Movimiento de Liberación Nacional
T   U   P   A   M    A   R   O   S

Estrel1.gif (2452 bytes)

NO HAY MEJOR TEORÍA REVOLUCIONARIA QUE LA QUE SURGE DE LAS REVOLUCIONES HECHAS. RAÚL SENDIC











Rulo azul.gif (150 bytes) Usted se encuentra en: Opinión

JUGAR EL PARTIDO


“-Hay que usar métodos que escapan a la guerra regular y a normas jurídicas como los tratados de Ginebra (que establecen límites a los Estados cuando entran en guerra). El resto es jugar el partido.

-¿Esos métodos implican matar, torturar, secuestrar o hacer desaparecer personas?

-Yo creo que sí, porque es la única manera. Estados Unidos lo está preconizando y su Congreso por unanimidad lo facilita”.

Coronel Manuel Cordero.

El coronel retirado Manuel Cordero sacudió la opinión pública con las afirmaciones realizadas en un reportaje en el semanario Búsqueda. En él no sólo defendió las violaciones a los Derechos Humanos cometidas durante la dictadura cívico militar —torturas, desapariciones, secuestros, asesinatos...—, sino que reiteró que es la única forma de combatir a la izquierda en situaciones como las del sesenta y los setenta, y afirmó que todo lo hizo de acuerdo a órdenes recibidas y que, por lo tanto, ahora no puede responder a los exhortos de la Justicia argentina si no le dan órdenes expresas de hacerlo: “Todo lo ocurrido durante el régimen militar es un problema de los mandos —dijo—. Aunque quisiera (ir a declarar) no podría. Sería sancionado”.

En medio del reportaje mezcla varias biblias con dos o tres calefones: compara a Fidel Castro con Bin Laden, la guerrilla tupamara con el atentado a las torres gemelas, afirma que no se imagina otra forma de combatir a la guerrilla si no es con acciones irregulares, critica los que combatieron en la guerrilla y ahora ocupan cargos en el Parlamento, destaca su coherencia por que él no ocupa ninguno y termina diciendo que no cree que militares y policías tengan que ser castigados porque lucharon para defender al Estado y a la sociedad agredida: “de lo único que no me podrían acusar es de que no defendí el sistema”.

Cordero, con sus afirmaciones, pone varias veces el dedo en la llaga. Todas sus respuestas tienen un sólido hilo conductor: en la lucha contra la guerrilla no existen normas, ni sus consecuencias pueden estar sometidas a la acción penal...

Sin embargo, la guerra en todas sus formas, incluida la guerra de guerrillas, consiste en el uso de la violencia según normas. La más importante de todas quizá sea excluir del uso de la violencia a los no combatientes, a los inocentes, y la violación de esa norma consiste en un delito claramente penado por los tribunales internacionales. La transgresión de esa norma establece el límite entre la lucha armada y el terrorismo, y ello todavía es más grave cuando el terrorismo lo practican fuerzas públicas, sometidas a órdenes superiores y bajo el control del Estado... Ni que hablar cuando se produce de forma sistemática, continuada y prolongada o, incluso, premeditada.

Los delitos de los que está acusado el coronel Cordero, así como el coronel Gavazzo, el teniente coronel Silveira y el inspector Campos Hermida, son delitos cometidos contra no combatientes, contra niños, contra personas que estaban al margen de la confrontación... Si ello se hizo bajo órdenes superiores, según afirma el coronel, la cosa sería todavía más grave.

El coronel Cordero se refiere a una época en la que, en la búsqueda de salidas pacíficas, varios militares negociaron en los cuarteles con guerrilleros que no estaban detenidos, mientras los que estaban detenidos salían a hacer contactos en el exterior, respetando normas y acuerdos no escritos, pero que obligaba a los dos bandos en lucha.

Si se proclama la no existencia de normas, o de existirlas la necesidad de violentarlas, y ellas se refieren a la población civil, a los no combatientes, a los niños, a los que no tienen nada que ver, se estaría caminando por el filo de la navaja, como lo hace el coronel Cordero.

Por otra parte, las leyes de la guerra, reconocidas internacionalmente, también establecen cuándo se cometen delitos contra los combatientes, y éstos también se produjeron en el Uruguay y fuera de él por parte de militares que actuaban en el marco del Plan Cóndor. La violación de estas normas, de forma sistemática, continuada y prolongada, son las que llevan a que tanto tiempo después de terminado el conflicto se continúe exigiendo aclaración de los hechos sucedidos hace alrededor de veinte o más años. Y se insiste con lo de sistemático, continuado y prolongado, porque es lo que diferencia el error del método, el exceso circunstancial del delito continuado, y Cordero también niega la existencia de normas en estos casos.

Precisamente, cuando compara distintos movimientos guerrilleros del mundo con lo que sucedió con las torres gemelas, puede sorprenderse con el repudio generalizado que se manifestó, porque se actuó totalmente al margen de las normas: se atacó masivamente a miles de inocentes con aviones de transporte en los que viajaban centenares de personas inocentes y al margen de cualquier confrontación. Desde los que usaron la lucha armada hasta los que aun la usan repudiaron el atentado terrorista. Desde los que son comparados con los autores del atentado por Manuel Cordero —Fidel Castro o los tupamaros— hasta todos aquellos de los que se olvidó Cordero, repudiaron el atentado.

En algo tiene razón el coronel Cordero: no se puede acusarlo de no haber defendido el sistema: Lo hizo junto a militares y a civiles comprometidos con el proceso y con la metodología utulizada, con los secuestros, los asesinatos y las desapariciones. Hoy están en el centro de la atención pública los militares y policías acusados de esos delitos. Los responsables civiles quedan al margen de los hechos; sin embargo, políticos de derecha, periodistas, integrantes del cuerpo diplomático, funcionarios del gobierno cívico militar, pueden estar tan comprometidos como los militares, y suele olvidarse del hecho, agravado, clara y evidentemente de que fueron los responsables de la aplicación de la política económica y social que comenzó el proceso de destrucción del aparato productivo y la entrega de riquezas y de soberanía nacional que aun hoy continua produciéndose.

Pero ello no disminuye sus propias responsabilidades. 

4 de octubre de 2001.

Flecha_arriba_gris.gif (1291 bytes)

mln@chasque.apc.org
Tristán Narvaja 1578 - C.P. 11.200
Tel. (598) 2 409 22 98 - Fax (598) 2 409 99 57
Montevideo - Uruguay