Serie: Alternativas (XII)
Psicoanálisis y Comunidad
Martha Rodríguez Villamil
Desde hace más de una década se suceden diversos intentos de relacionar psicoanálisis y salud mental. Algunas lecturas catastróficas de este fin de siglo no logran rescatar la vigencia de utopías. Se piensa que la crisis de conceptos como el de progreso y desarrollo cuestionan la posibilidad de cambio social. Cuesta dejar atrás las cosmovisiones y concebir la cultura y la sociedad como algo complejo abordable en forma necesariamente interdisciplinaria.
Todo ello me motivó a hacer mi propia "reconstrucción" a propósito de la participación en un panel(1) cuyas ideas principales son las siguientes.
Breve introducción teórica
Para introducirnos en el tema se hacen necesarias algunas puntualizaciones terminológicas que resumen conceptos que hemos desarrollado en publicaciones anteriores(2).
Con respecto al concepto de comunidad hemos dicho(3) que todas las acepciones del término aluden a un conjunto de personas con diversos grados de organización y que comparten intereses comunes, ya sea que vivan en el mismo espacio geográfico o no.
El trabajo comunitario, según un consenso bastante generalizado tiene como objetivo principal la prevención. Este término proviene del campo de la salud pública. De acuerdo a la definición de comunidad que acabamos de dar, podemos llamar trabajo comunitario a todo aquel que se desarrolle en una localidad geográfica determinada así como en el seno de cualquier institución cuyos fines sean sociales, apuntando a mejorar la calidad de vida de las personas.
Psicólogos y psiquiatras del Cono Sur reconocen a Gerald Caplan como aquel que sentó las bases de los niveles de prevención articulados en acciones integrales. Fue el punto de partida de los modelos de atención en Salud Mental Comunitaria, siendo los desarrollos más precoces por estas latitudes los programas de salud mental que se implementaron en Chile en los períodos anteriores y durante el gobierno de Salvador Allende y de los cuales tuvimos referencia directa a través del Dr. Luis Weinstein cuando tomando el camino del exilio en el tramo Santiago-Buenos Aires, reconstruyó sus escritos destruídos por el golpe militar(4).
Luego de la declaración de Alma-Ata en 1978, quedó incluida dentro del concepto de salud integral de la O.M.S. la participación de los usuarios en el sistema de salud, por lo menos en el plano teórico declarativo. Esto introdujo discusiones en cuanto a la cuestión del poder y al grado de la participación, autogestión, co-gestión y, a mi entender, por este camino la palabra comunidad fue tomando un sentido más activo que en su acepción original.
Actualmente más que una entidad "comunidad", creo que el acento de los programas sociales está puesto en fomentar "lo comunitario", en "generar condiciones de comunidad". Se entiende así que el término comunidad implica compartir entre todos, problemas y soluciones posibles para co-gestionar juntos. Por lo tanto, no es que la comunidad sea el grupo más grande de personas o la sociedad en su conjunto; también la comunidad puede ser un grupo pequeño de personas.
Un horizonte de utopía
Esta línea de pensamiento convoca a diferentes sectores y disciplinas, desde la concepción urbanística de las ciudades y la vivienda hasta la salud y la educación, en un esfuerzo conjunto de generar condiciones de comunidad en pequeños grupos. Esta utopía permite proyectar una sociedad diferente, a escala humana, que toma cuerpo a través de la creación de economías paralelas fomentando el espíritu del cooperativismo y las redes sociales para romper el monopolio de la economía de mercado.
Como ya se puede vislumbrar prefiero pensar la sociedad a partir de un horizonte de utopía. Utopía concreta porque se apoya en la historia del cooperativismo uruguayo y en las experiencias de los centros de salud o policlínicas barriales autogestionadas durante la dictadura en nuestro país.
Desde esta perspectiva, haremos un recorte histórico para justificar cómo encaramos hoy la relación entre los términos psicoanálisis y comunidad. Ese recorte forma parte de nuestro marco de referencia teórico-práctico que se fue conformando a través de una inserción docente universitaria de casi tres décadas orientada hacia la formación de recursos humanos y promoción de salud.
Dicho lapso fue entrecortado por las irrupciones de los procesos militares en el Cono Sur que produjeron exilios pero también insilios y corrimientos de una ciudad a otra de opositores políticos, entre los cuales, profesionales de la salud comprometidos en experiencias comunitarias que usualmente quedaron truncas.
Estos corrimientos conformaron un circuito regional de la diáspora que he llamado "el exilio Cono Sur": Uruguay-Argentina-Chile-Paraguay-Brasil, generando vías de comunicación indirecta de las diferentes experiencias en salud mental, según la dirección por donde cada uno transitó algún tramo del circuito (exilio Conosur). Si bien esto permitió retroalimentaciones, no hubo una recopilación en forma acumulativa ni cronológica hasta la recuperación democrática.
Del mismo modo, recapitulando la relación entre salud mental y psicoanálisis, ya hay mucho camino andado desde que se hicieron las Jornadas rioplatenses de 1986 y 1988 que fueron una puesta a punto de los reciclajes posibles luego de las dictaduras militares. Sin embargo,poco se puede agregar a lo que allí fue planteado en el sentido de que ninguna corriente teórica en particular puede atribuirse el dominio del trabajo comunitario. La interdisciplina es imprescindible para aportar las herramientas teórico-técnicas necesarias.
El psicoanálisis tampoco cubre toda la problemática que se presenta en ningún campo de trabajo. Sin embargo los psicoanalistas han intervenido en el Río de la Plata en muchos momentos de cambio y de experiencias que fueron pioneras en salud mental. Es por eso que queremos poner el énfasis en destacar dichos aportes teóricos y prácticos.
En primer término los aportes del psicoanálisis a la psicología social: Enrique Pichon-Riviere.En un desarrollo más extenso podríamos considerar los aportes en tres niveles de análisis: a) en relación a la institución psicoanalítica; b) referidos a la formación médica y psiquiátrica y c) aportes a la Psicología Comunitaria. No nos vamos a detener en este análisis. Solamente mencionar algunos otros nombres que hicieron historia.
Para re-pensar desde adentro a la institución psicoanalítica: Marie Langer y los 23 psicoanalistas argentinos y uruguayos que la acompañaron en la publicación del documento "Cuestionamos" en 1971, autocrítica del saber académico frente a las realidades socio-políticas y comunitarias.
Otro mojón: Mauricio Goldenberg encabezando la experiencia piloto formidable del sevicio de psiquiatría del Hospital Lanús; 15 años dura su jefatura hasta 1972. Goldenberg integró el psicoanálisis a la psiquiatría clínica, cuestionó la práctica del encierro, propició el abordaje interdisciplinario y demostró que se podía integrar al enfermo psiquiátrico en el hospital general. Causó impacto en la reformulación de las prácticas psicoterapéuticas. Luego de su exilio lo sustituyó Valentín Barenblitt, oportunidad en que lo conocí al frente de esta experiencia. Por ella pasaron numerosos discípulos de Goldenberg constituyendo un semillero de prácticas y orientaciones diversas, entre otros, Fiorini, Kesselman, Lía Ricón, Itzak Levav, Rafael Paz y Vicente Galli.
En forma paralela a esta experiencia argentina un aporte más conocido en nuestro medio fue la puesta en marcha del nuevo plan de estudios de la Facultad de Medicina (1968) de Montevideo. El psicoanalista Juan Carlos Plá coordinó el equipo docente de Psicología del Ciclo Básico integrado mayoritariamente por psicoanalistas o "aprendices de" como mi caso. Tuvimos oportunidad de supervisar con José Bleger esta práctica docente innovadora.
El psicoanálisis en la Licenciatura de Psicología comienza con dos grandes profesores que tuvo la Facultad de Humanidades. Ellos supieron despertar en mí una vocación que me llevó a transitar este camino de formación: Willy Baranger y Luisa de Urtubey. El primero fue quien introdujo el pensamiento de Melanie Klein. Luisa de Urtubey nos dio a toda una generación un marco teórico y un enfoque personal en la interpretación psicoanalítica de las técnicas proyectivas, en las entrevistas y en el encare global del psicodiagnóstico y de la orientación vocacional.
Luisa dirigió con eficacia el Departamento de Orientación vocacional de la Facultad que atendió a decenas de estudiantes liceales de la enseñanza pública. Este período constituyó uno de los primeros aportes del psicoanálisis a las actividades de extensión universitaria en nuestro medio. Los lineamientos generales de esta práctica sistematizada forman parte del acervo teórico-clínico que aún continúa vigente en las prácticas del psicodiagnóstico y de la orientación vocacional de base psicoanalítica.
Nuestro marco de referencia.
El nombre de José Bleger nos conduce al tema de los aportes del psicoanálisis a la psicología comunitaria. Su obra constituyó para mí una puerta de entrada para la construcción de un marco de referencia teórico-técnico que sustenta diversas prácticas comunitarias. Puerta de entrada que no desconoce el peso en el camino recorrido de los mojones históricos ya señalados.
Comencé a explicitar dicho marco de referencia con posterioridad a la presentación en 1984 en la Comisión por el Reencuentro de los Uruguayos (organización de DD.HH.) de un relato testimonial titulado "Los niños del avión" (experiencia de campo con niños del exilio político en las postrimerías de la dictadura militar uruguaya)(5). En esa experiencia y en mi desempeño profesional en ella, confluyó el peso que el psicoanálisis tuvo en mi formación personal dentro de un referente marcado por un pensamiento crítico, libertario y humanista que aún hoy no le tiene miedo a la palabra autogestión.
Sin embargo, por aquellos tiempos en torno a esta palabra se polarizaron opiniones contrapuestas en cuanto a la interpretación de la mencionada experiencia de campo, motivando la elaboración de otro trabajo "154 niños: de la efervescencia popular a la implicación institucional" de Scherzer, A. y Saavedra, C.(6) Este trabajo, junto con "Los niños del avión", constituyen los dos únicos enfoques publicados hasta la fecha acerca de aquella experiencia. También por aquellos tiempos la Licenciatura en Psicología continuaba clausurada por las autoridades interventoras del proceso militar y la enseñanza del psicoanálisis en la Universidad era considerada subversiva(7).
Releyendo autores se produjo en mí un ensamblaje entre Bleger y Winnicott porque en ambos encontré teoría y praxis con respecto a experiencias de campo y muy especialmente las experiencias de este último autor con niños evacuados durante la segunda guerra mundial.
A partir de la reflexión de esta experiencia con niños del exilio y de otras presentadas en el "Seminario sobre las consecuencias de la represión en el Cono Sur" (Balneario Solís, mayo de 1986), fue para mí muy importante el intercambio de ideas que realizamos con María Rosa Plá y Elsa Leone sobre nuestro quehacer en "Los niños del avión". Las tres coincidimos que en la manera de operar o intervenir había algo referido a una identidad psicoanalítica compartida, en el sentido de que había una coincidencia en cuanto al momento y a la forma de intervenir. Esto no era obstáculo para compartir la tarea con otras personas que tenían estrategias de intervención diferentes.
Luego de sucesivas re-elaboraciones llegué a la siguiente definición de esta manera de operar en psicología comunitaria como "una modalidad psicoanalítica del método de observación participante" (1988)(8). Esta modalidad operativa se ejemplifica en "Los niños del avión" Bleger había distinguido claramente tres contextos de investigación psicoanalítica que llamó: clínico, aplicado y operativo. Con respecto a este último dijo: "El psicoanálisis operativo permite utilizar el pensamiento psicoanalítico en situaciones grupales, institucionales o comunitarias, utilizando la comprensión a través de la participación y la observación de sus efectos"(9).
Es curioso descubrir hoy que en esa misma época el gran pensador contemporáneo Edgar Morin también planteaba retomar la metodología cualitativa de observación participante de la sociología urbana de Chicago de principios de siglo. Esta forma de introducirse entre la gente cuya situación se quiere comprender implica una voluntad de compromiso y de construcción de prácticas más allá de disciplinas acotadas.
Nuestro marco de referencia se completa con el ensamblaje de dos líneas de pensamiento aparentemente muy distintas de dos expertos en planificación, cuyas enseñanzas tuve el privilegio de recibir directamente: Luis Weinstein y Vicente Galli.Es así que mi identidad psicoanalítica quedó integrada en un enfoque más amplio y a través de estos cuatro autores, Bleger, Winnicott, Weinstein y Galli se vertebró este marco teórico que sustenta otras prácticas comunitarias posibles.
En este enfoque reivindicamos la importancia de una relación armónica entre creatividad y planificación.
Epílogo
Esta línea de trabajo conlleva otros temas que no he de plantear en este momento como, entre otros, la reformulación del encuadre en psicología comunitaria. También queda implícito el aporte en conceptos psicoanalíticos que sería redundante (continuum salud- enfermedad, conflicto psíquico, aparato psíquico, series complementarias, etc.). Quisimos rescatar estas experiencias del pasado pues entendemos que ellas no son semillas tiradas al viento. Por el contrario, permiten potenciar y retroalimentar nuevas experiencias. También permiten apostar a que los pequeños cambios conducen a una modificación estructural de la sociedad.
Referencias 1. 3er. Congreso de AUDEPP, mayo 1998. 2. Martha Rodríguez Villamil, intervención en el panel "Prevención y Psicoanálisis" y ponencia "Desexilio del Psicoanálisis y Restitución de la Salud Mental" publicadas en el compendio Segundas Jornadas de Salud Mental y Psicoanálisis, Montevideo 1988. 3. Martha Rodríguez Villamil, ponencia marco del "Panel de Actualización en Psicología Comunitaria" de la Coordinadora de Psicólogos del Uruguay, oct. 1995, publicado en el Boletín de la C.P.U. Nº 72, marzo 1996. 4. Luis Weinstein. "Salud Mental y Proceso de Cambio". Ed. Ecro, Bs. As., 1975. 5. Martha Rodríguez Villamil, publicado en "Experiencias en Salud Mental Comunitaria". Editorial Nordan, Montevideo, 1990. 6. Alejandro Scherzer, publicado en "Emergentes de una Psicología Social sumergida". Ed. Banda Oriental, Montevideo, 1987. 7. Martha Rodríguez Villamil. "Desaparición de la Psicología y Exilio del Psicoanálisis". Montevideo, julio 1985, publicado en Revista relaciones Nº 17. 8. Martha Rodríguez Villamil. "Desexilio del Psicoanálisis y Restitución de la Salud Mental", en Segundas Jornadas de Psicoanálisis y Salud Mental. Montevideo, junio de 1988. 9. José Bleger. "Cuestiones metodológicas del psicoanálisis", en Métodos de investigación en psicología y psicopatología, David Ziziemsky (editor), Editorial Nueva Visión, Buenos Aires, 1980. |
Alternativas Artículos publicados en esta serie: (I) Vieja y Novísima Gestalt (Claudio Naranjo, Nº
144) |
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