Oposición y
gobierno
El gobierno ha alcanzado un éxito
rotundo cuando definió a la crisis como la variable de ajuste de la economía uruguaya...
Pues se propuso variar los niveles de vida, rebajándolos, como forma de encontrar costos
más adecuados para competir con la producción de los países vecinos, y sumergió a los
uruguayos en una crisis nunca antes vista. Una crisis que, basada en el aumento del
desempleo, la rebaja salarial y la disminución de la inversión productiva, no logró el
objetivo de mejorar la competitividad con el exterior y, en cambio, terminó de
desestructurar el aparato productivo y sumir a los trabajadores en el desempleo, el
subempleo o el trabajo informal, reñidos con cualquier forma de reactivación económica.
Ese escenario, el
de la crisis y el desempleo, la recesión y la destrucción del aparato productivo, el
endeudamiento en dólares y la devaluación largamente negada, fue el que precedió a la interpelación del
ministro de Economía Alberto Bensión.
A la interpelación
se llegó con la resolución, claramente expresada por el EP-FA, de alcanzar la censura
del ministro y tratar de obligar a su relevo por parte del
presidente Jorge Batlle, y la decisión mayoritaria del Partido
Nacional de respaldar en Sala al ministro Bensión, pero negociando por fuera de la
interpelación su renuncia y su
sustitución.
Al final de la
interpelación se votaron tres mociones: la del EP-FA, de declarar absolutamente negativas
las aclaraciones del ministro y, por lo tanto, censurarlo en el marco del artículo 147 de
la Constitución: tuvo trece votos, los doce senadores del EP-FA y el del senador Rafael
Michelini; otra moción, presentada por el senador Jorge Larrañaga, que también
consideraba insuficiente las aclaraciones y exigía su renuncia: tuvo 15 votos, los doce
del EP-FA, uno del senador Michelini, y el
del senador Garat, del PN, además del voto
del propio mocionante, y por último, la
moción presentada por el herrerismo, de declarar insu-ficiente las aclaraciones y
negociar la renuncia del ministro: sólo tuvo los votos de los senadores herreristas
Ello fue presentado
como un triunfo por el gobierno y la prensa afín a él: seguramente el triunfo de separar
los votos de quienes cuestionaban al ministro, pero no querían sumarse a la moción del
EP-FA, el triunfo de no permitir alcanzar mayorías
parlamentarias
Pero no se trataba del triunfo del apoyo
recabado por el ministro de Economía y Finanzas: éste estuvo ausente en la
interpelación, salvo el que expresaron los senadores del Partido Colorado.
En realidad, se
trató de un triunfo pírrico, quizá doblemente pírrico: porque no recabó el apoyo
necesario para sostener real-mente al ministro y, sobre todo, porque atrás de las
críticas de la mayor parte de los senadores del PN al ministro estaba pre-sente el apoyo
a la política económica que condujo al país a la situación actual, el apoyo a la
política de tierra arrasada, y no se vislumbró por ningún lado la posibilidad de
cambiarla. Quedó marcado, claramente trazado, el camino hacia el abismo nacional. Un
camino sin salida y que, si no se puede torcerlo, solamente puede tener como consecuencia
el aumento de la crisis, el desempleo y la desestructuración de la producción nacional.
En esa situación
tiene que actuar la izquierda en el Uruguay. En un país que se viene abajo es la
principal fuerza de oposición y, al mismo tiempo, la principal alter-nativa de gobierno:
el futuro gobierno nacional está a punto de caérsele arriba, no tanto o no sólo por
méritos propios, sino por el éxito alcanzado por la coalición de gobierno
que pudo lograr todos los éxitos tácticos y ni una sola victoria estratégica, y puso al
país y a los orientales al borde de su inviabilidad económica
Al punto que está
en cuestión el proyecto nacional, la viabilidad del país y el futuro de los orientales.
El EP-FA tiene un
enorme desafío en esa doble función que tiene que realizar: oposición y alternativa de
gobierno. Tiene que resolver cómo conjuga los dos aspectos: cómo sigue siendo oposición
a un proyecto que hunde a los uruguayos en la crisis,
en el desaliento y
la falta de perspectivas y, al mismo tiempo, cómo construye y fortalece la alternativa de
gobierno. Es un problema no menor y que encierra elementos contradictorios que hay que
resolver.
Quizá la respuesta
esté en la caracterización del momento y en las tareas que surgen de esa
caracterización. Quizá haya que plantearse como tarea fundamental, como la tarea más
revolucionaria del momento, la reconstrucción nacional, la reconstruc-ción del aparato
productivo, la recuperación de la tierra, el agua y el mar para la producción nacional,
la reconstrucción del trabajo y el entramado social
Quizá ésa sea la
principal tarea a emprender por el pueblo oriental para cumplir con la oposición y el
fortalecimiento de la alternativa de gobierno, pues sería absolutamente irresponsable
seguir avanzando hacia el gobierno nacional sin defender las reivindicaciones inmediatas
de los uruguayos, las reivindicaciones más elementales, más imprescindibles: el derecho
a comer todos los días, a tener un techo y un abrigo, a ganarse el pan con el sudor de la
frente.
Sería
irresponsable seguir avanzando hacia el gobierno sin defender hoy, todos los días, el
agua y la tierra, el mar, el patrimo nio nacional, y esos formidables instrumentos del
gobierno que son las empresas del Estado: UTE, Antel, ANCAP, OSE, y también, cómo no, el
BROU, el BHU y el BSE
¿Cómo gobernar con la gente y para la gente sin los bancos
de fomento del Estado, cómo mantener el sistema cooperativo sin el BROU y el
cooperativismo de vivienda sin el BHU?
Y también ¿cómo
avanzar hacia el gobierno en el 2005 sin pelear todos los días por los derechos de la
gente a tener una esperanza, y cómo tener una esperanza sin trabajo, sin techo y sin
comida?
Esa doble tarea,
oponerse y prepararse para gobernar, es la que hay que encarar con total responsabilidad,
así como construir una alternativa cotidiana a la crisis es el complemento de cualquier
elaboración política. Todo ello significa, sin lugar a dudas, la necesidad de trabajar
para transformar la realidad, la inmediata y la mediata, dejando de lado eso de hacer
cosas sólo para dar testimonio o encarar acciones meramente testimoniales, que no están
pensadas en función de una estrategia y de un accio-nar coherente.
La reconstrucción
nacional es una tarea para encarar junto a todos los sectores perjudicados por la actual
política económica y social, esa política que dibujaron Jorge Batlle, Ariel Davrieux y
Alberto Bensión, y que llevaron hasta las últimas consecuencias
Es una tarea
tendiente a defender el patrimonio nacional y las riquezas naturales del país, el trabajo
y la producción nacional, como forma imprescindible de encarar la redistribución de las
riquezas, en el marco del país productivo y solidario, e implica prepararse para la
gestión en medio de la agresión contra el país que está llevando adelante el gobierno
actual.
25 de julio de 2002. |