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INTENDENCIA MUNICIPAL DE MONTEVIDEO

Plan de Ordenamiento

Territorial de Montevideo

Intervención del señor Intendente Municipal de Montevideo

Arquitecto Mariano Arana

ante la Junta Departamental el 18 de diciembre de 1997

Señor presidente de la Junta Departamental de Montevideo,

edil Mortimer Valdez.

Señoras edilas y señores ediles,

amigos todos:

Solicitamos ser recibidos en el día de hoy por este Cuerpo, atención que mucho agradecemos en una jornada de trabajo tan intensa como la que hoy están desarrollando, a los efectos de presentar, acompañados por nuestro equipo de gobierno en pleno, el Plan de Ordenamiento Territorial o más sencillamente “Plan Montevideo”, cuya elaboración finalizara hace muy pocas horas y que fuera remitido a Ustedes para su consideración. Largo y meticuloso proceso de elaboración que significó el esfuerzo de miles y miles de horas hombre a lo largo de estos últimos casi tres años, y que con orgullo venimos a decir se culminó en los tiempos previstos. A juicio de nuestro equipo de gobierno, este acto resulta una de las actuaciones más trascendentes del presente ejercicio. Una de las actuaciones de gobierno más largamente analizadas y procesadas, y de más profundos significados e implicaciones.

No queremos ocultar la importancia que a nuestro juicio reviste esta iniciativa, que puede llegar a constituir una apuesta de rango similar a lo que fue, en su momento, la audaz apuesta a la descentralización que se formuló en el período pasado.

Lo es, en primer lugar, porque expresa de modo inequívoco la voluntad de encuadrar todas y cada una de las futuras actuaciones, de acuerdo con escenarios previsibles y recursos expresamente previstos.

No necesitamos abundar en argumentos para transmitir cuánto se gana en transparencia de una gestión a nivel público, cuando los gobiernos explicitan de modo adecuado sus planes y programas. Y muy particularmente cuando se da cuenta de las reglas de juego que regirán de aquí en más y constituirán el marco operativo de los diferentes actores privados, cosa que se ha venido reclamando de modo insistente, a nuestro juicio, con plena razón. No es poca cosa además el otorgar certidumbre acerca de esas reglas de juego y la mayor claridad en cuanto a su significación, interpretación y aplicación por parte de la autoridad municipal.

Tampoco es irrelevante señalar que todo ello resulta de un proceso de elaboración y consulta participativo; participativo en lo que hace a la consulta a la sociedad en sus más variadas formas organizativas y modalidades de actuación, así como participativo en lo relacionado con los diversos organismos y entes del Estado.

Nos insertamos pues en un proceso planificador que viene de muy atrás. La ciudad de Montevideo desde sus orígenes fue una ciudad imaginada, pensada, incluso “inventada”. Desde su pasado colonial hispánico en tanto ciudad amurallada, pasando por la ciudad abierta, congruente con el espíritu liberal del nuevo Estado Oriental, a la ciudad moderna, expandida, embellecida con avenidas, parques y bulevares, congruente con el modelo batllista, a la que en 1930 la propuesta de Plan Regulador intentó dar un orden, llegando al modelo que el Plan Director avizoraba ya como ciudad metropolitana.

Ciudad imaginada también desde la resistencia, cuando en tiempos de oscurantismo éramos muchos los que peleábamos por defender a Montevideo y a su propia gente de las múltiples agresiones vividas, soñando a la vez con la ciudad democrática que más temprano que tarde íbamos a construir entre todos.

Siempre ha sido así: desde los más diversos centros de iniciativa, desde lo público y desde el ámbito privado, desde la población organizada o desde los ámbitos académicos, la ciudad fue discutida, imaginada y pensada. Montevideo siempre inconclusa, siempre en construcción, ha sido siempre una realidad y al mismo tiempo un proyecto, una aspiración colectiva.

A ello aportaron ciudadanos de variados orígenes, identidades y capacidades técnicas. Intendentes, políticos y urbanistas, inquietos e innovadores, que dejaron en la ciudad su aporte en obras así como su aporte de análisis y de reflexión y planificación; como lo hicieron el Ingeniero Fabini, Ramón Benzano, el ingeniero Acquistapace, el agrimensor Germán Barbato, Daniel Fernández Crespo, el doctor Aquiles Lanza, el doctor Tabaré Vázquez.

La ciudad ha sido testigo del acierto de estos precursores, así como el aporte de relevantes técnicos como los arquitectos Mauricio Cravotto, Julio Vilamajó, Carlos Gómez Gavazzo, Juan Antonio Scasso, Ruben Dufau y el ingeniero Primo Roda, quienes desde sus respectivas especialidades concibieron desde las estructuras territoriales hasta los sistemas viarios que canalizaron los flujos y crecimientos y los sistemas de espacios públicos abiertos, auténtico patrimonio de esta ciudad.

Hoy evocamos con respeto y admiración a todos ellos cuando remitimos a esta Junta un nuevo plan para Montevideo.

Por cierto que cuando nos referimos al Plan en tanto contexto referencial nos estamos remitiendo a un modelo de planificación moderna y flexible. Un modelo de planificación donde se reconoce como un dato de la realidad la existencia de una pluralidad de actores y de una diversidad de escenarios. Un modelo de actuación, en fin, donde la planificación contempla la incertidumbre como un espacio de variabilidad predecible e incorpora la concertación de actores como herramienta esencial.

El mundo actual requiere de propuestas abiertas que tomen muy en cuenta en forma realista, los ámbitos de gobernabilidad de quienes se constituyen en sujetos relevantes de transformación positiva.

De allí que este Plan no sólo asuma las características propias de un plan general de ordenamiento al estilo clásico, sino que también integre la perspectiva estratégica, al incorporar una reflexión de nuevo tipo que reconoce y admite la diversidad de actores en el territorio, cada uno de ellos con sus intereses propios y sus estrategias; y cada uno de ellos con diferentes relacionamientos con la Intendencia Municipal, dentro o fuera de su ámbito de gobernabilidad.

Entre ellos, destacamos las actuaciones que deberán sustanciarse en el concierto del área metropolitana, actualmente facilitadas -diríamos exigidas- por el ordenamiento constitucional del país, en particular por el artículo 262 de la Carta.

Pero además queremos destacar el carácter de obra colectiva y abierta que asume conscientemente el Plan. Este Plan refleja una acumulación de experiencias e ideas de tal envergadura que no puede ser obra exclusiva de una persona ni de un grupo de personas, por calificadas que éstas puedan ser; mucho menos, de una institución u organismo (no lo ha sido ni de la Intendencia Municipal, ni tampoco de la Facultad de Arquitectura, ni de los muchos técnicos en diversas disciplinas, vecinos, grupos e instituciones que realizaron sus aportes) sino que, por el contrario, es el patrimonio de una generación.

Es la apuesta de toda una generación, la apuesta que esta generación de montevideanos realiza para el futuro, para aquellos que vendrán a sucedernos.

Una apuesta meditada, ordenada y jerarquizada.

Una idea de ciudad que se sustenta en los principios de la equidad y la integración social, de la democracia política, de la descentralización y la participación, de la defensa del medio ambiente y del patrimonio natural y cultural, de la promoción de los valores de la tolerancia, del pluralismo y del respeto a la diversidad.

Una idea de ciudad y de territorio, en fin, que se expresa en la promoción de un desarrollo sostenible para éste, nuestro departamento de Montevideo.

Este Plan, señoras edilas y señores ediles, trae consigo algunas viejas ideas, ordenadas y compiladas, y por sobre todo, muchas ideas nuevas.

En él podrán encontrar capítulos enteros dedicados a la ecología y al medio ambiente, a la protección de la biodiversidad y del paisaje, tanto del paisaje natural como del cultural. En él se defiende con énfasis la inclusión de ciclovías para la utilización de bicicletas y patines como alternativas de desplazamiento de personas. En él se proponen tanto audaces operaciones urbanísticas, de carácter estructural, como la preservación de edificios concretos, de ambientes específicos, y la recuperación de microespacios urbanos. En síntesis, este Plan es un conjunto que entendemos coherente, de aspiraciones de urbanidad democrática. Por lo mismo, aquella preservación no supone un congelamiento nostálgico y conservador. Por el contrario, pretende ser éste un Plan diseñado en el cambio y para el cambio .

Este Plan es inconformista y propone una ciudad alternativa, una ciudad mejor que la que hoy poseemos. No queremos un plan para organizar mejor lo que existe, para dar orden a la desigualdad, a la iniquidad, al deterioro físico y ambiental, a la ciudad dividida entre una costa rica y equipada y una periferia casi siempre postergada.

Queremos un plan para dignificar a la gente.

Queremos un plan para la transformación y el cambio. Un plan para construir una ciudad más equilibrada, ambientalmente sana, estructurada de acuerdo a un auténtico sustrato democrático y democratizador, en torno a un sistema de espacios públicos dignificados y calificados.

Una ciudad de personas y ciudadanos.

Una ciudad para vivir y no tan sólo para sobrevivir.

Una ciudad para gozar y disfrutar.

Una ciudad donde desarrollar nuestra identidad y nuestras identidades.

Una ciudad de hermanos y de iguales, de encuentro entre los diferentes. Una ciudad de gente trabajadora y productiva.

Una ciudad de gente cultivada y capacitada, aunque no sea erudita.

Una ciudad que respete y quiera al que no tiene techo, al anciano, a los gurises, a las personas con distintos grados de discapacidad, a los jóvenes y a los que hoy no encuentran trabajo.

Una ciudad de la que sentirse orgullosos.

Orgullosos en tanto comunidad integrada que rechaza el sistema del ghetto o el apartheid urbano. Hace pocos días pudimos escuchar, acá en Montevideo, una conferencia de uno de los más preclaros líderes y pensadores urbanos del mundo actual: don Pasqual Maragall, quien fuera Alcalde de Barcelona en los últimos 15 años. Entre los muchos conceptos que abordó, Maragall se refirió a una definición del espacio público, que compartimos plenamente: “El espacio público -dijo- expresa el compromiso de los que más tienen con los que menos tienen”. Esta sencilla idea, que es todo un programa revolucionario de gestión urbana, es la que nos anima.

No queremos caer en la tentación de concebir a la ciudad como un sistema cerrado donde el miedo y los prejuicios mandan, y donde se va desde el hogar enrejado al shopping center, al edificio inteligente cerrado. Esa anticiudad que asoma en otras latitudes no es la que queremos para nuestra gente. Por eso entendemos a este Plan como una propuesta de apertura, de democracia, con espacios pensados y preservados para el uso social, con condiciones crecientes de integración social. Por eso pensamos a Montevideo como una ciudad en dinámica evolución, capaz de optimizar un estilo de desarrollo de alcance integral.

Nos encontramos en circunstancias históricas de excepción, cuando Montevideo y el país todo se asoman a oportunidades que éticamente estamos obligados a no soslayar.

Montevideo aspira legítimamente a desempeñar el papel de capital regional. Estamos capacitados para asumirlo y volcar los beneficios de tal distinción hacia nuestra gente toda y en particular a los menos favorecidos. Realmente, amigos, no puedo menos que sentir una honda emoción en este momento. Se trata de una de las aspiraciones más largamente procesadas de este gobierno.

Es que, si este Cuerpo comparte nuestras apuestas y nuestras propuestas, la ciudad y el departamento de Montevideo contarán con un plan de la jerarquía acorde a los desafíos e interpelaciones de un nuevo siglo y de un nuevo milenio.

Por allí se ha dicho que el mejor plan es el plan que realmente se puede ejecutar. Asumiendo esta afirmación -a nuestro juicio es un tanto esquemática- queremos destacar que el “Plan Montevideo” desarrolla de modo muy especial los instrumentos existentes de ordenación e intervención urbanística y crea nuevas herramientas de gestión, de modo de otorgar un perfil netamente ejecutivo a este documento.

Con él, pueden viabilizarse algunas de nuestras propuestas para lograr un mayor equilibrio territorial, para revitalizar las centralidades democráticas, para abrir nuevamente la ciudad a la Bahía, para iniciar el parque lineal del arroyo Miguelete, para recuperar y revitalizar áreas urbanas hoy deprimidas. No son éstas, amigos, tareas para un período de gobierno. Mala señal daríamos a nuestros conciudadanos en tanto responsables políticos, si sólo impulsáramos las obras que se pudieran culminar antes de cada fin de un mandato.

Estamos apuntando al futuro y el futuro no tiene plazos ni se agota en los cortes de cintas o en los oropeles de una campaña electoral. El futuro se dimensiona en términos de generaciones y no de votos: se hace posible en la niñez atendida, en el empleo productivo y en el espacio recuperado para todos. Confío, señoras y señores ediles, en que estas apuestas y estas propuestas que hoy estamos expresando sean apuestas y propuestas compartidas. La población de Montevideo lo merece.

Muchas gracias.

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© autogestión vecinal (http://www.chasque.apc.org/guifont) Montevideo/URUGUAY

Edición Internet 1998: Guillermo Font


Guillermo Font - ELECTRICISTA

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Montevideo - URUGUAY