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el laberinto de SalsipuedeS ENTRADA SIETE

Encuentran Mensajes Espectaculares

Pintados y Grabados en Piedras

© por Rodolfo Porley (*)

Nos fuimos al Grito desde El Adentro. Es un grupo abierto fundado en el corazón del país a impulso de jóvenes del pago, acompañados por Cayetano Alvez y otros artiguistas de cepa, según compromiso que asumieron en los montes de Salsipuedes, al participar en la primer peregrinación del homenaje del 12 de abril.

Compartimos su convocatoria el 9 de agosto de 1997. Y realizamos un simultáneo reconocimiento de los suaves valles del Arroyo Maestre de Campo, donde se atesora una decena de pictografías sobre bochas granítica que afloran constituyendo un ambiente del que uno no se aleja con facilidad y parece que llama a retornar siempre. El rastro de piedras explosionó multifacético ante nuestros ojos y capacidad de percepción. Formas y más formas, ya individuales, ya de piedras sobre piedras, acompañan a las grandes rocas elegidas para las pinturas en ocre, hasta la vera misma del monte del arroyo, cuya virginidad parecía aletear milenios.

En esta séptima y ultima Entrada damos cuenta que nuestro encantamiento fue de tal índole en la 4a. Sección de Durazno, muy próximo a la marcación del centro geográfico absoluto del país, que en estos meses también nos hemos lanzado a explorar registros conocidos y otros no tanto, guiados siempre por esos afloramiento graníticos tan imponentes y buscando comprender y documentar la calidad paisajística territorial.

Muy próximo al Este, en la región limítrofe del Departamento de Flores, en la cuenca de otros afluentes del Río Yí, Chamangá y Maciel, se encuentra la localidad arqueológica de pintura rupestre relativamente más conocida. Con apoyo de la Intendencia de Flores el especialista Mario Consens ha planteado las bases de un proyecto pionero de prospección, protección y proyección como acervo turístico-cultural de la nación, enfrentando la acción depredadora de grandes minas exportadoras de granito. Repasamos los claroscuros de esta problemática varias interrogantes abiertas.

Recorriendo estas hermosísimas praderas del tercio sur del país tuvimos en suerte de localizar uno de esos singulares afloramientos de bochas graníticas que nos pareció una catedral pétrea, y que bien podría conformar un monumento megalítico. Seis de los casi doce metros cuadrados de su cara expuesta al Este son asiento de quizá la mayor pictografías indígenas que se han localizado en nuestro país. La redescubrimos sobre la cara lisa de la roca basamento de la referida catedral, cual majestuoso fresco de cara al sol, de aproximadamente m 1,20 de alto por m 5 de ancho. Sin registro, sin investigación especializada hasta el momento, solo expuesto al ambiente, aparentemente sin agresiones ni manipulaciones humanas. Entrevimos maravillados diversos motivos geométricos con el característico ocre que pueden todavía ser visualizados a través de líquenes y demás siglos de deterioros naturales. En una segunda visita acompañado por el referido Loíc Menanteau, sumamos otro descubrimiento al detectar allí mismo un medio metro cuadrado con grabado fino y diseños geométricos muy parecidos a los registrados en bochas de la localidad de Chamangá, pero de dimensiones mucho más reducidas. Aparentemente, sobre tales trazos petroglifos se ha superpuesto la espectacular pictografía en fecha posterior, como se ha establecido por parte de Consens y otros investigadores para los ejemplares en Chamangá.

Salvados dos kilómetros, el mismo día reconocimos otra pictografía hallada hace poco por un jóven que disfrutaba cabalgando por esos campos. Impresionan en este caso los nítidos trazos ocre de lo que sería una sucesión vertical de las Tres Marías y otras formas geométricas, como se adelanta en el Fascículo 2 al narrar la visita al sitio donde están los diez bloques de granito erguidos al cielo y otros hallazgos igualmente sorprendentes. Entre ellos una tercer pictografía con una solitaria estrella. Se sospecha que, como estas tres, hay cientos de otras pictografías por descubrir en toda esa mitad meridional de la República comprendida por casi todo Flores, sur de Durazno, Florida, San José, sector este de Soriano y Colonia y sector Oeste de Lavalleja, donde se han detectado unas 150 pinturas indígenas sobre rocas y solo se conservan o se llevan registros oficiales de tan solo unas cincuenta.

Pasamos revista en ese mismo Fascículos 7 al ultimo siglo y cuarto de conocimiento elitista de pictografías indígenas en Uruguay, que había sido negado o resistido de muchas maneras y que la inmensa mayoría. sigue desconociendo. En 1874, cuatro años antes de que en España se descubrieran las primeras pinturas en la cueva de Altamira, el ingeniero agrimensor español Félix Clemente Barrial Posada copió la pintura sobre rocas que existía sobre la margen derecha del Arroyo La Virgen, actual Departamento de San José. Atribuyó claramente su Autoría a nuestros indígenas, cuando en Europa se resistió mucho tiempo en reconocer la índole de arte rupestre que se iba descubriendo en sus propios confines. Este primer registro de una pictografía ha sido consagrado simbólicamente 120 años después como el antecedente más remoto de investigación sobre la prehistoria uruguaya, la arqueología nacional propiamente dicha.

Perseguimos y reseñamos los nexos y puntos de contacto de motivos iconográficos de charrúas y minuanes históricos con los estampados en pictografías mil o hasta cinco o seis mil años antes del presente. Queda abierta, no sin polémica, otra pista de análisis hacia la riqueza de elementos culturales manejados o conocidos por el Complejo Charrúa, sobre cuyo lenguaje muy pocos avances de investigación conocemos. Nos adentramos al debate de sentidos y significados de estas singulares expresiones de la culturas de hombres que vivieron en este territorio como en el resto de América, Desde este ángulo también las piedras nos transmiten luz para enfocar Salsipuedes 1831. Fue significativa asimismo la confirmación, realizada el ultimo 17 de setiembre, de que las piedras labradas por culturas indígenas no se ubican exclusivamente en el norte uruguayo, como se había creído hasta ahora, sino que seguramente están por descubrirse a lo ancho del territorio. Al menos fueron localizadas en esa fecha tres bochas graníticas con varios petroglifos. Fueron detectadas también en Lavalleja, pero mucho más al norte del Departamento, por los investigadores Jorge Femenías y Jorge Baeza, guiados por un primer descubrimiento del geólogo Carlos Díaz, quien hacía una década había visto una de las rocas con trazos que de inmediato supuso no podían ser de origen natural. Con esta serie de comunicamos apostamos a los habitantes de los pagos y muchos profesionales que han cumplido tareas como Carlos Díaz y han visto multiplicidad de indicios de las culturas nativas. Ya sabemos que toda la Tierra está escrita e invitamos a una apertura hacia la belleza y los secretos paisajísticos y espirituales de nuestra Tierra Charrúa.

(*) Rodolfo Porley: 1946, Durazno, Uruguay.- Inició a los 17 años su oficio de comunicador, pasando por varios medios periodisticos del Uruguay y extranjeros. La investigación y difusión sobre los charrúas fue publicada en varios fascículos del Laberinto de Salsipuedes por el diario La República de Montevideo.

La Huella Charrúa

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Edición Internet 1998: Guillermo Font


Guillermo Font - ELECTRICISTA

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