-Hay
que usar métodos que escapan a la guerra regular y a normas jurídicas como los tratados
de Ginebra (que establecen límites a los Estados cuando entran en guerra). El resto es
jugar el partido.
-¿Esos métodos implican matar,
torturar, secuestrar o hacer desaparecer personas?
-Yo creo que sí, porque es la
única manera. Estados Unidos lo está preconizando y su Congreso por unanimidad lo
facilita.
Coronel Manuel Cordero.
El coronel retirado Manuel Cordero
sacudió la opinión pública con las afirmaciones realizadas en un reportaje en el
semanario Búsqueda. En él no sólo defendió las violaciones a los Derechos Humanos
cometidas durante la dictadura cívico militar torturas, desapariciones, secuestros,
asesinatos..., sino que reiteró que es la única forma de combatir a la izquierda
en situaciones como las del sesenta y los setenta, y afirmó que todo lo hizo de acuerdo a
órdenes recibidas y que, por lo tanto, ahora no puede responder a los exhortos de la
Justicia argentina si no le dan órdenes expresas de hacerlo: Todo lo ocurrido
durante el régimen militar es un problema de los mandos dijo. Aunque
quisiera (ir a declarar) no podría. Sería sancionado.
En medio del reportaje mezcla varias
biblias con dos o tres calefones: compara a Fidel Castro con Bin Laden, la guerrilla
tupamara con el atentado a las torres gemelas, afirma que no se imagina otra forma de
combatir a la guerrilla si no es con acciones irregulares, critica los que combatieron en
la guerrilla y ahora ocupan cargos en el Parlamento, destaca su coherencia por que él no
ocupa ninguno y termina diciendo que no cree que militares y policías tengan que ser
castigados porque lucharon para defender al Estado y a la sociedad agredida: de
lo único que no me podrían acusar es de que no defendí el sistema.
Cordero, con sus afirmaciones, pone
varias veces el dedo en la llaga. Todas sus respuestas tienen un sólido hilo conductor:
en la lucha contra la guerrilla no existen normas, ni sus consecuencias pueden estar
sometidas a la acción penal...
Sin embargo, la guerra en todas sus
formas, incluida la guerra de guerrillas, consiste en el uso de la violencia según
normas. La más importante de todas quizá sea excluir del uso de la violencia a los no
combatientes, a los inocentes, y la violación de esa norma consiste en un delito
claramente penado por los tribunales internacionales. La transgresión de esa norma
establece el límite entre la lucha armada y el terrorismo, y ello todavía es más grave
cuando el terrorismo lo practican fuerzas públicas, sometidas a órdenes superiores y
bajo el control del Estado... Ni que hablar cuando se produce de forma sistemática,
continuada y prolongada o, incluso, premeditada.
Los delitos de los que está acusado
el coronel Cordero, así como el coronel Gavazzo, el teniente coronel Silveira y el
inspector Campos Hermida, son delitos cometidos contra no combatientes, contra niños,
contra personas que estaban al margen de la confrontación... Si ello se hizo bajo
órdenes superiores, según afirma el coronel, la cosa sería todavía más grave.
El coronel Cordero se refiere a una
época en la que, en la búsqueda de salidas pacíficas, varios militares negociaron en
los cuarteles con guerrilleros que no estaban detenidos, mientras los que estaban
detenidos salían a hacer contactos en el exterior, respetando normas y acuerdos no
escritos, pero que obligaba a los dos bandos en lucha.
Si se proclama la no existencia de
normas, o de existirlas la necesidad de violentarlas, y ellas se refieren a la población
civil, a los no combatientes, a los niños, a los que no tienen nada que ver, se estaría
caminando por el filo de la navaja, como lo hace el coronel Cordero.
Por otra parte, las leyes de la
guerra, reconocidas internacionalmente, también establecen cuándo se cometen delitos
contra los combatientes, y éstos también se produjeron en el Uruguay y fuera de él por
parte de militares que actuaban en el marco del Plan Cóndor. La violación de estas
normas, de forma sistemática, continuada y prolongada, son las que llevan a que tanto
tiempo después de terminado el conflicto se continúe exigiendo aclaración de los hechos
sucedidos hace alrededor de veinte o más años. Y se insiste con lo de sistemático,
continuado y prolongado, porque es lo que diferencia el error del método, el exceso
circunstancial del delito continuado, y Cordero también niega la existencia de normas en
estos casos.
Precisamente, cuando compara distintos
movimientos guerrilleros del mundo con lo que sucedió con las torres gemelas, puede
sorprenderse con el repudio generalizado que se manifestó, porque se actuó totalmente al
margen de las normas: se atacó masivamente a miles de inocentes con aviones de transporte
en los que viajaban centenares de personas inocentes y al margen de cualquier
confrontación. Desde los que usaron la lucha armada hasta los que aun la usan repudiaron
el atentado terrorista. Desde los que son comparados con los autores del atentado por
Manuel Cordero Fidel Castro o los tupamaros hasta todos aquellos de los que se
olvidó Cordero, repudiaron el atentado.
En algo tiene razón el coronel
Cordero: no se puede acusarlo de no haber defendido el sistema: Lo hizo junto a militares
y a civiles comprometidos con el proceso y con la metodología utulizada, con los
secuestros, los asesinatos y las desapariciones. Hoy están en el centro de la atención
pública los militares y policías acusados de esos delitos. Los responsables civiles
quedan al margen de los hechos; sin embargo, políticos de derecha, periodistas,
integrantes del cuerpo diplomático, funcionarios del gobierno cívico militar, pueden
estar tan comprometidos como los militares, y suele olvidarse del hecho, agravado, clara y
evidentemente de que fueron los responsables de la aplicación de la política económica
y social que comenzó el proceso de destrucción del aparato productivo y la entrega de
riquezas y de soberanía nacional que aun hoy continua produciéndose.
Pero ello no disminuye sus propias
responsabilidades.
4 de octubre de 2001. |