autogestión vecinal

A r t i g a s
el resplandor desconocido
(ensayo histórico)
© GONZALO ABELLA

Capítulo 0

Una introducción necesaria y una recapitulación de los hechos más conocidos

     La estructura de esta obra obedece a una etapa madura de reflexión sobre hechos que en su momento me sorprendieron e impactaron.

     "Etapa madura" significa que corona una fase de sistematización y decantación. No significa etapa final, ni implica que ahora las certezas sean definitivas; pero el orden de los capítulos ya no corresponde a la cronología inicial de búsquedas y descubrimientos.

     Todo se estructura según una tentativa de exposición sistemática y ordenada. Explico primero las distintas imágenes que se han construido sobre la personalidad y el ideario de Artigas, luego rastreo las pistas que fui descubriendo en el Paraguay; posteriormente hablo de las fuentes indígenas, afro, cristianas y enciclopedistas, para después releer los documentos más conocidos y finalmente sacar conclusiones sobre su ideario, su acción y el verdadero sentido de su propuesta.

     Se omiten aquí entre otras cosas la historia de nuestras búsquedas apasionadas, los encendidos intercambios de preguntas e informaciones con Isabel Izquierdo y otros colegas del Grupo Sepé, y sólo se mencionan aquellas polémicas que tienen que ver con lo esencial.

     No obstante lo anterior, a veces me resulta insoslayable recuperar el estilo de las etapas previas de mi propia búsqueda, para compartir con los lectores algunos tramos del camino recorrido.

     Por otra parte, cada capítulo puede leerse como un trabajo independiente, porque enfoca aspectos que revisten un interés específico. El que trata de los pueblos originarios fue trabajado de forma totalmente diferente, pues me vi obligado a introducir al lector en una racionalidad que probablemente le sea ajena. Algo similar ocurrió en el capítulo sobre el aporte afro. Es imposible hablar del artiguismo sin incursionar en el ámbito específico de estas fuentes, aunque, por supuesto, requerirían de una profundización mucho mayor.

     Cuando transcribo notas, cartas y comentarios de años anteriores ubico cada uno de estos textos bajo el título común de "anexos".

     Cada "anexo" es un peldaño de diferentes ascensos que convergieron hasta lograr la síntesis que aparece en las conclusiones del trabajo.

     A veces aparecen en los "anexos" conceptos que en otras partes me veo obligado a reiterar, y esas "otras partes" pueden aparecer como previas en la estructura final de este trabajo. Entendí aún así que no debía mutilar los "anexos" ni quitarlos, pues fueron hitos esenciales del proceso cuyos resultados expongo.

     Por supuesto estas páginas pueden leerse salteándose los "anexos" sin perder el hilo principal de la exposición, pero creo que ellos ilustran aspectos centrales de lo que aquí se afirma.

     Para comenzar considero necesario hacer un repaso previo, muy breve, de los hechos más conocidos en la vida de José Artigas.

     Este repaso puede ayudar al lector a recordar acontecimientos y fechas que alguna vez estudió o sintió mencionar. Así le será más fácil analizar lo medular de este Ensayo que comienza en el capítulo I.

     José Artigas nació el 19 de Junio de 1764 en Montevideo, por entonces plaza fuerte española en el Río de La Plata.

     Recibió educación básica en el Colegio de los Padres Franciscanos.

     Muy joven abandonó el hogar paterno. Sintió, diría Maggi, la atracción del "Lejano Norte", el mundo del charrúa y la Naturaleza indómita.

     El desafío a la Ley del Monopolio Comercial español se hacía desde allí exportando cueros de vaca, sebo y grasa a Europa a través de las playas oceánicas orientales. A ellas llegaban barcos europeos, principalmente franceses, con suficiente armamento como para enfrentar cualquier patrullaje español.

     Charrúas, esclavos prófugos y europeos y criollos transgresores eran los proveedores de Europa en ese tráfico ilegal. No acumulaban individualmente la ganancia; las monedas y los artículos que recibían de Europa por pago y en trueque eran administrados en comunidad. En ese mundo-centauro, rebelde ante la Ley del conquistador, vivió y se formó José Artigas.

     Artigas no volvió al mundo criollo hasta los treinta y un años de edad, después de una amnistía que indultó a los que habían cometido delito de propiedad contra el gobierno colonial.

     Integró el ejército español hasta 1811, año en el que ofrece sus servicios a la Junta Revolucionaria de Buenos Aires. Esta lo designa para comandar los grupos armados en la Banda Oriental.

     El 18 de mayo de 1811 al frente de criollos e indígenas vence a un destacamento español en la Batalla de Las Piedras y pone sitio a Montevideo; los sitiados llaman en su auxilio a los portugueses del Brasil y éstos invaden la Banda Oriental del Plata.

     Portugal ocupa la campaña oriental, fortalece el poder español en Montevideo, y envía exploradores que cruzan el Río Uruguay. Artigas y los orientales se aprontan a combatir a ambos poderes coloniales, porque saben que Montevideo está a punto de rendirse.

     Pero Buenos Aires hace un análisis diferente. Está entre dos fuegos: por el Norte y detrás de la Cordillera se reagrupaban y avanzaban los ejércitos españoles y ahora por el Río Uruguay la amenazaban los portugueses del Brasil.

     Decidido a concentrar esfuerzos contra los españoles del Norte, el Gobierno porteño (que se considera representante de todos los pueblos del antiguo Virreinato) logra un armisticio con los portugueses y acepta que éstos ocupen parte de la Banda Oriental.

     Pero Artigas no se rinde; entiende que en la nueva situación quedan anulados sus acuerdos con Buenos Aires y encabeza un movimiento autónomo de resistencia que va logrando alianzas con varias provincias del interior argentino.

     Ya a fines de 1811 se retira al Alto Uruguay con los gauchos, los indígenas y los afroamericanos en armas que lo seguían. Las familias orientales abandonan sus viviendas y se van con él. Es muy llamativa la heterogeneidad de esta población que lo sigue; hasta se da el caso de algunas familias que emprenden la marcha conservando junto a ellas a sus antiguos esclavos.

     Este episodio de adhesión extraordinaria de un pueblo a su líder se conoció como "el Exodo del Pueblo Oriental" y duró hasta que se reiniciaron las acciones bélicas contra Portugal que se repliega a territorio brasileño y Buenos Aires establece el segundo sitio al Montevideo españolista.

     Las relaciones de Artigas con el gobierno de Buenos Aires nunca se compusieron; su deterioro llegó al enfrentamiento directo. El tema principal de discordia es la autonomía de las provincias frente al poder central.

     Los sucesos se precipitan. Buenos Aires derrota la resistencia del Montevideo españolista, Artigas vence momentáneamente al ejército porteño en 1815 y son los gauchos artiguistas los que finalmente ocupan Montevideo.

     Por entonces las provincias argentinas de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Santa Fe y Córdoba se unen a la Provincia Oriental en la "Liga Federal" y nombran a Artigas "Protector de los Pueblos Libres".

     Artigas vive el apogeo de su prestigio entre 1813 y 1819. De esos años son sus documentos más célebres.

     Muchos de los escritos que se conservan son propuestas gubernamentales sometidas al análisis de asambleas populares, ya que Artigas insiste ante el pueblo reunido: "Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana".

     Uno de estos documentos es el pliego con instrucciones que dicta Artigas a los diputados orientales que van a reunirse con sus pares de las demás provincias en la proyectada Asamblea Constituyente en Buenos Aires. En estas famosas "Instrucciones del año XIII" propone que para formalizar el pacto con las demás provincias se ponga como condición previa que se constituya un Estado federal, republicano y democrático; además debía quedar establecido, entre otras cosas, que ese Estado federal "promoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable".

     Es particularmente interesante su defensa inclaudicable de la "soberanía particular de los puebos", el derecho de cada comunidad y cada cultura a tomar decisiones por sí misma sobre cada uno de los asuntos que le atañen, en tanto no haya delegado expresa y libremente al Gobierno Central para la resolución de un determinado tema.

     Otro documento importante que lleva su firma es el Reglamento Provisorio de 1815, donde decreta un reparto de tierras "de tal manera que los más infelices sean los más privilegiados".

     En el capítulo VIII de este trabajo les propondré releer estos documentos con otros ojos, más adecuados a los debates de la época y a la imperiosa necesidad de reflexionar sobre su vigencia.

     Por ahora sigamos con la sucesión de los hechos. En 1817 nuevamente los independentistas "moderados" y los monárquicos residentes en Buenos Aires y Montevideo posponen momentáneamente sus enfrentamientos y se alían contra Artigas y sus seguidores, facilitando así una nueva invasión portuguesa mucho más numerosa. Llegan a la Banda Oriental dos cuerpos de ejército con tropas de élite del Imperio.

     Ahora la Corte Portuguesa y la poderosa oligarquía de Río de Janeiro y Sâo Paulo están decididas a aniquilar a su peligroso vecino y llevar los límites del Imperio de Portugal hasta las orillas del Río de La Plata.

     Algunos aliados de Artigas en el litoral argentino inician tratos por separado con Buenos Aires y permanecen neutrales ante la nueva invasión. Artigas los considerará enemigos desde entonces.

     Otros lucharán hasta el fin contra los portugueses, como el líder guaraní cristiano de la provincia de Misiones, Andrés Guacurarí; la misma actitud tendrán los afroamericanos y los indígenas "infieles", fieles al artiguismo, de ambas márgenes del río Uruguay.

     Artigas es totalmente derrotado en 1820 y pide asilo en el Paraguay, donde gobierna el Dr. Francia. Este, a pesar de sus enfrentamientos anteriores con Artigas, acepta recibir a más de trescientos refugiados, inaugurando así la institución del asilo político en Sudamérica. Artigas vivirá en el Paraguay sus últimos 30 años.

     Falleció el 23 de Setiembre de 1850 cerca de Asunción.

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Guillermo Font - ELECTRICISTA
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