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Cultura e Identidad uruguaya

Gardel, foto del uruguayo Silva

Carlos Gardel (I)

GARDEL: REIVINDICACION DE CARLITOS Y DE CHARLES
(Extractado de Internet: TIEMPO DE TANGO Boletín de la Secta del Cuchillo y del Coraje - Nº 5 - Colombia)

por Nelson BAYARDO
Por citar un caso, Manuel Sofovich, crítico y periodista, íntimo de Gardel, estuvo en el festejo del cumpleaños de éste en París en diciembre de 1933, y relató en tres oportunidades en su diario Noticias Gráficas (septiembre 9/53, marzo 24 y 25/60) la misma anécdota, pero con variante estilo. Dice textualmente que, en determinado momento, Gardel le dijo: "Pibe, ¿te das cuenta lo que es cumplir 49 años?". Y para que no queden dudas de error de imprenta, señala al final que con un cognac Napoleón festejaron "los juveniles 49 años de Gardel (Noticias Gráficas, Buenos Aires, septiembre 9/53).

Y por si fuera poco, en sus artículos de 1960, dice exactamente que el año de nacimiento de Gardel fue por tal en 1884. Lo que no explicó Sofovich, adicto a la tesis de «Gardel francés», fue cómo si Gardel cumplió 49 años en 1933, murió luego a lo 44, dos años después en Medellín. Y no aclaró cómo compagina que un hombre nacido en 1884, vuelva a nacer -como quiere el llamado «testamento de Gardel»-en 1890.

La explicación -muy sencilla pero que no se quiere ver-viene por el lado de que el testamento fue una vulgar defraudación al fisco argentino, donde se nacionalizó Gardel, para que Berthe Gardès, pasando por madre biológica del cantor, se quedara con su herencia.

Lo grave del hecho radica en la existencia de por lo menos 16 testimonios análogos, que reproducidos facsimilarmente por este autor en varias de las publicaciones realizadas en el diario El País de Montevideo, con el nombre del diario o libro respectivo y fecha exacta de publicación para consultarse en fuente directa si se desea, verifican exactamente lo mismo: la absoluta imposibilidad de que Gardel haya nacido en 1890 y sea por tal el francés del testamento. Y por citar algunos de estos testigos: Cátulo Castillo, Terig Tucci, Pancho Martino, Hugo Mariani, Isabel de Valle, Máximo Sanz (Last Reason), Esteban Capot, etc., hasta llegar a dieciséis. Y ninguno de ellos es adicto a la tesis uruguaya, y sus publicaciones fueron hechas en reportajes o notas firmadas por sus autores, en diarios argentinos. No obstante, la «historia oficial» sigue imperturbable.

Más grave aún, es la situación desdorosa en que quedan las víctimas: Charles Romuald y Carlitos. Como se sabe, Charles Romuald es sí francés, y fue el comodín usado en el testamento -en tanto hijo real de Berthe Gardès- para apropiarse de los bienes de Gardel en su herencia.

Para descalificar la real nacionalidad uruguaya de Gardel, se dijo que siendo Charles Romuald Gardès su verdadero nombre, era un «desertor de guerra» («un delincuente en fuga» como recientemente ironizó Ricardo Ostuni en su libro Repatriación de Gardel (Ostuni es Vicepresidente de la Academia Nacional del Tango, de Argentina, y por tal libre de sospechas de "uruguayismo"). Y de rebote, si Gardel era Charles Romuald quedaba de hecho transformado en traidor a su patria. No es poca cosa.

Pero ni siquiera al pobre Charles Romuald le cabe tal definición, por razones objetivas e irrevocables. En primer lugar, no estaba bajo banderas y por tal mal puede ser desertor, pero la infamia llega a su límite cuando se sabe que «no figuró jamás en los padrones militares franceses» y por si fuera poco, dada su condición de hijo único de madre viuda, residente en país de ultramar, quedaba de hecho excluido de la pretendida obligación que le imponía la «historia oficial». Pero además, vaya detalle, ¡no era Gardel!.

La «historia oficial» sostiene a Berthe Gardès como madre biológica del cantor, y según la misma «historia oficial», Gardel era un «hijo amantísimo» y sobre tal hecho ha elaborado un verdadero novelón sobre el ídolo.

Pero la Historia -aquí la verdadera- tiene una tozudez insoportable para quienes la deforman. Y la historia nos muestra que el 8 de octubre de 1920 (expediente 10052 radicado y a la vista en el Consulado Uruguayo de Buenos Aires) Gardel se registra allí como «uruguayo» y dice que sus padres son «Carlos» y «María», «uruguayos» y «fallecidos» ambos.

Es obvio que Gardel -a quien no se pretende presentar como un modelo de conducta- no tenía nada de monstruoso para dar por muerta a su madre: simplemente no era hijo de Berthe Gardès, al punto que Gardel lo negó en toda su documentación (salvo en su libreta de enrolamiento pero castellanizando su nombre -Berta- y dándole su propio apellido, Gardel), no viajó jamás con ella a Europa, no se fotografió jamás junto a ella, y como lo señala un testigo insospechable en esta materia, Edmundo Guibourg, no vivía con ella. La «historia oficial» fraguó una foto donde Gardel mira el retrato de su «madre» de un modo tan torpe que la sombra, de manera absurda, corre hacia la luz..

Berthe Gardès fue efectivamente la mujer francesa que crió a Gardel cuando le fue entregado en su niñez, al ser producto de una muy escabrosa relación entre el Coronel Carlos Escayola, Jefe Político de Tacuarembó, y su cuñada María Lelia Oliva, agravando el hecho no sólo que su mujer vivía, sino que la joven era menor de edad y «ahijada» suya. La naturaleza del hecho obligó a su férreo ocultamiento, no sólo porque minaba la autoridad y el prestigio social y familiar del Jefe Político, sino porque constituía una mancha para el régimen dictatorial que por entonces regía en Uruguay a cargo del General Máximo Santos. Y así fue que se aplicaron brutales represiones a todo aquel que osara mencionarlo, quedando su conocimiento reducido a círculos cerrados muy íntimos.

Si el fruto de la relación no hubiera sido Gardel, la historia hubiera quedado enterrada definitivamente, pues al terror inicial se fue sumando el paso del tiempo. Pero un periodista, Erasmo Silva Cabrera (Avlis), hacia 1960, casi 80 años después, comenzó una paciente investigación y logró desenterrar «la vieja historia de Tacuarembó», que todos conocían pero de la cual ya nadie hablaba. Y la perfecta verificación de la misma, llega por el famoso Registro 10052 de 1920.

Allí, Gardel, como buen artista, aprovecha y se saca años para no aparecer mayor que su compañero artístico Razzano y toma el mismo año de nacimiento que éste: 1887. Y al dar el nombre de sus padres -Carlos y María, uruguayos y fallecidos ambos (en 1915 y 1905 respectivamente)- y el lugar del hecho, Tacuarembó, no hace más que reproducir con exactitud «la vieja historia enterrada en Tacuarembó» y que se descubrirá 40 años después de dicho registro.

Por otra parte, crónicas del diario El Tiempo (24 de junio de 1915), en épocas en que Gardel era un total desconocido y al hacer su debut profesional en Montevideo, y por tal no había el menor atisbo de polémica, lo ubican como «joven compatriota» y el propio Gardel, en reportajes que se le hacen en 1930 y en tres oportunidades en octubre de 1933 (diarios La Tribuna, Imparcial y El Telégrafo de Paysandú), ratifica lo mismo, y con una llamativa persistencia, sólo explicable por un oculto origen que seguramente le taladraba al ser inquirida su nacionalidad, repite siempre: «nacido en Tacuarembó». Por tal, no un hijo desalmado, simplemente, abandonado.

Dejemos que hoy en día la «historia oficial» disfrute inventándole «padres franceses» a Gardel (hasta ahora, documentadamente, van ya cuatro diferentes), una hermana «francesa», oculta 61 años, pero que -¡vaya coincidencia!- aparece justo en el momento en que se intenta comprobar la supuesta casa donde nació Gardel (rue Canon d'Arcole). Y lo que es peor no se ha dicho: en dicha casa ni siquiera nació. Charles Romuald Gardès, que según Acta 2481 de la Alcaldía de Toulouse nació en el Hospital de la Grave. Pero como un hospital no es un lugar adecuado para peregrinajes, ni para boîtes ni «museos», se le cambió por la casa que ahora se quiere comprar solicitando dinero al pueblo argentino. Como dice Gardel en Micifuz: «Las cosas que hay en la vida / y que uno tiene que ver». El lector sacará sus conclusiones, pero le recuerdo una frase del arquitecto Le Corbusier: «La economía guía todos nuestros actos».

Mientras la «historia oficial» y sus adictos sigue pergeñando «padres», «hermanas» y «casas» francesas, sigue vigente el título del artículo que en el periódico El Colombiano de Medellín (diciembre 18/90) publicó el máximo experto colombiano, Hernán Restrepo Duque, una vez que escuchó los términos de la tesis uruguaya, demostrando fehacientemente el nacimiento de Gardel en Tacuarembó, y que reza así: "Gardel no era francés ni hijo de doña Berta".

La nota de Restrepo Duque traduce la opinión de un hombre totalmente neutral, despojado de prejuicios, y que aunque era un convencido de la tesis francesista, tuvo la hidalguía de reconocer su error por entender que la verdad está por encima de todo.


Nelson Bayardo, arquitecto uruguayo, ha dedicado gran parte de su vida a la enseñanza de la arquitectura y ha aplicado al tango ese principio de la filosofía de la educación, el cual se basa en la idea de que cuanto mejor se domina un tema, tanto más se es capaz de explicarlo a otro. Bayardo es uno de los investigadores de tango más importantes de la actualidad, privilegio que alcanzó con sus deducciones y análisis sobre el origen de Carlos Gardel. Ha publicado los libros Vida y milagros de Carlos Gardel e Informe sobre el tango y seis suplementos de 32 páginas cada uno, en el diario El País de Montevideo (1989, 1992 a 1996), en los cuales destruye el montaje del Gardel francés y logra demostrar con abundancia de indicios y documentos el nacimiento en Uruguay del Rey del Tango. Los títulos de los suplementos son:

Carlos Gardel, sus orígenes, el mito (1989)
Carlos Gardel. Documentos para la historia (1992)
Siempre Gardel (1993)
Primer abecedario gardeliano (1994)
Los funerales del Gardel francés (1995)
Gardel en la cumbre (1996).

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