autogestión vecinal

A r t i g a s
el resplandor desconocido
(ensayo histórico)
© GONZALO ABELLA

Capítulo III

Desventuras de los periodistas. La pista Maggi

     Durante 1997 y 1998 un periodista independiente, Rodolfo Porley, publicó en el diario "La República" (7) una serie de notas y documentos sobre la cultura charrúa y la masacre de Salsipuedes.

     Rodolfo Porley no tiene formación académica en Historia. Por eso, al igual que Antón lo hizo en su momento (8), Porley aporta visiones diferentes, originales; puntos de vista frescos y cuestionadores que deben ser tomados en cuenta.

     Es posible que Porley al escribir el "Laberinto de Salsipuedes" haya cometido errores, o se haya ahogado en algunas partes en un "océano de información" juntando aspectos arqueológicos, testimoniales y místicos o yuxtaponiendo opiniones contradictorias. Hasta puede ser que haya mezclado, como se le acusó, hechos comprobados con simples conjeturas. ¿Qué innovador, llevado por la pasión del descubrimiento, no comete errores?

     Pero el testimonio gráfico y documental de Porley sobre los charrúas es extraordinario e inédito.

     Y además... ¿de qué lo acusan? Nadie puede negar a un ciudadano el derecho a pensar con su propia cabeza y divulgar las fotos de túmulos cónicos de piedra de 2 m de altura, con el argumento de que antes ningún científico lo había hecho.

     La reacción de algunos catedráticos universitarios fue francamente agresiva. Una amiga, muy aficionada a los temas indígenas, me comentaba: "mi hijo, que estudia Antropología, me dijo que no comprara los fascículos de Porley, que son pura mentira"

     Es muy característico de algunas cátedras académicas la intolerancia ante la aparición de corrientes de pensamiento disidentes en feudos que consideran de su exclusiva competencia.

     Pero los trabajos de Porley obligaron a profundizar una polémica latente. Ahora se reconoce que los cientos de conos y semiesferas pétreas que existen diseminados por nuestro campo "pueden ser de origen indígena en algunos casos" aunque, se advierte, "no tienen por qué ser charrúas; pueden haber existido culturas anteriores más desarrolladas".

     ¿No son charrúas esos túmulos de piedra del departamento de Lavalleja, o las pictografías de Durazno y la zona de Porongos?

Ganas de complicar las cosas. No hay en la zona de los túmulos ni en la de las pictografías de Durazno cráneos humanos de más de 300 años que no respondan a los puntos craneométricos del fenotipo charrúa.

     Pero si son de procedencia charrúa, se me ha objetado, ¿por qué estos indígenas no siguieron pintando después de 1700, cuando se admite que los charrúas sobrevivieron como cultura hasta el 1800 y pico?

     Aún si todas las dataciones son correctas, es perfectamente explicable que después de las persecuciones bandeirantes a los charrúas, desde 1600, éstos no hayan levantado más túmulos, no hayan tenido ni tiempo ni tranquilidad para seguir pintando sus murales de piedra y hayan reforzado la capacidad de movilización de las familias, lo cual explicaría la precariedad de sus viviendas en el siglo XVIII y XIX.

     Después los acusaron de "primitivos", pero más allá de si este atributo es negativo o no, era incorrecto. En la época que llegaron los primeros cronistas españoles los charrúas ya no podían construir grandes viviendas de barro y piedra, para no quedar rodeados y cautivos en una zona que carece de retaguardia selvática; necesitaban una nueva movilidad.

     El pecado de Porley al hablar de estos temas fue convocar a gente que piensa con su propia cabeza, y no por esquemas. A algunos profesores esto no les gustó nada.

     Pero, en fin, cada cual puede pensar lo que desee y como lo desee. Que sean felices.

     Todo lo anterior viene al caso para hablar del "fenómeno Carlos Maggi" en la historiografía artiguista contemporánea.

     Carlos Maggi es ante todo periodista. Tengo un problema que él seguramente ignora: discrepo con casi todo lo que escribe en el diario "El País" de Montevideo, cuando no habla de Artigas sino de otros temas de actualidad.

     Pero no puedo dejar de reconocerle audacia e inteligencia. Como periodista "de raza" cierta vez se preguntó por qué algunos historiadores del prestigio de Pivel Devoto omitían publicar determinados documentos artiguistas.

     Maggi armó los documentos históricos proscriptos como quien arma un puzzle y quedó perplejo ante su descubrimiento: Artigas había vivido 15 años entre los charrúas y hasta tenía un hijo de esa cultura, el caciquillo Manuel.

     Así nació su libro "Artigas y su hijo el Caciquillo o las trescientas pruebas contra la historia en uso" (9)

     Baterías académicas cargaron furiosamente contra el libro. Es posible que Maggi exagere cuando hace de Artigas un agente secreto de los charrúas en el mundo criollo, pero no hay duda que la propuesta multicultural de Artigas incluyó una "plataforma Charrúa" muy obvia (y escandalosa) para sus contemporáneos y muy enterrada por la historiografía posterior. Escribe Maggi:

     "También es verdad que Artigas recibió de los indios una concepción superior de la sensibilidad, una exigencia ética mayor, una visión fraternal de la comunidad integrada por iguales. Esa es la nota que lo hace diferente" (...) "por eso Artigas habla y actúa de otro modo, como ninguno de sus contemporáneos; lleva en sí un sentimiento selvático de libertad y un sentimiento fraterno de la relación humana"(10).

     El 17 de Enero de 1999 , de cara a la 8ª reedición de su libro, Maggi escribió en el diario "El País":

     "Tardé quince años revisando un libro de treinta tomos y en 1991 a lo largo de seis meses escribí `Artigas y su Hijo el Caciquillo' y creo que las comprobaciones que contiene cambiaron para siempre un par de cosas en la Historia Patria convencional..."

     Concuerdo totalmente con lo anterior. Recuerda este artículo de Maggi cómo Artigas le quita al porteño Sarratea 4000 caballos y 700 bueyes en una noche, sin estampidas ni relinchos, como solamente gente india puede hacerlo; y reproduce aquí este inquieto periodista, nuevamente, la frase de la polémica, incluida en la carta de Artigas que hallara Narancio en el Archivo de Buenos Aires en 1945 y que nadie había tomado en serio antes de Maggi. Allí Artigas le dice a Manuel el Caciquillo:

     "...será siempre un amigo tuyo y de los que te siguen, tu padre, Artigas"

     No sé si eso demuestra la paternidad biológica. Entre los pueblos originarios, ahora lo sé, hay muchas maneras de ser "padre" de alguien. Pero el documento de puño y letra de Artigas marca un vínculo personal muy estrecho... ¡con un charrúa!

     Maggi descubrió sin querer una parte del secreto que el Estado Oriental guardaba más celosamente, la verdadera razón del genocidio charrúa de 1831: el artiguismo incondicional de esta cultura.

     Los charrúas no peleaban por entonces por defender su cultura en exclusividad; habían levantado la bandera del programa multicultural artiguista y reclamaban un lugar para sí en ese mundo de diversidad soñado y alcanzado fugazmente en 1815.

     Esta propuesta multicultural era irreductiblemente antagónica con el Estado-tapón probritánico que nació en 1830. Maggi había demostrado que la adhesión charrúa al proyecto artiguista no era una mera alianza circunstancial.

     Maggi nos recuerda, por ejemplo, que durante el Exodo del Pueblo Oriental no murió un solo criollo, no hubo un solo combate. O sea: cuando el pueblo oriental abandonaba sus viviendas, seguía a Artigas atravesando territorio charrúa "infiel", desafiando las iras del ejército de ocupación portugués, la escolta charrúa (distante y eficiente) evita todo hostigamiento militar portugués a las familias errantes. El Ejército de Artigas (y sus aliados paraguayos) se encargan del abastecimiento, del transporte de enfermos, de los contactos políticos, de la organización del inmenso campamento y del pertrechamiento para futuros combates; pero "la fuerza de seguridad" la pusieron los charrúas.

     Creo que Maggi desentraña más cosas de las que él mismo pensó en un primer momento; cosas que trascienden la figura de Artigas para involucrar el alcance de su propuesta continental.

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