autogestión vecinal

FUCVAM
FUCVAM

SEMINARIO INTERNACIONAL
Producción Social del Hábitat
y Neoliberalismo:
el capital de la gente
versus la miseria del capital
Montevideo, 1 al 6 de octubre 2001
Federación Uruguaya de Cooperativas de Viviendas por Ayuda Mutua
Secretaría Latinoamericana de Vivienda Popular
Coalición Internacional del Hábitat

SELVIP

Hábitat, Conflicto social
y Nuevos Padecimientos
(Argentina)

Alberto L. Bialakowsky*; Cristina Reynals**; Guilermo Villar *** ; María Ignacia Costa****; Alejandra Benvenuto; Federico Figueras; Inés Rodríguez Moyano; Roxana Crudi*****

Abstract:

La ponencia tiene por objetivo presentar los avances de la investigación sobre exclusión social y nuevos padecimientos haciendo hincapié en la relación de estas categorías con la producción social del hábitat en situaciones locales de vulnerabilidad, exclusión social y violencia. El análisis de esta temática tomará como punto de partida el caso de la Villa 21-24. La Villa 21-24 está situada en el barrio de Barracas, Ciudad de  Buenos Aires y su extensión es de 44 has. La misma está limitada por la calle Luna, las vías del Ferrocarril Gral. Roca, la continuación de la Av. Zavaleta y el Riachuelo. Según datos del Censo 1991 allí viven más de 10.000 personas. A través de un decreto presidencial del año 1992, las tierras fueron vendidas a sus actuales ocupantes representados por la Mutual “Flor de Ceibo”.

En nuestras observaciones el acceso al espacio urbano produce conflictos y luchas sociales y, por ende, padecimiento social y subjetivo. En el campo de la conflictividad que implica la exclusión nos interesa profundizar el análisis en los conflictos al interior de la villa. Entre los posibles orígenes de los conflictos podemos mencionar: i- La localización geográfica de estos barrios (accesibilidad desigual a bienes y servicios); ii- Convivencia de situaciones de legalidad - ilegalidad (propietarios - ocupantes / nuevos ocupantes; documentados - indocumentados); iii- Relaciones entre sociabilidad y salud y iiii- El ascenso a nuevos órdenes de habitabilidad (vivienda precaria y ocupada a vivienda no precaria y propia). En este sentido la lucha social es material y simbólica e involucra a los distintos grupos que habitan el espacio urbano promoviendo relaciones de poder y dominación.

Desde nuestra perspectiva los conflictos podrían hallar soluciones y alternativas si se los analiza como fenómenos complejos, es decir, considerando los encadenamientos micro, macro y meso institucionales apartándose de los procesos reduccionistas y fragmentarios que promueve la división del trabajo y que reproducen la exclusión social. En otras palabras la propuesta se dirige a la producción de nuevas estrategias que giren alrededor de un pensamiento de acción y salud colectiva.

El abordaje del estudio propuesto incluye la utilización de una metodología cualitativa en el marco del paradigma de la complejidad. Dicho abordaje se llevará a cabo a través del estudio de casos institucionales en coproducción con los actores partiendo de historias de vida y entrevistas.

Villa Nuestra

En la Villa De Barracas, hay de todo y no hay nada  ....

La lluvia entra a raudales por las chapas agujereadas.

El viento se cuela por las rendijas de madera,

Un chico llora, no sabe que no hay leche: él quiere su

mamadera.

En el aire flota una humilde canción

en la calle los chicos no tienen juguetes,

juegan con la imaginación.

Que son prostitutas, que son todos ladrones.

Se levantan voces en todos los rincones,

pero ... ¿Qué hace el sabio, qué hace el inteligente?

¿Ayuda o condena a toda esa gente?

No regales nada, ábreles la puerta.

Ahora que están vivas ...no después de muertas.

Que encuentren la luz del amor y del progreso,

Que entre la risa, que se vaya el llanto.

Son seres humanos, no todos son malos, no todos son santos.

Los autos pasan con gente importante y todos son iguales,

Cuando ven la Villa comentan en tono liberal: ¡Cómo

puede existir gente que viva tan mal!

Un chico le pregunta a su papá: ¿Por qué el

no puede ser como los chicos que viven en la otra

parte de la ciudad?

Los muchachos del centro, vienen a conquistar

Con su plata la ternura.

Una flor ha crecido en toda esta basura, una hermosa niña que trabaja cama adentro

Y no sabe de boliches, ni de onda

Musical, solo mira las novelas y sueña

Que algún día su futuro será triunfal.

En la Villa de Barracas, hay de todo, y no hay nada...

La lluvia entra a raudales, por las chapas agujereadas ...

Julio Arrieta[1]

I.      Introducción

1. Exclusión social y habitat hoy

Es posible preguntarse hoy si la exclusión social reviste un nuevo carácter o no. La respuesta no es unívoca, nos encontramos con residuos históricos de los procesos de exclusión social que se encarnan en la privación del habitat, entendiendo por este proceso, una dinámica social e histórica de largo plazo que lo produce.

Para este análisis preliminar sólo nos detendremos en afirmar, que, en coincidencia con diversos autores, los procesos sociales han sufrido mutaciones relevantes. Si consideramos desde la etapa de postguerra, de mediados del siglo XX, al amanecer del siglo XXI, los procesos sociales y económicos globales sufren una línea de corte a mediados de los años 70. Este corte implicó una producción social diferente a uno y otro lado de este corte temporal. Cómo es sabido se pasa de políticas en cuyo horizonte se planteaba la inclusión (socialdemocracia), aún con sus inequidades, a políticas donde la exclusión social se naturaliza (dictadura y neoliberalismo) y se pierde ese horizonte proyectado de la inclusión universal.[2]

Nos interesa aquí señalar que la metamorfosis atañe de modo relevante a la centralidad que ocupaba el trabajo-empleo, a su formalización legal y a su centralidad como elemento de cohesión y sobrevivencia social. El trabajo-empleo asalariado es erosionado, flexibilizado, desmontado después de haber sido secularmente construido a través de la dominación, los conflictos y el contrato social. [3]

Un segundo aspecto, que también nos interesa señalar, es el proceso de fragilización de los lazos sociales, el deterioro en la formación de los colectivos, de lo colectivo mismo. Al decir de Richard Sennett "el nosotros" se ha convertido en un pronombre peligroso.[4]

El hábitat en este sentido no puede comprenderse sino en sus dos aspectos constitutivos la formación social y la formación espacio territorial-temporal, espacio físico y espacio social conforman un habitus inescindible[5]. La apropiación del hábitat se ha transformado históricamente, se ha naturalizado por un lado la escisión, la separación entre ambas formaciones, la física y la social, y por el otro las han fetichizado, despojando de la memoria cultural la construcción social del acceso al hábitat.

En consecuencia, si las fracciones más desposeídas de los trabajadores[6] integraban previo a los 70 los sectores marginales, en la actualidad esta franja por un lado se ha ensanchado y por el otro han perdido el horizonte de inclusión. Es decir los procesos sociales de exclusión se han rigidizado al perder esos dos atributos esenciales el trabajo-empleo universal y la vulnerabilidad para la construcción de colectivos.

Los procesos sociales se encuentran producidos y contorsionados, encontramos torsiones legales e ilegales comunicadas, con actores sociales incluidos y excluidos, los descubrimos con formas continuas en un mismo sistema local, regional y global. La circulación de la violencia social se intensifica, se distribuye reticularmente como consecuencia de la pérdida de atributos de cohesión, ya no sólo vertical, sino horizontal entre desposeídos.

2. Instituciones públicas y Núcleos Urbanos Segregados hoy

Nuestro enfoque profundiza el análisis de los grandes procesos sociales de trabajo, dentro de los cuales las instituciones públicas juegan un rol relevante y como venimos desarrollando, tampoco se encuentran ajenas a estas grandes transformaciones. El rol del Estado y el rol del Mercado han renovado su conflicto y esta etapa se ha plasmado en la hegemonía del mercado, encontramos una nueva fuerza reguladora sobre el Estado, casi una inversión de las intervenciones del Estado sobre el mercado postcrisis capitalista de 1930.

En este contexto de producción de exclusión e inaccesibilidad al habitat (en su doble significado) las instituciones públicas juegan un papel,  a saber: colocan un "stop" al proceso de exclusión, resultan indiferentes o bien lo reproducen y/o amplían. Cualquiera de estas hipótesis rescatan críticamente el rol de las instituciones en el gran proceso de trabajo social.

Ahora bien, estos procesos sociales de exclusión se encarnan social y territorialmente, no se trata sólo del hábitat individual y/o familiar, sino de conjuntos sociales que se materializan en el medio urbano, núcleos que se producen por medio de cortes e interacciones, de "muralidades" sociales y territoriales. El hábitat colectivo en este sentido puede concebirse como una unidad dinámica de integración y segregación. Estas unidades colectivas de hábitat las denominamos Núcleos Urbanos Segregados (NUS),  pues conforman sobre viejos residuos como las villas, los conjuntos habitacionales de monoblocks populares construidos en los 60 y 70 y los asentamientos recientes nuevas formas de hábitat colectivo segregado.

Tomando los Núcleos Urbanos Segregados como unidades de análisis verificamos tres etapas: una de instalación, de evolución y ascenso en la organización social y una tercera, la actual, de fragmentación, de mayor "aislamiento". Los 90, en el contexto social global antedicho, producen  procesos de rigidización y de "guetificación"[7] en la corriente de inclusión social y sobreviene  la desarticulación en el interior y en el exterior de estos sistemas. No estamos negando la vigencia de las fuerzas sociales colectivas de los movimientos vecinales, villeros, barriales, sino tratando de comprender los factores debilitantes de la cohesión horizontal. Entre estos factores destacamos: a. la ilegalización en los procesos de trabajo y la sobrevivencia y la consecuente criminalización de los pobladores, b. la violencia reticular, fragmentaria y reproductiva, c. la corrosión en la cultura asociativa.

3. Proceso social de trabajo y padecimiento hoy

Este gran proceso social de trabajo conlleva padecimiento, el padecimiento puede ser comprendido también como la parte oculta del poder social. En diversas formas se produce un enmascaramiento del sufrimiento humano que deviene de esa gran (global) mutación. De las cuales señalaremos tres: a. el rol neutral de las instituciones del Estado, b. el proceso social de autoresponsabilización individual y c. el pensamiento colectivo sobre la necesariedad y/o el determinismo del crecimiento unidireccional.

Sin detenerrnos en los atributos mágicos[8] de las argumentaciones del pensamiento social neoliberal, las instituciones públicas se encuentran sin capacidad de autoreflexionarse, es decir que los actores que las encarnan se encuentran en un proceso alienado de producción de lo social. Producen inevitablemente lo público pero se revelan impotentes para recuperar su dominio frente al otro dominio del mercado. Se registra así una equiparación de objetivos y de métodos, donde el padecimiento social y subjetivo es ignorado.

Desde un punto de vista complementario la ignorancia del padecimiento social constituye un reverso y un instrumento del poder. Efectivamente, pensamos, como los clásicos no han ignorado, que la coacción se ejecuta sobre el temor, que no es más que un anticipo de otros padecimientos. Este encadenamiento también forma parte del enmascaramiento e incluso del ocultamiento de algunos  científicos y políticos para reconocer la violencia de este ejercicio de la práctica institucional actual.  Se inaugura como sabemos la sociedad del riesgo[9] y del prudencialismo, donde cada uno debe correr "por su cuenta y riesgo". Lo individual emerge como única categoría de lo social y el padecimiento se desprende de su origen social.

4. Comprender el padecimiento y nosotros hoy

Nuestra investigación-acción coproductiva se inserta en este contexto de la Villa 21-24  de Barracas de la Ciudad de Buenos Aires, en y para este contexto. Este emprendimiento intenta entonces contribuir a obstaculizar la fluidez actual del proceso social de exclusión. En esta investigación-acción nos proponemos, como ahora,  co-producir alternativas con las instituciones públicas (estatales y del tercer sector) para incidir sobre el  proceso que lacera lo social.

Nuestro punto de partida es comprender el padecimiento, analizar sus cadenas causales y crear un proceso de redescubrimiento con los actores institucionales y barriales. Lo público en este sentido no nos es ajeno, pues como equipo de investigadores y alumnos intentamos aunar esfuerzos entre  la Universidad, las Instituciones y la Comunidad.

En este punto de partida también nuestra elección, lo sabemos, resulta sesgada, pues tomamos como ejes iniciales el padecimiento social y la salud. Sin embargo, la elección no resulta arbitraria. En el orden del padecimiento las instituciones se comportan de manera reduccionista, la división extrema del trabajo institucional, impide el tratamiento de los  padecimientos sociales y subjetivos que debieran alternativamente tratarse con enfoques complejos, transectoriales y transdisciplinarios.

Lo que sigue es el resultado de una coproducción que da cuenta de la etapa inicial de este proyecto (2001-2002) en la Villa 21-24.  En este sentido, este trabajo ha sido elaborado siguiendo los ejes que se mencionan a continuación: en primer lugar, el contexto histórico y social en el que se inscribe la Villa 21/24; luego, un análisis de las características socio-espaciales y de sus consecuencias, entre las que podemos mencionar: situaciones de conflictividad social, estigma y discriminación y por último intentamos aproximarnos a reflexionar acerca del rol que desempeñan las instituciones en la producción social del habitat.

II. En el barrio...

Palabras claves: historia institucional - ubicación - historia del barrio - erradicación / radicación - organización social - Estado

Las condiciones del ejercicio del derecho al espacio urbano es un campo de lucha material y simbólico, que involucra de manera diferencial a los distintos grupos sociales que lo habitan. Para el ejercicio de tal derecho importa, de manera fundamental, el acceso de bienes y servicios implantados en el espacio urbano (educación, salud, transporte, servicios públicos, infraestructura, etc.).

Cada localización geográfica implica un acceso diferente/desigual a los bienes y servicios urbanos, razón por la cual aquellas son valoradas diferencialmente al igual que sus habitantes. La lucha por el espacio urbano está imbricada con construcciones de sentido en torno al “otro” que para, el caso de los sectores populares urbanos, van unidas a procesos de estigmatización/diferenciación, es decir prácticas  y representaciones sociales que intentan dirimir los “derechos” y  “méritos” relativos a la ciudad.  (Reynals, C.; 1998).

La Villa 21-24 ocupa, en el barrio de Barracas de la ciudad de Buenos Aires,  una extensión de 44has, limitada por la calle Luna, las vías del Ferrocarril Gral. Roca, la continuación de la Av. Zavaleta y el Riachuelo, dividida en tres sectores Tres Rosas, Tierra Amarilla y Caacupé.

Las pautas de crecimiento de la población habitante de la villa fueron muy sensibles a los distintos regímenes políticos: de permisividad en los gobiernos democráticos y de erradicación en los gobiernos autoritarios. (Reynals, C.; 1998).

En 1980 las autoridades municipales se vanagloriaban de haber erradicado el 76% de la población villera de la Capital, asegurando que las familias vivían ahora en casas propias. Paralelamente el gobernador de la provincia de Buenos Aires se quejaba que lo que se había hecho era sólo “tirar” a las familias en zonas despobladas del Gran Buenos Aires, haciendo una transferencia jurisdiccional de la pobreza. En la lucha  contra la última dictadura militar fue decisiva la participación de los sacerdotes de la “Pastoral Villera” entre los que se encontraba el padre Daniel de la Sierra quien, desde la capilla  de Caacupé, pedía a los vecinos “vencer el miedo” para enfrentar los desalojos (Memoria y balance 1992-1993-1994, Asociación Mutual Flor de Ceibo).

Con el advenimiento de la democracia, en 1983, y el repoblamiento del barrio surgieron nuevas formas de organización: Cuadrilla de Luz, Comisión de Madres, Radio Sapucay, Parroquia Caacupé  que enfrentaron la inflación y el desabastecimiento en forma coordinada y solidaria. Como saldo de esta experiencia se formó el Consejo Vecinal  que en 1989 se sumó al Movimiento de Villas y Barrios Carenciados de la Capital Federal a través de sus delegados en un cuerpo colegiado de conducción , cuyo objetivo principal era lograr un acuerdo con las autoridades municipales para Radicar, Transformar e Integrar  las villas  a los barrios de la Ciudad de Buenos Aires.

Según datos del Censo nacional de  población  1991 viven allí más de 10.000 personas, convirtiendo a la Villa 21-24 en una de las pobladas de la ciudad, donde comparten su vida paraguayos, bolivianos, argentinos de Chaco, Misiones, Corrientes, etc. Estos pobladores, representados por la Mutual “Flor de Ceibo” recibieron en venta las tierras ocupadas, a través de un decreto presidencial del año 1992, en el marco del Programa de Radicación de Villas de la Capital Federal y del programa nacional Arraigo.

Según Guillermo Villar  (actual presidente de la Mutual Flor de Ceibo) “Nuestra bandera máxima, en relación a la tierra es arraigarnos en el lugar donde estamos para posibilitar un crecimiento y desarrollo social, sabiendo nosotros que es imposible llevar adelante un proyecto que tenga que ver con dignificar la vida de la gente sino hay una política social coherente.”

La Mutual Flor de Ceibo nace en 1991 como una organización representativa de los vecinos en cuanto a la compra y tenencia de la tierra. Algunos de sus objetivos son: “Fomentar la ayuda recíproca entre sus miembros para satisfacer sus necesidades y “proveer de viviendas a sus socios, ya sea adquiriéndola; construyéndola o haciéndola construir; “entregar en uso o en propiedad, según las necesidades.”

El 28 de julio de 1991 se realiza la asamblea constituyente  de la asociación Mutual Flor de Ceibo, el 26 de marzo de 1992 obtiene su personería jurídica N° 1754 y el 22 de junio de 1992, en el salón blanco de la presidencia de la Nación, se firma el boleto de compra-venta mediante el cual el Estado Nacional vende a la Asociación Mutual Flor de Ceibo Villa 21-24 “el inmueble nomenclado catastralmente como circunscripción 2, sección 26, manzana 51 a 58, correspondiendo a los mismos las medidas lineales y angulares y las superficies que se especifican en el plano cuya característica es 050-C-91, de la Dirección General de Fiscalización de Obras y Catastro de la MCBA.”

La venta fue realizada AD-CORPUS, es decir, con los edificios existentes incluyendo los de Ferrocarriles, por medio del decreto N° 1011/92. El precio de la operación fue de dólares estadounidenses un millón veinticuatro mil ciento cincuenta (U$S 1.024.150). Se estipuló el pago del 1% del total (U$S 10.241) dentro de los 30 días  de aprobada la compra, abonándose el saldo en cuotas mensuales, iguales y consecutivas en un plazo de 10 años con un interés del 8% anual.

Con este paso se cerró una larga etapa de luchas desterrando la idea de desalojo para solucionar el problema de las villas y creando conciencia de radicación y transformación paulatina en barrios dignos. Sin embargo, desde la visión de los vecinos, la política llevada a cabo por el Estado Nacional y Municipal no puede ni debe entenderse como que al Estado le está permitido abandonar o renunciar a su obligación de brindar a la población  salud, educación, trabajo, igualdad de oportunidades, seguridad y vivienda.

La autogestión de los vecinos, la responsabilidad económica del pago de las tierras, la transformación del barrio, sólo puede concebirse y concretarse mediante la implementación de las políticas a que el Estado está naturalmente obligado.(C. Lares, secretario Mutual Flor de Ceibo)

Durante estos años se realizaron múltiples tareas tendientes a desarrollar el plan de urbanización e integrarlo con una mejor calidad de vida de sus habitantes, a pesar de la implementación de una política gubernamental de exclusión social, propia del modelo neoliberal. Entre ellas se encuentra la sanción de la ordenanza de zonificación para permitir la urbanización de las villas, la creación de la Escuela Infantil (en el sector Tierra Amarilla), pavimentación de nueve cuadras, construcción de módulos básicos de relocalización para deshabitar la traza de la Avda. Osvaldo Cruz, construcción de la sede de la Asociación Mutual, tendido y conexión de 2000 metros de caños de agua potable, mantenimiento de la luz eléctrica, convenios con la Universidad de Buenos Aires y ONGs. para el diseño y planificación del loteo, equipamiento, espacios verdes, centros recreativos, etc., asesoramiento jurídico y técnico.

En la actualidad la Mutual cuenta con 2070 socios de los cuales alrededor de 700 han cancelado el pago total de sus lotes. Se adjudicaron 300 lotes en el sector Iguazú, antiguo basural de más de 2 metros de altura y miles de metros cúbicos que van a parar al cinturón ecológico, en los cuales se construyeron 30 casas nuevas a través, de la autoconstrucción asistida o  construcción a cargo de la mutual.

Enfatiza Villar, en una entrevista para  la revista Tercer Sector, “nosotros, como consejo vecinal del barrio, éramos, y somos, una organización política para pelear contra la marginación y la pobreza; pero necesitábamos ‘documentos de identidad’ legales y optamos organizarnos como mutual...”

III.       Caracterización socioespacial y conflicto.

Palabras claves: espacio - proceso de guetificación - estigmatización - discriminación - identidad - conflicto (sociedad global y barrio - vecinos - ocupas) - violencia - miedo

"No hay lugar de encuentro más importante entre el hombre biológico y el hombre social que el espacio (...) el espacio es eminentemente cultural (...) un espacio está impregnado por ideologías y valores."

  Jacques Le Goff

Las villas se constituyen como una modalidad de hábitat propia de sectores populares pobres que frente a la imposibilidad de acceder a una vivienda ocupan en forma ilegal el espacio urbano.

"El proceso de ocupación inicial de terrenos en Buenos Aires que dio origen a las villas se remonta  a los finales de la década del 30 y se consolida en los años 40, durante los primeros gobiernos peronistas. Tal proceso tuvo la marca del importante movimiento migratorio de la época desde el interior rural hacia las ciudades más grandes, como Buenos Aires, Córdoba, Rosario o Tucumán. Puede decirse que el motor motivacional de estos nuevos habitantes de las ciudades era su incorporación como obreros al proceso productivo industrial en pleno desarrollo o al Estado como empleados del sector público. Aquellos pobres de cincuenta años atrás llegaban desde el interior del país y en menor medida desde los países vecinos, principalmente Paraguay y Bolivia"[10]. Algunos testigos de este proceso relatan:

“Llegué cuando tenía 22 años, pero desde los 18 paseé por toda la Argentina. De Salta bajé por Tucumán, fui hasta Ushuaia y no había horizontes firmes para quedarse. Y bueno, Buenos Aires prometía un poco más que Ushuaia o La Quiaca. Tuve que emigrar porque en Salta no había futuro. Al no haber contenciones en los pueblos a nivel del agro, de industrias que se instalan en las regiones, uno ve escasas posibilidades de futuro. Todas las puertas estaban cerradas y si te quedabas lo único que te quedaba por hacer era dedicarte a la vagancia. Todos los compañeros que se quedaron en Tartagal (Salta) hoy son narcotraficantes, son drogadictos, es decir, terminan del otro lado y están en la ruina. Da tristeza ver el lugar donde uno nació todo destruido.” (Vecino de la Villa 21/24, Barracas)

" Yo nací en Paraguay y vine acá por cuestiones de trabajo porque en mi país casi no hay trabajo. Es una miseria total y acá me vine, estoy en la villa... Trabajé un poquitito. Me compré para mi casa...

[...]

 Y vine a la casa de una amiga y ella me consiguió acá en la villa para lavar ropa y eso, verdad y así me fui acostumbrando, verdad, y pidiendo a la gente que ... Y entré en la villa acá no mas, trabajé, porque estudios no tengo para decir que soy una estudiante, estudiante no tengo como para decir voy a trabajar en una oficina o voy a trabajar en uno que me va a convenir para ganar bien, verdad, no puedo pretender esas cosas y acá conseguí tres, cuatro partes, cuidaba chicos y lavaba ropa y así me fui juntando la platita y... " (Vecina de la Vila 21/24, Barracas).

La configuración externa de la villa, depende de la relación con el exterior, en otras palabras, se define en un proceso de guetificación caracterizado por la escisión, tanto espacial como institucional, entre el núcleo urbano segregado y los barrios satélite de clase media que lo circundan (L. Wacquant, 2001). Así pues, los límites materiales y simbólicos que se imponen a los habitantes que ocupan un espacio en la villa definen una brecha cada vez más profunda entre los que pueden sobrevivir con las reglas de juego que instaura el sistema y los que se ven necesariamente expulsados, alejados de las capacidades mínimas para competir dentro de él. La exclusión  aparece aquí como una parte constitutiva del proceso social.

En cuanto a la configuración interna, pueden mencionarse varias cuestiones que contribuyen, positiva o negativamente, a la producción social del hábitat. En primer lugar la precariedad de las viviendas y la  prominencia de hogares con necesidades básicas insatisfechas que se manifiesta en: falta de servicios municipales básicos, urbanización anárquica, ausencia de alcantarillado y saneamiento, energía eléctrica y alumbrado público precario, inexistencia de servicios de recolección de residuos, deficiencias en el área de salud y nutrición, etc. En segundo lugar, el hacinamiento (D. Merklen, 1997) que no sólo puede observarse en el amontonamiento de casillas y viviendas sino también al interior de las mismas. En palabras de los entrevistados:

" Y cuando llegué dije Uh! donde vine, verdad, porque es diferente de venir de Paraguay, verdad. Allá vivís todo libre, todo... pero acá es un poco todos apretados, encimados, así las casas... Me extrañó, verdad, [...] Y ahora me estoy acostumbrando. Tanto dije a donde vine a meterme, ahora soy feliz acá" (Vecina de la Vila 21/24, Barracas).

M: Ah, cuando llegamos era una piecita nada más, tenía dos habitaciones, y lo dividían con chapa de..., con chapa de cartón. Y bueno, mi papá en una pieza, nosotros en otra, y bueno, la cocina y el comedor. Después...

MI: ¿Qué dormían, 7 en una pieza y tu mamá y tu papá en otra?

M: No, mi papá y los dos más chicos. Después estábamos todos en otra..., no mi hermano más grande no me acuerdo en donde dormía... en el comedor porque teníamos colchones, porque como no teníamos cama teníamos que tirar los colchones al piso y... Bueno, ahora está todo dividido. Igualmente cuando... mi hermana ya..., cuando mi papá terminó de construir la casa mi hermano ya no estaba más con nosotros, ya se había juntado. Después, bueno ya se juntó y después volvió de vuelta a mi casa, y éramos un montón, que era la mujer de mi hermano que estaba embarazada, mi hermano, teníamos que estar todos encima, porque eran tres piezas y el comedor, y ahí en el comedor hacían la pieza para mi hermano, o sea, le ponían una cama para mi hermano con la mujer. Y en las otras dos piezas quienes estaban era mi papá, mi hermano, más chico, después estábamos mis dos hermanos y yo, y el otro hermano que tampoco vive acá porque se fue a Paraguay porque no quiso hacer el servicio militar y se fue, y se casó y ahora vive allá". (Vecina de la Vila 21/24, Barracas).

En tercer lugar, en algunas villas, como es el caso de la villa 21/24, el espacio se distribuye entre las tradicionales ocupaciones ilegales y las tierras asignadas legalmente a ex - habitantes ilegales y los nuevos ocupantes que llegan a la villa producto del empeoramiento de las condiciones sociales y económicas (altos índices de desempleo y precarización laboral) que se traducen en un incremento de la población de las villas y por ende de la extensión de las mismas. Una entrevistada da cuenta de esto:

"E: ¿Llegó más gente al barrio?

M: Sí, demasiada gente, pero demasiada. Ahora..." (Vecina de la Vila 21/24, Barracas).

Un cuarto y último elemento que forma parte de estos espacios son los procesos institucionales. En relación a esto nos interrogamos, en esta etapa de la investigación, si los procesos institucionales debieran ser los articuladores de estos lugares con el resto de la sociedad o si, parafraseando a L. Wacquant, aseguran su ubicación dependiente y marginal dentro de ella. Ya que la tendencia que se observa en estos procesos es la de un tipo de institución pública, centrada en el desarrollo de las lógicas del sistema capitalista en términos de vivienda, empleo, acceso a bienes y servicios, entre otros en detrimento de las funciones de contención y promoción social que otrora han desempeñado.

Tal como se mencionara anteriormente (En el barrio...), es importante resaltar que aún cuando los habitantes de la villa sigan inundados, sigan hacinados y estigmatizados, la Villa 21/24 ha sido testigo de mejoras significativas en su infraestructura urbana (cloacas, comercios, urbanización -apertura de calles-) (J. Auyero, 2001) y en su organización.

" Y cambió mucho -refiriéndose a la villa-, por ejemplo, hay negocios, hay panadería, hay confitería, hay de todo, antes no, apenas había un almacén. (Vecina de la Vila 21/24, Barracas)

"[...] nuestro barrio es, que era de verdad lindo, pero cambio mucho: tenemos cloacas, tenemos, agua linda, agua argentina linda... Antes si teníamos el agua pegoteada, verdad. No puedo decir que no cambió, cambió bastante".(Vecina de la Vila 21/24, Barracas).

Ahora bien el proceso de guetificación coincide con el proceso de estigmatización y discriminación al que son sometidos los habitantes de la villa y que repercuten en la construcción de identidad de los mismos que comienza, generalmente, con una historia común: la expulsión, el rechazo del “afuera”, la frustración que los obligó a recalar en el barrio y se extiende luego a otros ámbitos de la vida. En palabras de los entrevistados:

“A la Argentina vine de muy pequeño, corrido por la miseria, por una herencia de exilio político.” (Vecino de la Villa 21/24, Barracas)

Y con respecto al trabajo

“Hay chicos que cuentan la triste experiencia de que son rechazados en los lugares de trabajo por vivir en la villa. Te piden la dirección y te dicen que te van a llamar y eso es significativo porque después nunca te llaman.” (Vecino de la Villa 21/24, Barracas)

Y en relación a la escuela

“Y vos viste cómo es... la diferencia que hacen los chicos entre un compañerito que vive del otro lado del asfalto (la calle que separa la villa del resto del barrio) y uno que vive en la villa. Por ejemplo el que manda a sus hijos a la escuela privada sabe que van a ser discriminados. Y muchos padres de acá mandan a sus hijos a la escuela privada y no sé por qué, porque  los chicos a veces vienen llorando. Por ejemplo, yo he tenido la experiencia con mis hijos. Ellos iban, por ejemplo, al cumpleaños de un compañerito. Los invitaban. Y por ahí uno de los padres de los chicos se ofrecía a pasarlos a buscar porque sino ellos no podían ir... Y por ahí no decían nada, pero te dabas cuenta de que había discriminación. Entonces después vienen los chicos llorando, porque además se dan cuenta de que cuando sea su cumpleaños ellos no van a poder invitar a sus compañeritos a que vengan acá a casa. Es como un ida y vuelta porque si vos invitas a un compañerito a tu casa después el te invita a la de él.  Y en una escuela privada la discriminación es diez veces más grande que en una escuela pública.” (Vecino de la Villa 21/24, Barracas)

“Cuando yo iba al colegio no quería decir que era de la villa, por ese temor a que digan ‘no, esta es de la villa así que no le hablamos’,  a que me dejen de lado”.  (Vecina de la Villa 21/24, Barracas)

En una construcción de etapas, se puede hablar de una fase de consolidación de la identidad que surge después del asentamiento. Se trata de una etapa de construcción de la identidad sobre las carencias, donde la situación económica, social y cultural señala el espacio de pertenencia: define el interior y el exterior, el adentro y el afuera.

Dice Bourdieu: “la capacidad de dominar el espacio depende del capital poseído. Los que carecen de capital son mantenidos a distancia, ya sea física o simbólicamente, de los bienes socialmente más escasos y se los condena a codearse con las personas o bienes más indeseables y menos escasos. La falta de capital intensifica la experiencia de la finitud: encadena a un lugar”[11].

A nuestro juicio, la discriminación y la estigmatización refuerzan el “encadenamiento a un lugar” condicionado por el lugar que los habitantes de la villa ocupan en la distribución del capital social, cultural y económico. La estigmatización y la discriminación hacen del “afuera” el lugar de la incertidumbre, lo desconocido, lo “otro”; que no los reconoce, sino que los excluye.

La imposibilidad de salir o la preferencia “voluntaria” –más bien inconscientemente forzada–  por quedarse llevan a encerrarse en un círculo de automarginación. En otras palabras, el barrio estigmatizado degrada simbólicamente a quienes lo habitan, quienes, a cambio, hacen lo mismo con él, ya que la convivencia, en situación de pobreza, sumado a la falta de acceso a bienes culturales y simbólicos "producen un efecto de arrastre hacia abajo"[12] que fomenta  una subjetividad apta para el aislamiento.

“Mi mamá siempre me retaba porque yo estaba más en el barrio que afuera. Siempre me decía: ‘yo prefiero que estés afuera. Andá afuera, conocé gente’ y yo la entendía, pero empecé a estar más acá adentro. (...) El colegio era ir y venir. Yo tenía amigos acá (en el barrio) y prácticamente estaba acá.” (Vecina de la Villa 21/24, Barracas)

El proceso de automarginación forma parte del habitus de clase en términos bourdianos. Los habitus son aquellas estructuras mentales y sistemas de preferencias que se encuentran en relación con las condiciones sociales de existencia de las personas, y generan prácticas que tienden a conservar y reproducir las condiciones existentes, desalentando en el caso de las clases populares, el acceso a determinados canales sociales que podrían permitir un mejor posicionamiento en la estructura productiva. Desde el lado del discriminado, la discriminación se introyecta, como autonegación, impidiendo la formación de una identidad propia afirmativa, es decir, no inscripta en el sistema jerárquico dominante.

"Y entré en la villa acá nomás, trabajé, porque estudios no tengo para decir que soy una estudiante, estudiante no tengo como para decir voy a trabajar en una oficina o voy a trabajar en uno que me va a convenir para ganar bien, verdad, no puedo pretender esas cosas y acá conseguí tres, cuatro partes, cuidaba chicos y lavaba ropa y así me fui juntando la platita..." (Vecina de la Villa 21/24, Barracas)

Pareciera que nos enfrentamos ante una paradoja, aquella paradoja de “lo popular”[13] que señala Bourdieu: si para resistir, las clases populares, reivindican la cultura popular, es decir, eso que las hace dominadas (que las constituye como tales), ¿se puede decir que eso es resistencia?, o por el contrario, ¿no será un efecto de dominación?. Y cuando a la inversa, los dominados intentan perder lo que los señala como tales y apropiarse de los bienes “legítimos”, ¿es eso sumisión o un intento de liberación?. La resistencia puede, a veces, ser alienante y la sumisión liberadora. El sujeto que habita en un núcleo urbano segregado es un sujeto atravesado por esta paradoja, quien para acceder a los bienes culturales, sociales y económicos legítimos, necesita negar su identidad de “villero”, pero que a su vez, en la lucha política necesita construirse una identidad desde la cual realizar sus reclamos, y así romper con su situación de marginalidad.

Sin embargo, aunque en la mayoría de los casos se ha observado una tendencia a quedarse en el barrio, encontramos algunas excepciones producto de los conflictos que genera el proceso de guetificación y estigmatización:

 “Nosotros si estamos bien acá es porque todavía no tuvimos la posibilidad de comprarnos algo afuera. Porque tenemos ganas, eso no nos falta. Pero, bueno, el tema es que no tenemos la plata para tener una casa o algo mejor afuera. Yo decía ‘vamos a agrandar la casa’, pero mi marido me decía que ‘no, para qué, que guardáramos la plata y nos compráramos una casa afuera’, porque él también se quiere ir hace un montón. Pero el tema es que todavía no tenemos para comprarnos algo, porque afuera es caro. Más para nosotros que estamos acostumbrados a vivir acá, que no pagamos nada, que tenemos todo, casi todo de arriba, afuera ya es más difícil”. (Vecina de la Villa 21/24, Barracas)

En este contexto no podemos dejar de lado el alto grado de conflictividad existente, entendida esta, no sólo en términos de la violencia interpersonal cotidiana producto de la convivencia, sino también del conflicto como resultado de la violencia represiva estatal intermitente, y la violencia estructural del desempleo (J. Auyero, 2001) que se traduce, al interior de la villa, en  relaciones de poder y dominación, de trabajo legal e ilegal (venta de armas, droga, etc.), de delincuencia y criminalidad.

Desde esta perspectiva, encontramos, por un lado, conflictos provenientes de la relación entre la villa y la sociedad global, lo cual remite a la localización geográfica de estos barrios y el acceso desigual a bienes y servicios.

Por otro lado observamos situaciones conflictivas que emergen de la convivencia al interior de la villa entre propietarios legales e ilegales, y la llegada de nuevos ocupas

En este sentido, la reconfiguración del espacio producto de los planes de radicación de villas trae aparejado el encuentro de quienes aún padecen las situaciones precarias de habitabilidad y aquellos que han accedido a una vivienda nueva y confortable. Lo que se observa es que cambia la posición del agente en el espacio social como consecuencia del espacio físico en que está situado. Vivir en un barrio, en una vivienda propia, otorga "existencia social" (P. Bourdieu, 2000) mientras que ese otro aún relegado a vivir en la villa permanece en un status inferior. Un entrevistado comenta la visión que tienen los "villeros" de los habitantes del barrio en formación:

"No. Más que nada es cargada. Son los "nuevos ricos" o "ladrones", con amistad que te dicen".(Vecino de la Villa 21/24, Barracas).

Además, en los últimos años, la exclusión social se materializó en la gran cantidad de nuevos pobres que llegaron a la villa, dando lugar a nuevas configuraciones espaciales.

"No es que... alguno por ahí..., hay un terreno con la casa hecha y lo vende, pero por ejemplo, ahí cerca de mi casa había un baldío grande que era de una fábrica, y tiraron toda esa fábrica y vino gente de Paraguay, y se hicieron todos casa, está lleno, ahora está superpoblado el barrio, ya no hay lugar para hacer una casa. Y antes era no sé, cuando yo llegue, máximo 10". (Vecina de la Villa 21/24, Barracas).

En el caso de la Villa 21/24, el conflicto aparece en escena en tanto los nuevos habitantes se asientan en terrenos destinados a la construcción de casas para la reubicación, en situación de legalidad, de los pobladores de la villa. Un entrevistado da cuenta del conflicto:

"Con los usurpadores hay un poco más de tensión. Eso mientras que siga pasando el tiempo y no se tomen medidas es peligroso"(Vecino de la Villa 21/24, Barracas).

Por último, se observa una característica común de las poblaciones marginales de la Argentina, la aparición de una economía informal delictiva que constituye una fuente de ingresos fundamental para la reproducción de la población de la villa, pero que a la vez es generadora de situaciones de violencia y padecimiento. Esto puede extraerse de los siguientes relatos:

"Son muy pocos los que murieron por armas. Los disparos que se escuchan son mayormente porque juegan, prueban las armas, se muestran... La mayoría que te roba tiene un arma, pero no te disparan, salvo cuando pasó una vez que un hombre iba a laburar a las 7, 8 de la mañana en verano, con una claridad enorme y lo mataron para robarlo. Pero son pocas las veces que pasa eso". (Vecina de la Villa 21/24, Barracas).

“Acá en los últimos tiempos se roba mucho. Yo creo que antes no, pero en los últimos tiempos como que no respetan, entendés? ¿Y qué tanto puedo tener yo que lo que tiene el que me roba? Porque seguro que él tiene manteles, tiene video. Porque ahora están entrando mucho a las casas. Son grupos y nadie hace nada". (Vecina de la Villa 21/24, Barracas).

“Lo que si cambió es meterse en la villa, te diría que hará seis o siete años cuando empieza el tema de la droga, ahí si ya se torna peligroso. Peligroso inclusive hasta para la misma gente que vive acá. Muchas madres que vienen a pedir ayuda por sus hijos que se drogan, que agreden...pero es toda una situación social que por ahí acá las ves aumentadas por las necesidades de la gente.” (Médica, Centro de Salud, Villa 12/24, Barracas).

Para concluir con este apartado quisiéramos reflexionar, un momento, acerca del "miedo social" (E. Galende, 1995) que se observa producto de la creciente conflictividad no sólo entre el adentro y el afuera de la villa sino también al interior de la misma, que sumada a  la pobreza, la violencia, el estigma y la marginalidad, genera deterioro y padecimiento social y subjetivo. En palabras de dos entrevistadas:

"En cambio, antes yo me acuerdo que eso no pasaba, que nosotros podíamos estar en la calle jugando hasta las 12, 1 de la mañana y no pasaba nada. Ahora no podés pasar de las 10 por miedo a que te roben, o salir de tu casa a las 6 de la mañana, porque no sabés si vas a volver". (Vecina de la Villa 21/24, Barracas)

"Me sentí agredida por quien se atendía". (Médica, Centro de Salud, Villa 12/24, Barracas).

IV. Las instituciones en la producción social del habitat

Palabras claves: Institución y hábitat - circulación institucional - fragmentación y reducción - reproducción de la exclusión

En este apartado partimos de que la configuración socioespacial es el producto del entramado de relaciones que se entreteje en la relación entre el macro entorno (exclusión social y económica) y los procesos de sociabilidad en el entorno, es decir, las relaciones comunitarias y de estas con las instituciones con las cuales interactúa y un nivel microsocial subjetivo (personal y familiar).

En este contexto nuestras observaciones, al momento, revelan una amplia circulación institucional de los actores sociales en el proceso social de trabajo en el que intervienen las instituciones (A. L. Bialakowsky y colaboradores, 2001) en busca de soluciones a sus carencias y a sus padecimientos. Esto puede observarse en palabras de una entrevistada:

"MI: ¿Y vos acá recurrís a comedores del barrio?

O: Y algunas veces si, para que te voy a mentir. Me voy, y tengo una mi amiga, y voy, le digo. Cuando está feo mi situación, me voy, para que te voy a mentir. Y cuando tengo para comer con mis hijos ahí... para que voy a sacar un palto de comida a otro que esta más necesitando...

MI: Y vas a alguna otra institución del barrio, aparte de los comedores?, ¿Al Centro de Salud...?

O: Sí, tengo una salita que me voy acá, a la salita, le llevo a mi hija. Cuando está enferma le llevo a mi hija, traigo todos los medicamentos y si hay leche, me dan leche para mi hija, ocupo mucho en el Centro de Salud, y si porque para comprar, por ejemplo, para comprar remedios no... Acá uno en la salita, te dan. Los médicos ya te conocen. Y te dan la receta y te dicen "si no podes andá en Cáritas", te dicen. Y gracias a Dios yo no tengo problema acá con eso mi amiga. No hay un día que me voy a un Centro de Salud y que me digan tengo este medicamento. Eso es lo que tengo para agradecer siempre". (Vecina de la Villa 21/24, Barracas)

De esto se desprende el rol que las instituciones juegan en la tramitación del padecimiento. En este sentido adherimos al pensamiento de P. Minuchin, J. Colapinto y S. Minuchin quienes plantean que "los servicios destinados a las familias pobres, aunque asequibles y casi siempre bien intencionados, a menudo son también deficientes. Como por lo general están fragmentados y no actúan en forma coordinada, son menos eficaces de lo que podrían ser; y como las intervenciones están centradas en los individuos y los problemas individuales, no aprovechan los recursos curativos que pueden aportar las familias y las comunidades"[14].

Avanzando un paso más en el análisis podríamos decir que las instituciones públicas no logran atender las necesidades más que por segmentos. En la Villa 21/24 encontramos que la mutual distribuye tierras; el comedor asiste a quien no tiene acceso a alimentos; el centro de salud cura, provee medicamentos e intenta actuar por medio de programas y la escuela educa, sin embargo, entre estos segmentos se producen vacíos. En estos vacíos se reproducen otros circuitos de acumulación social que no resultan accesibles a las instituciones. Un ejemplo de esto lo demuestra el siguiente relato:

"Mirá tenemos muchos problemas, muchísimos problemas con las escuelas, las escuelas bancan muy poco. Algunas más otras menos, pero en general... sobre todo últimamente, la escuela está muy sobrecargada también, últimamente, la verdad, es que hay pacientes que no serían pacientes si estuvieran en otra escuela. Esa es la verdad, uno está tratando chicos, que en realidad con una escuela más contenedora el chico atravesaría sin problemas, pero bueno..." (Psicóloga, Centro de Salud, Villa 21/24, Barracas)

Los vacíos a los que las instituciones no acceden se materializan en el padecimiento de la población que habita en las villas: el de estar socialmente aislados, alienados de las instituciones y servicios (J. Auyero, 2001), abandonados por el Estado y atemorizados por el incremento de la violencia, la delincuencia, el consumo y la venta de drogas. Lo cual trae como consecuencia el problema de la inseguridad en las villas que se traduce en intervenciones policiales, represión y penalización del conflicto. Los entrevistados hablan de los padecimientos sociales:

" Porque qué sé yo, te pueden estar robando, vive al lado de mi casa, y los de al lado no hacen nada. En cambio, antes yo me acuerdo que eso no pasaba, que nosotros podíamos estar en la calle jugando hasta las 12, 1 de la mañana y no pasaba nada. Ahora no podés pasar de las 10 por miedo a que te roben, o salir de tu casa a las 6 de la mañana, porque no sabés si vas a volver". (Vecina de la Villa 21/24, Barracas)

"A mi me sorprendió mucho, cuando vine, y vi un nene de ocho años más o menos y estaba drogándose. Cuando vi la primera vez, me dijo mi amiga "no Oti, no vaya a llorar porque se es común acá", lo que nunca vi, verdad". (Vecina de la Villa 21/24, Barracas)

"Bueno acá... este... violencia hay en todos lados, no? Y acá se acentúa en... y es triste porque a veces vos decís: “los hijos de un trabajador andan en la delincuencia"”.(Vecino de la Villa 21/24, Barracas)

"Bueno recién vimos que en el lugar donde está el asentamiento de los denominados usurpadores hay un camión de policía supuestamente ubicado ahí para defender a los habitantes del barrio nuevo y prevenir enfrentamientos". (Vecino de la Villa 21/24, Barracas)

La instituciones, especializadas en determinadas funciones, producto de la división social del trabajo, desarrollan procesos fragmentarios y reduccionistas en sus prácticas que les impiden intervenir en los  encadenamientos micro, macro y meso reproduciendo, de esta manera, la exclusión social.

IV.A modo de Conclusión

Palabras claves: conceptualización acera del hábitat - formalización de lo social - conflictividad y padecimiento - propuesta

En esta primera construcción colectiva quisiéramos detenernos en algunos aspectos que a nuestro criterio han sido relevantes en el análisis precedente: en primer lugar, acerca de la conceptualización planteada en torno al tema de hábitat; en segundo lugar,  referirnos al proceso  en la formalización de lo social; en tercer lugar, la importancia que adquiere el estado de conflictividad actual frente al padecimiento y por último delinear sintéticamente la propuesta de trabajo a seguir en las futuras etapas de la investigación.

  1. En la evolución histórica de las villas se verifica un proceso de asentamiento, desarrollo organizativo y, en la actualidad, un creciente desmembramiento de los lazos asociativos formales y el advenimiento de un tipo de organización social fragmentaria. En este sentido nuestra visión acerca del hábitat nos lleva a conceptualizarlo no sólo en términos de espacio físico sino como una relación íntima y dialéctica entre el espacio físico y el espacio social, ya que un proceso de distribución del espacio,  es inescindible del proceso de transformaciones sociales, políticas y económicas por las que atraviesa el contexto.
  1. Para comprender el proceso histórico es necesario superar un pensamiento maniqueo, puramente dicotómico (blanco-negro, legal-ilegal, formal-informal) y es preciso reconocer que en los procesos actuales de exclusión intervienen formas tradicionales (formales) y formas subterráneas interactuantes. Desde esta perspectiva la crisis social, propia de los 90,  marca un punto de inflexión.  En este sentido, no sólo podemos hablar de los conflictos tradicionales verticales sino también horizontales entre nuevos y viejos ocupantes y entre fracciones y grupos de pobladores presionados por el emperomiento de las condiciones de vida y de trabajo.
  1. Tal como ya se ha mencionado en el punto anterior, las transformaciones sociolaborales que han caracterizado la última década se agudizan aún más en el contexto de los denominados Núcleos Urbanos Segregados, donde no sólo se observa la pérdida en la centralidad del trabajo y el deterioro de los colectivos sociales sino que concomitantemente se ve emerger situaciones crecientes de violencia interna y externa. De este modo, violencia y padecimiento, conforman  una nueva amalgama en la producción social del hábitat y de este habitat en particular donde el  sufrimiento psíquico y social se encuentra estrechamente asociado al estado de pobreza extrema.
  1. Como ya se ha dicho previamente, este avance intentó dar cuenta de interrogantes que parten del concepto de habitat que comprende la perspectiva del conflicto social y el padecimiento. A partir de este diagnóstico es posible concebir intervenciones institucionales en el espacio público sobre cuestiones tales como los vacíos institucionales y los reduccionismos en las prácticas y en los procesos sociales de trabajo, como así promover la construcción de la cohesión  y el fortalecimiento de los colectivos. Con este objetivo la propuesta es continuar investigando y co-produciendo (Barrio-Instituciones-Universidad) sobre los mecanismos que reproducen o amplifican los procesos sociales de exclusión, tomando como punto de partida la perspectiva de la salud colectiva en los Núcleos Urbanos Segregados,  considerando las siguientes líneas de acción: a.  desarrollos conceptuales ; b. procesos de análisis e investigación y c. práctica e intervención en nuevos dispositivos transdisciplinarios.
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* A.L. Bialakowsky: Profesor Titular, Sociología Laboral, Carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Director del Proyecto de Investigación UBACYT 01/S008 (2001-2002): "Exclusión social y nuevos padecimientos: la práctica en dispositivos de intervención transdisciplinaria".

** C. Reynals: Profesora Adjunta, Introducción a la formación de la Sociedad y el Estado Argentino, Ciclo Básico Común, Universidad de Buenos Aires, Especialista en Planificación y Gestión de Política Social y Miembro del Proyecto de Investigación UBACYT 01/S008, Asesora FEDEVI, Buenos Aires, Argentina.

*** G. Villar: Presidente Mutual Flor de Ceibo, Secretario FEDEVI, Buenos Aires, Argentina.

**** Estudiante de la Carrera de Sociología y becaria Proyecto UBACYT

***** Estudiantes de la Carrera de Sociología e Integrantes del Taller "Exclusión Social, Nuevos Padecimientos y Procesos Sociales de Trabajo", Fac. de Ciencias Sociales, UBA. También agradecemos la colaboración de Victoria Toledo en la realización de las entrevistas.

[1] Habitante de la Villa 21-24 desde hace dieciocho años

[2] Cf. Declaración de la Segunda Cumbre de los Pueblos de las Américas, Quebec, 19 de marzo de 2001.

[3] Cónsultese: Castel, Robert, La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, Paidós, Buenos Aires, 1997; Castells, Manuel, "El Cuarto Mundo: capitalismo informacional, pobreza y exclusión social", En: La era de la información. Economía, Sociedad y Cultura. Fin de milenio, Vol. III, Siglo XXI eds., México, 2000.

[4] Sennett, Richard, La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo, Anagrama, Barcelona, 2000.

[5] Cfr. entre otras obras de Pierre Bourdieu, Sociología y Cultura, Grijalbo, México, 1990.

[6] En coincidencia con R. Antunes entendemos por clase de los trabajadores al "conjunto de seres sociales que dependen de la venta de su fuerza de trabajo"  es la "clase-que-vive-del-trabajo". Antunes, Ricardo, Adios al trabajo? Ensayo sobre la metamorfosis y el rol del mundo del trabajo, Ed. Antídoto, Buenos Aires, 1999, pág. 87.

[7] Cfr. Manuel Castells, "El gueto del centro de las ciudades como sistema de exclusión social, Op. Cit., Vol. III, Cap. 2.

[8] Parafraseando a  Alberto Fuguet en su artículo: Magical Neoliberalism, in Foreign Policy, Web site, http://www.foreignpolicy.com/, August 2001.

[9] Castel, Robert, "De la peligrosidad al riesgo", en: Varela J./ Alvarez Uría F. (eds.), Materiales de Sociología Crítica, La Piqueta, Madrid, 1986.

[10] D. Merklen (1997) - "Un pobre es un pobre. La sociabilidad en un bario; entre las condiciones y las prácticas", pág. 28 en Revista Sociedad Nº 11.

[11] Bourdieu, P. (2000) “Efectos de Lugar” en La Miseria del Mundo, pág. 123., FCE, Bs. As.

[12] Idem, pág. 124

[13] Pierre Bourdieu (1988) -  “Los usos del pueblo”, en Cosas Dichas, Barcelona, Gedisa.

[14] P. Minuchin, J. Colapinto y S. Minuchin (2000) - "Pobreza, institución y familia", pág. 11, Amorrortu editores.

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