La coalición ha
muerto, ¡viva la coalición!
Ese parece ser el
grito de guerra del Honorable Directorio del Partido Nacional. Luis Alberto
Heber ha afirmado en algún lugar, que el ma-yor objetivo del abandono de la
coalición es que se deje de hablar de la Coalición Blanquicolorada y que,
en cambio, se empiece a hablar del gobierno colorado y de que el Partido
Nacional le da gobernabilidad. Lo que, a su juicio, es muy distinto.
Habría que ver si,
a los ojos de la gente, también es algo distinto. No parece ser, pero nunca se
sabe cuáles son los caminos del Señor
Si algo está claro
es que en la Convención Blanca no estuvo presente el destino del país ni los
problemas de su gente. Estuvo, y con mucha fuerza, los problemas del Partido
Nacional y su futuro electoral. Estuvo presente el achicamiento permanente y
creciente en las encuestas de opinión pública realizadas en el país. El
criterio de la verdad ha sido las encuestas y no el destino nacional, los
problemas de la producción o el trabajo, los problemas de la exportación
nacional y el comercio interno. Ni siquiera estuvo presente el problema de los
productores rurales, la base de apoyo más importante del Partido Nacional,
aunque quizá sí estuvo presente el retiro de la confianza que le han propinado
al Partido.
Por esas razones (el
retroceso y el deterioro del Partido Nacional, su achicamiento, su falta de
perspectiva electoral) se planteó el retiro de la coalición pero, eso sí,
asegurando la gobernabilidad al Partido Colorado. Esa no parecía la
intención de los que juntaron firmas para solicitar tal retiro: quizá esa sí
haya sido la intención al "retirarle" el apoyo al gobierno por parte
del Honorable Directorio.
La coalición o la
gobernabilidad, como quiera decírsele, cambió de escenario: del Ejecutivo al
Parlamento, y cambió la forma, pero no cambió el apoyo real del Partido
Nacional al Partido Colorado. La crisis generada por el gobierno de coalición,
la política llevada adelante sobre la base de cuatro puntos: rebaja sala rial,
aumento del desempleo, disminución de la inversión productiva y, para paliar
el defícit fiscal que surgiría de la baja recaudación, venta de los activos
del Estado (léase privatización de las empresas públicas y venta del
patrimonio nacional y los recursos naturales), así como el haber votado
distintos y variados nuevos impuestos o aumentos en los que
anteriormente existían, obliga a los blancos a tomar distancia de las
responsabilidades ante la opinión pública y asumir otras.
Sin embargo, tomar
distancia sin pasar por una autocrítica sobre lo que paso en el país parece
una maniobra no creíble. Por eso, valorar que la coalición se ha terminado y
que puede incidir sobre la gobernabilidad resulta demasiado aventurado.
En el futuro
inmediato se pueden producir complicaciones varias: incremento de las
contradicciones sociales, en la salud y la banca privada y oficial, y a su
vez van a producirse nuevos vencimientos de deuda externa que, si no se
solventan rápidamente, también pueden ser motivos de nuevas tensiones. Ni que
hablar de las proyecciones para el año que viene. Si el Partido Nacional
no acompaña al Partido Colorado, éste no va a tener apoyo para
salir adelante y, realmente, no es creíble que ello vaya a suceder. Si se
diera ese hecho, quizá hubiera que hablar en otros términos del futuro del
país, pero lo resuelto por la Convención Blanca no permite preverlo.
Por el contrario,
todo parece un intento del Presidente del Honorable Directorio, Luis
Alberto Lacalle, por sacarle la bandera del alejamiento al senador
Larrañaga, quien hacía tiempo venía solicitando el retiro de la
coalición.
Lo que llama la
atención es que los que se abanderaron con la necesidad de continuar en
la coalición son, precisamente, los que no estaban de acuerdo, antes, en
formar parte de ella. Entre ellos varios intendentes que tuvieron que remontar el
desprestigio en que Luis Lacalle sumió al Partido Nacional para ser electos.
Incluso entre ellos está el intendente de Rocha, Irineo Riet Correa, que hizo
abiertamente campaña de apoyo a la candidatura de Tabaré Vázquez en el
balotaje de 1999. Quizá en ellos, aunque con razones completamente distintas
que las que lleva a la izquierda a tratar de tirar abajo la política del
gobierno, estuvo presente las necesidades de la gente. Quizá, en todo caso,
hayan tenido pruritos partidarios de dar una voltereta en el aire, después de
haber sido responsables, como Partido, de todo lo que pasó en el país. De
ahora en adelante, sin tener que esperar demasiado, se va a saber en
qué consiste, realmente, el abandono de la coalición
7 de noviembre de
2002. |