, repito, de esa
imponente gremial empresarial de acá y del mundo.
Se me podrá argumentar sobre los riesgos
inherentes a una concesión de obra, en especial cuando para
levantar el Aeropuerto ellas son tan urgentes, lo que no es un
problema del Aeropuerto ni de los que se dedican a eso, sino
del país, porque resulta obvio -no creo tener que explicarlo-
la importancia que tiene para el país en carga, en pasajeros y
en turismo. Entonces, hay que asumir algún riesgo y alguna
cosa puede pasar; en el régimen y en el sistema capitalista un
empresario se caracteriza por asumir incertidumbres y riesgos.
Pero me parece que en un punto tan delicado de la vida del
país -y que además es un monopolio natural, repito- no podemos
asumir un riesgo tan grande. Aclaro una vez más que me estoy
refiriendo a las condiciones y al momento elegido para la
subasta, y no a la ley que se aprobó el año pasado, porque
podía haberse inventado otro modo de subasta y otro momento.
Ha habido dos suspensiones de la subasta, y la tercera, que se
hizo efectiva a pesar de que nosotros planteamos el día antes
en este Senado enviar una minuta de comunicación al Poder
Ejecutivo para que la suspendiera, fue declarada desierta.
En lugar de revisar el camino elegido, se
ha sacado un nuevo decreto, que he tratado de estudiar lo
mejor posible. Tiene fecha 4 de agosto y rebaja condiciones
que ya eran, a nuestro juicio, pésimas para el Estado. Incluso,
se llega al colmo de -es nuestro punto de vista- persistir por
este camino que es intolerable para nosotros. Quiero ser
tolerante, pero esto parece ser lisa y llanamente un suicidio
o ir derecho a un desastre para la economía del país. Se suben
tarifas, se baja el canon o las condiciones de pago, se
enlentece el cronograma de obras y se dan facilidades para el
pago de los famosos U$S 15:000.000 y para la constitución de
garantías, que se rebajan y se dilatan en el tiempo. Ade-más,
se exige menos patrimonio y se dan más facilidades para el
famoso operador aeroportuario que hay que contratar. Por
ejemplo, antes había que pagar los U$S 15:000.000 "taca taca":
el 20% en el acto y el 80% a los 15 días, es decir que era un
contado rabioso. Ahora se puede pagar el 20% en el acto, el
10% en el momento de la toma de posesión -que es cuando se han
cumplimentado una serie de trámites, etcétera- y el 70% se
financia a un año. El Aeropuerto, en baja hoy, de acuerdo con
las cifras que tengo, recauda U$S 26:000.000 por año.
Supongamos que el que subaste se quede con U$S 20:000.000 -porque
U$S 6:000.000 van a ir para las dependencias del Estado que
actúan en el área de la navegación y el control aéreo, que van
a tener que seguir funcionando allí-, entonces los U$S
15:000.000 los paga con la recaudación, sin hablar de que a lo
mejor puede pedir o hacer algo para conseguir fondos de las
AFAPs o de algún banco. La idea de la que hablaba el
Presidente Batlle allá por el año 2000 no deja de ser
interesante: hacemos sociedades anónimas que giran bajo la
órbita del Derecho Privado y luego les pedimos a las AFAPs que
inviertan en esas obras públicas. Pero vino el Fondo Monetario
Internacional -que vino muchas veces el año pasado y volvió
este año a reprogramar la deuda- y dijo, según me comentaron
calificadas autoridades del Ministerio de Economía y Finanzas,
que entendería eso como deuda pública, que está topeada. Por
lo tanto, para llevar adelante esa idea, no hay más remedio
que crear una empresa del Estado que gire bajo la órbita
privada y subastar las acciones a una empresa privada, que en
ese caso sí va a poder pedir, mediante la ley de fideicomiso
que pronto se va a aprobar, el préstamo a las AFAPs, no sólo
para pagar los U$S 15:000.000 de llave, sino para hacer todas
las obras. Lo que hay que pagar "taca taca", de acuerdo con
este decreto, son U$S 3:000.000 el día de la subasta. Decía un
poco en broma que si hacemos una "vaquita" y todos los
Senadores vamos al Banco de la República, podemos tener
aeropuerto; no sé qué haríamos con él después, pero nos
quedamos con el Aeropuerto. Después negociamos ese papel que
tenemos con capitales privados que anden por ahí y salimos a
pedir préstamos. Es un excelentísimo regalo, porque ya no se
puede hablar de negocio; esto es un verdadero obsequio, un
verdadero regalo, máxime si tenemos en cuenta las cifras que
maneja hoy el Aeropuerto y que más adelante vamos a dar.
En este sentido, quisiera dejar formulada
una pregunta al señor Ministro y sus asesores. ¿Hoy el Estado,
entendiendo por tal las organizaciones que se mueven allí,
como la DINACIA, puede encarar con sus propios recursos el
cronograma racional de obras que deben realizarse? No estoy
hablando de una torre de ANTEL o de un gigantesco aeropuerto,
preciosísimo e innecesario hoy para este país, según dicen
también, dada la crisis de la industria aeronáutica, ya no de
la región sino a nivel mundial. Naturalmente que para hacer un
Orly en el Uruguay no hay fondos en el Estado; no hay más
remedio que llamar a la empresa privada. Pero sí es posible
encarar un cronograma de obras racional, con los U$S
10:000.000 que pueden sobrar -después voy a decir por qué-
anualmente de la recaudación que hoy, en crisis, tiene el
Aeropuerto Internacional de Carrasco. Además, los técnicos nos
dicen que es imposible invertir en obras más de U$S
10:000.000, aunque estuviera la plata en el bolsillo del
inversor, porque técnicamente no hay espacio físico para
invertir más. Quisiera dejar esta pregunta planteada, para que
después se me responda si estamos en condiciones de encarar ya
las obras de alargue de la pista principal del Aeropuerto, que
es la más urgente, a mi juicio.
En el artículo 3º del decreto se modifica,
como ya dije, el modo de pago del precio que se logre en la
subasta. En el artículo 5º se cambian las garantías de la
realización de las inversiones, que antes eran de U$S
5:000.000 a constituir 15 días después de la subasta; ahora
pasan a ser de U$S 1:5000.000 al iniciar las obras y de U$S
2:000.000 a los 37 meses, por no decir dentro de tres años.
Vaya rebaja que se otorga. En el artículo 8º la garantía de
cumplimiento de contrato, que antes era de U$S 7:500.000, se
baja a U$S 6:000.000.
El artículo 10 se refiere al capital
operativo del operador aeroportuario que hay que contratar. En
general, lo que va a suceder es que va a venir alguien que
sólo pone la firma y va a mandar a un ingeniero desde Chicago
o desde cualquier lado. Además, en este país sobran hombres y
mujeres, civiles o militares, capaces de superar al mejor
operador aeroportuario del que se quiera hablar, capacitados -si
se les da la posibilidad- de operar muy bien este aeropuerto,
en especial si no se les quita el dinero que el Aeropuerto
genera y se reinvierte allí mismo. También existen en este
país empresarios privados muy interesados en que no suceda lo
mismo que con el Aeropuerto de Laguna del Sauce, que creo que
un Peirano nos devolvió las acciones hace muy poco. Habría que
preguntar a los operadores turísticos de Punta del Este cuál
fue su experiencia con la privatización o concesión del
Aeropuerto de la Laguna del Sauce, si están conformes y qué
consecuencias puede tener para ellos que esto esté en manos de
gente ajena a los intereses del país, de una ralea que ya es
conocida y difundida en la región. Incluso, nos avisan que
tengamos cuidado, que esta gente está suelta, y estoy seguro
que esto es así. Creo que si la subasta se llega a hacer y se
confirman esos rumores que andan por ahí, sería el colmo de
los colmos.
Antes el capital operativo del famoso
operador aeroportuario debía ser de U$S 100:000.000 de
patrimonio neto y ahora pasa a ser de U$S 50:000.000,
entendiendo por patrimonio la suma de patrimonio y deudas
financieras a corto y a largo plazo. No entiendo muy bien esto,
pero sé que es una formidable rebaja y tiene aspectos que
debería estudiar un economista o un contador. Creo que también
permite -no sé si antes lo permitía- que se asocien varias
empresas y que, por tanto, se trate de la sumatoria de los
distintos patrimonios, esas cosas de la contabilidad de las
empresas.
El famoso canon del que ya hablamos estaba
fijado en la suma mayor entre U$S 2:500.000 por año y la
multiplicación de U$S 2,30 por unidad de trabajo -lo que ya
era bajísimo-reajustables de acuerdo a una paramétrica. Sin
embargo, ahora se baja más pasando a ser U$S 2:500.000 o U$S
2,30 por unidad de trabajo por las primeras 30.000 toneladas
de carga, por las siguientes 10.000 va a ser de U$S 1,725 y de
40.000 toneladas para adelante -la terminal de carga tendrá 12
hectáreas-, U$S 1,15. Repito que sólo el "free shop", cuando
el Aeropuerto funcionaba normalmente, pagaba U$S 4:000.000 de
canon. Si eso es lo que pagaba de canon, ¿cuánto sería lo que
facturaba y ganaba? Además, hay que tener en cuenta que
también tiene acciones en PLUNA y está interesado en
participar en la subasta. Seguramente, esta empresa no está
perdiendo dinero en el Aeropuerto.
En el artículo 12 se extiende el plazo ya
que antes lo concesionaba por veinte años y ahora se hace por
veinte con opción a diez más, siempre y cuando se cumplan
ciertas condiciones como la de avisar en el año dieciocho que
tienen interés en quedarse diez años más y presentar un plan
de obras aprobado por el Poder Ejecutivo. Es decir que en este
último decreto quedó abierta la puerta para los treinta años.
Por otra parte, hay un enlentecimiento del
cronograma de obras, lo que permitiría que perfectamente lo
hiciera el Estado. Como han dicho los señores asesores del
Ministro de Defensa en las Comisiones correspondientes, esto
se hace para no dejar tanto en rojo al inversor durante el
cronograma de obras. Eso se establece en los artículos 14, 15
y 16.
Posteriormente se hace referencia a los
precios por los servicios de embarque. Antes se fijaban las
tarifas sin decir a partir de cuándo regían, pero sí se fijaba
una tarifa de dos dólares para los vuelos nacionales que
comenzaba a pagarse a partir de la habilitación de la nueva
terminal. Ahora eso empieza a pagarse en el inicio de las
obras de puesta a punto en la actual terminal, como en los
peajes de la Megaconcesión. Realmente, la concesión del
Aeropuerto, que era el récord nacional en 1999, ha sido
superada por la "Megaconcesión". La del Aeropuerto es hoy la
vicecampeona nacional de concesión de obra pública.
Se me puede decir que es muy fácil criticar
y preguntarme qué propongo. Reitero que la ley dice que la
Corporación podrá subastar sus acciones, pero no está obligada.
A su vez, como he venido diciendo un tanto desordenadamente a
lo largo de esta exposición, estoy absolutamente seguro de
esto, al igual que también lo están los tres gremios de
trabajadores del Aeropuerto y otros operadores privados.
Además, quisiera saber cuál es la opinión de la DINACIA que,
con los recursos que el Aeropuerto Internacional de Carrasco
produce actualmente, en crisis -sin dejar de hacer las
transferencias al Estado que está obligado por ley ni de
cumplir con los gastos de funcionamiento, de sueldos y de
reinversiones para actualizar la tecnología-, perfectamente
puede hacer estas obras. Obviamente, también creo que el
Ministerio de Transporte y Obras Públicas, sin necesidad de
llamar a ninguna concesión, si se le da el dinero, puede hacer
las obras ya que no se precisa que venga ningún genio.
Entonces, considero que la propuesta debe ser muy sencilla: el
Estado se queda con el control de las acciones y del
Aeropuerto Internacional de Carrasco y llama a subasta pero no
por un "free shop", sino por todos los que se quieran instalar.
Es decir que sería capitalismo de verdad, de libre competencia.
También hay que llamar a varias empresas a subasta por el
"parking" de vehículos y con distintas categorías. Además, se
permitiría a empresarios privados operar en régimen de puerto
libre en la nueva terminal de carga pagando como corresponde.
Incluso, si es necesario para las obras, puede plantearse que
paguen por adelantado el canon correspondiente, como sucede
hoy, sólo que con contratos vencidos. Nadie puede pensar que
el Estado deba hacerse cargo de restaurantes, quioscos de
revistas, estacionamiento de vehículos, "free shop" y
operación comercial y empresarial dentro de la terminal de
car-gas. Esto es propio de los privados, al igual que lo es -aun-que
también de algunas empresas estatales- la navegación aérea y
el transporte de carga. Todas estas cosas en conjunto -como
tarifas, precios y cánones- son las que forman esa formidable
recaudación casi similar a la de la Intendencia Municipal de
Canelones. No se está subastando cualquier cosa y además estas
cifras son sólo por tarifas, por cánones. Imagínense cuál será
el movimiento de capitales que está representado en estos
pagos que recibe el Estado, si esto es lo que se paga por
canon y tarifas. En el año 2002, según los datos de la DINACIA,
se recaudó U$S 26:434.000 de los cuales en sueldos se fueron
U$S 5:286.000; en funcionamiento U$S 3:965.000; en
transferencias U$S 3:965.000 y en inversiones U$S 1:323.000,
con lo que se podría disponer perfectamente con más de U$S
10:000.000 al año para la realización de estas obras. ¿Adónde
va esto? Bueno; a Rentas Generales, a las necesidades del
erario público. Tal vez me puedan decir que ahora no van a ir
a Rentas Generales, pero quiero aclarar que tampoco van a ir
con subasta. Con esto se va a quedar el que subaste y nos va a
pagar sólo el canon al que hicimos referencia. También lo
pierde el Estado, el Ministerio de Economía y Finanzas y la
Tesorería General de la Nación.
Entonces, existe la propuesta de que se
haga un plan de obras adecuado a la realidad de la industria
aeronáutica actual mundial, a la necesidad y en la perspectiva
de que estratégicamente hay que irse de ahí un día. Pienso que
allí no se puede ni se debe hacer la Torre de ANTEL, entre
otras cosas, porque va a quedar desubicada como la otra, y no
quiero decir como chupete en qué lugar, porque los señores
Senadores pueden imaginárselo. No se precisa contratar
operador, lo podemos operar nosotros. Se puede crear una
empresa paraestatal o semiestatal que gire bajo la órbita del
Derecho Privado porque ya está creada, y una Comisión de
Administración, una Directiva donde esté la Fuerza Aérea
representada, los Ministerios y también los operadores
privados, los más interesados en la operativa del aeropuerto,
y los trabajadores. Por supuesto que se podrían hacer todas
las cosas que probablemente haga el privado que mañana subaste,
por ejemplo, hotelería y atracciones de otro tipo incluidas en
esos parques.
ue corresponde hacer un análisis de .alguna
de estas disposicionesMe parecía, señor Presidente, que era
oportuno, no digo ilustrar al Senado -porque sería algo
peyorativo- sino modestamente informar cuál es la competencia,
la responsabilidad específica que le puede caber al Ministerio,
que no lo inhibe de asumir esas obligaciones que emanan de un
respeto y un cariño muy fuerte por el Parlamento. Más de una
vez, en tanto pedíamos que el Poder Ejecutivo atendiera
debidamente los reclamos que desde el Parlamento se hacían,
demostramos buena voluntad y acudimos a este llamado aunque
podríamos habernos amparado en este fundamento, que se
compartirá o no -le pido al Senado que lo reconozca como serio-
en el sentido de que el negocio está planteado en términos muy
claros y que no está entre las competencias del Ministerio de
Defensa Nacional. Este Ministro, junto con el de Economía y
Finanzas y el de Transporte y Obras Públicas, ha firmado los
decretos que han tenido que ser dictados en la órbita del
Poder Ejecutivo y, a partir de la firma de esos decretos, este
Ministro asume su responsabilidad. Es más, si se llegara a
entender que de estas actuaciones surge una consecuencia
política, la forma de vínculo de la Corporación Nacional para
el Desarrollo con el Parlamento no es el Ministerio de Defensa
Nacional, sino el de Economía y Finanzas. Por lo tanto, si en
algún momento hay interés en algún tipo de responsabilidad
política con respecto a la Corporación Nacional para el
Desarrollo, es el Ministerio de Economía y Finanzas quien
debería informar al Parlamento, y seguramente lo haría con una
gran autoridad.
Este Ministro, entonces, así como todo su
equipo, manifiesta su mejor buena voluntad y permanecerá aquí
en esta sesión todo el tiempo que sea necesario para poder
aportar aquellas informaciones que sean convenientes. En
función de este razonamiento, hemos organizado el trabajo para
informar al Senado. En consecuencia, voy a pedir al señor
Presidente de la Corporación Nacional para el Desarrollo que
haga la fundamentación de la última norma dictada en lo que
tiene que ver con la preocupación sustancial que el Senado ha
tenido.
SEÑOR FERNANDEZ HUIDOBRO.- No quise
interrumpir antes al señor Ministro para que pudiera terminar
parte de la exposición que ha hecho sobre las opiniones que
tiene con respecto a las jurisdicciones. Justamente, quería
preguntarle algo relativo a lo que acaba de decir. Como tengo
en mi Banca los Decretos firmados por el señor Presidente de
la República y no por la Corporación Nacional para el
Desarrollo, en los que se fijan las fechas de las distintas
subastas y hasta los detalles minuciosos de los cánones y las
condiciones que se modifican, me parecía que era evidente, tal
vez en mi crasa ignorancia sobre estos asuntos, la
responsabilidad del Poder Ejecutivo y del señor Ministro de
Defensa Nacional. Precisamente, esta Bancada lo convocó a esta
sesión en régimen de Comisión General, teniendo en cuenta que
en los Decretos que reglamentan la ley y que han venido
reglamentando la subasta -fijando fechas, etcétera- nunca
apareció la Corporación Nacional para el Desarrollo tomando
estas decisiones; a lo sumo, las propagandeó.
Quería aclarar -y a esto también se refirió
el señor Ministro- que hay un decreto que modificó el destino
de los fondos de la subasta, que originalmente eran para
cubrir fondos sociales y que ahora se verterán para cubrir,
por lo menos en parte, compromisos de la Corporación Nacional
para el Desarrollo con la llamada Megaconcesión. Quería dejar
constancia en la versión taquigráfica de ese cambio importante
que hubo en decretos anteriores.
He solicitado una interrupción al señor
Ministro para hacer esa aclaración y para explicar que a
nosotros nos pareció que era el señor Ministro de Defensa
Nacional quien debía asistir, como cofirmante de los decretos
que estamos discutiendo, en especial este último que a nuestro
juicio ha modificado en modo sustantivo la subasta, que ya de
por sí antes era altamente preocupante, como para ameritar
estas inquietudes y posibles decisiones que quiera tomar luego
el Senado -cuando lo considere oportuno y si es que así lo
desea- referidas al tema del Aeropuerto Internacional de
Carrasco.
(...)
SEÑOR FERNANDEZ HUIDOBRO.- Ante la duda
planteada por el contador Bonsignore en cuanto a si yo era
partidario de la subasta, debo decir que voté en contra de
estos artículos de la ley, de modo que ya adelanté mi visión
contraria a este proceso. En tal sentido, soy contrario a esta
subasta, tal como está concebida. Sin embargo, no me niego a
que el Estado subaste partes en una o en varias subastas, tal
como se hizo a través de la vía de la licitación con distintos
free shops, con Candysur, etcétera.
Por otro lado, quiero señalar que de las
cuentas que manejo no resultan U$S 4:000.000 disponibles
anualmente para estas obras por parte de la DINACIA, sino que
mis asesores me han informado que esta suma puede rondar entre
los U$S 8:000.000 y los U$S 10:000.000, en períodos de baja.
Además, técnicamente es imposible verter más de U$S 10:000.000
por año por razones de carácter físico y de espacio.
Nada más.
(...)
SEÑOR FERNANDEZ HUIDOBRO.- Prometo que seré
breve.
Como seguramente el señor Ministro va a
pedir al señor Bonelli que dé las explicaciones que entienda
del caso, quiero reiterar algo. Creo que el meollo de mi
preocupación fue consultado al preguntarse si la DINACIA, con
sus propios recursos, no puede, junto con la Corporación
Nacional para el Desarrollo, hacer exactamente el mismo
cronograma de obras, tal vez más racionalizado desde el punto
de vista de las necesidades actuales, en igual tiempo y
después de la rebaja planteada. Esto es lo que yo pensaba el
año pasado cuando se realizó el primer llamado a subasta -cabe
recordar que hubo dos suspensiones y una fue declarada
desierta- pero ahora, con esta rebaja, creo que está más a
tiro que antes la posibilidad de que lo haga el Estado. En el
dialogado que se produjo entre el señor Senador Garat y el
señor Ministro, este último dijo que quería escuchar alguna
propuesta. Deseo señalar que, al final de mi alocución,
formulé un planteo, apremiado por la carencia de tiempo, en el
sentido de que el Estado siga haciéndose cargo a través de la
sociedad anónima que ahora puede funcionar en el ámbito del
Derecho Privado. Esto significa que el Estado encare las obras
con los recursos propios emanados del Aeropuerto Internacional
de Carrasco, que genere un órgano de Dirección en el que
participen los principales operadores, así como los organismos
del Estado interesados en esto -tales como los Ministerios de
Transporte y Obras Públicas, de Defensa Nacional, etcétera-
luego, que llame a subasta para conseguir dinero, tal vez por
adelantado, por partes, y a cargo de los distintos
intervinientes de la actividad privada que deben jugar en esa
cancha. No puedo extenderme más en estos detalles, pero aclaro
que tengo una propuesta alternativa escrita. En el último
decreto hubo un cambio sustantivo. Si ya antes pensábamos que
el Estado podía hacerse cargo, con esta modificación lo
creemos aún más ya que, así como favorece al inversor, también
beneficia al Estado si quisiera hacerlo en estas mismas
condiciones. Inclusive, hay gastos en los que no debería
incurrir el Estado como, por ejemplo, el de contratar a un
operador o el de poner garantías y avales.
(...)
SEÑOR FERNANDEZ HUIDOBRO.- Hace unos
minutos el señor Bonsignore decía, en nombre de la Corporación
Nacional para el Desarrollo, que se podía pero que demoraría
más. Ahora, el señor Bonelli nos dice que sí, que la Fuerza
Aérea, por intermedio de la DINACIA, podría hacerlo.
Prácticamente, tendría respondida una gran parte de la
pregunta que hice, pero me faltaría saber si con los recursos
que actualmente recauda el Aeropuerto Internacional de
Carrasco se puede pensar que en tiempo razonable se lleven a
cabo las obras más importantes e imprescindible para su
operatividad, de acuerdo a lo que se propone.
(...)
SEÑOR FERNANDEZ HUIDOBRO.- El señor
Bonsignore cita datos aportados por el señor Filipi y quien
habla tiene varios acumulados durante varios años.
Concretamente tengo este último de la Asociación de
Funcionarios de la Aeronáutica Civil, de la cual es dirigente
principal el señor Filipi, quien incluso creo que está en la
Barra. En la pro-puesta se toma como base la recaudación del
año pasado de $ 26:434.000, destinando a sueldos $ 5:286.000;
a funcionamiento, $ 3:905.000; a transferencias al Estado,
reglamentadas por la Ley -Meteorología, Organización de la
Prensa del Interior, Ministerio de Turismo, etcétera- $
3:905.000; y a inversiones -o sea adecuar lo que ya se tiene a
las novedades tecnológicas y al mantenimiento- $ 1:323.000,
con lo que quedaría para obras en el Aeropuerto Internacional
de Carrasco $ 11:895.000. En otro cálculo también se hablaba
de una cifra aproximada. Supongamos que fueran $ 8:000.000
nada más. El señor Bonsignore dice que el total de la
inversión, de acuerdo a las nuevas decisiones tomadas, va a
oscilar entre los U$S 65:000.000 y U$S 70:000.000 en ocho años,
empezando por las cosas más urgentes como sería el
alargamiento de la pista, que según tengo entendido, sale
aproximadamente U$S 18:000.000. Esa sería la inversión, que se
podría estar terminando con estas cifras en forma bastante
rápida. Tengo también discriminados los otros costos, por
ejemplo, U$S 22:000.000 costaría la terminal aérea completa,
U$S 7:000.000 la terminal de cargas, entre otras, con el
agregado de que ya se ha hecho la pista secundaria a nuevo, la
torre de control y se ha ampliado también la playa de
estacionamiento de los aviones -no sé cuál es su nombre
técnico- para habilitar nuevos lugares. Todas estas obras se
realizaron con el dinero del Estado, en poco tiempo, desde el
que el señor Presidente tomó la decisión, cuando se suspendió
la licitación. Están a estrenar y se le va a otorgar
gratuitamente el usufructo de esta joya que fue construida por
este país sin la necesidad de inversores y con fondos propios.
Creo que el fondo de la cuestión no es
tanto discutir si la subasta es o no un buen mecanismo, o si
puede haber oscuridad o claridad. Pienso que el tema pasa por
una cuestión de matemática, de restar y sumar, ni siquiera
multiplicar o dividir.
(...)
SEÑOR FERNANDEZ HUIDOBRO.- Señor Presidente:
dejo constancia de que no conocía las cifras proyectadas para
el año 2003 que acaba de mencionar el señor Bonelli. Sé que en
el 2002 las cifras fueron de U$S 26:400.000; en el 2001
ascendieron a U$S 28:000.000; en el 2000, a U$S 32:100.000; en
1999, a U$S 31:900.000; y en 1998, a U$S 32:600.000. En mi
exposición dije que este era un momento de baja en la
actividad aeroportuaria de nuestro país debido
fundamentalmente a tres motivos: por un lado, la crisis que
atraviesa la industria aeronáutica, que todo el mundo espera
que se reponga; la crisis regional, no sólo nacional sino
también argentina; y el atraso en las obras del Aeropuerto
Internacional de Carrasco.
(...)
SEÑOR FERNANDEZ HUIDOBRO.- Manifesté al
inicio de mi exposición que había cosas que no tenía claras en
cuanto al valor del canon comparado con el que habían ofertado
en la licitación a la que se acaba de referir el ingeniero
Medina. Quiere decir, entonces, que voy teniendo un principio
de explicación: los licitantes en aquel entonces lo hacían en
función de un Aeropuerto que estaba moviendo una determinada
cantidad -tal vez récord hasta hoy- de pasajeros. Pero lo que
no me queda claro de la explicación que acabo de escuchar es
que si las obras eran prácticamente las mismas, por qué
ofrecían invertir tanto y por qué hoy para las mismas obras se
necesita menos dinero. Si las obras son las mismas, la pista
que hay que alargar es la misma, si se alarga el mismo tramo y
existen los mismos requisitos técnicos, etcétera, ¿por qué
hace unos años el licitante ofrecía muchísima más inversión
para hacer esta obra que la que hoy se juzga necesaria para
llevarla adelante?
Pero además de eso a lo que no encuentro
explicación, el canon que ofrecía pagar por una cantidad mayor
de pasajeros era muy superior al que se ofrece pagar hoy por
una cantidad menor. Por tanto, este problema tampoco me cierra
adecuadamente. Si tenía más gastos, más pasajeros y más carga,
¿cómo es que ofrecía un canon superior al que se ofrece hoy
con menos gastos y menos pasajeros?
Por último, supongo que las cifras que ha
dado el ingeniero Medina se refieren a la empresa que ganó,
que resultó ser una sociedad anónima, que hizo casi un intento
de estafa al Estado, porque nos presentó como estado
financiero de la empresa mexicana TRIBASA, el último de cuando
ésta andaba bien. Tuvo la desgracia de que antes de que se le
otorgara, con esas formidables ofertas que hizo -y que
evidentemente no las pensaba cumplir, porque estaba fundida-,
se le pidiera que presentara sus últimos balances que
mostraban una empresa fundida que nos estaba ofreciendo el oro
y el moro, que tenía prohibido presentarse a licitaciones en
su propio país, México, y que estaba vendiendo de apuro todas
las concesiones que había logrado en varios países del mundo
para ver si podía salir de la quiebra en la que estaba. El
consorcio MVD compuesto por algunas empresas nacionales, que
hoy también se presentan, y estos señores que tenían el 50% de
las acciones de ese consorcio, estos inversores extranjeros,
estaban intentando hacernos una estafa. Por eso hubo que
suspender, no esa adjudicación, sino toda la licitación.
Entonces, a mí no me cierra que esa empresa
nos haya ofrecido el oro y el moro -vengo de una Comisión
Investigadora en donde también algunos socios nos ofrecían el
oro y el moro, y así quedamos en Argentina-, como también en
el 2000 lo ofrecieron en Argentina y, también, de acuerdo con
lo que dice la Cámara de Aeronáutica, ofrecieron el oro y el
moro en Costa Rica, en México, en Perú y en todos los lugares
incumplieron, porque una vez que se apoderaron de la
licitación o de la subasta, el Estado tendría que discutir con
ellos si pagarían el canon, si harían las obras o si
invertirían el dinero pactado. Seguramente, después vendrían a
argumentar que la ecuación económica no les cerraba en ese
momento, aunque sí en el de la licitación le arrancaban la
cabeza a todos proponiendo estas siderales sumas que, repito,
explican una parte del asunto, pero no me terminan de explicar
todo. Por ejemplo, por qué si aquellas obras eran las mismas
que ahora, antes se precisaba tanta planta -capaz era mentira-
y menos hoy, por qué pagaban más canon con más pasajeros y más
inversión, o cómo pensaban que iba a ser su tasa de retorno si
pagaban más canon y hoy a los inversores se les pide que
vengan a subastar menos canon que en aquel entonces.
(...)
SEÑOR FERNANDEZ HUIDOBRO.- No manejo los
reglamentos, pero aparentemente no se puede tomar ninguna
decisión, si bien hemos presentado una moción. Incluso,
tenemos otro problema en tanto el Senado mañana también se
reunirá en régimen de Comisión General para recibir al señor
Ministro de Industria, Energía y Minería. Luego de eso ya
vendrá la fecha de la subasta, la que se llevará a cabo salvo
que el Cuerpo se reúna en forma extraordinaria para tomar
decisión sobre este tema, la que sea; por ejemplo, enviar una
minuta de comunicación al Poder Ejecutivo.
De todos modos, un alto número de Senadores
-no quiero decir cuántos, aunque creo que son la mayoría- se
ha expresado en la línea de suspender la subasta a fin de
tener más tiempo para estudiar el asunto. Pero como no se
puede votar, simplemente quería dejar esa constancia.