Serie: Los intelectuales (VII)

Universidad en curso

José Portillo

Si bien han existido instituciones encargadas de la creación y trasmisión del saber en algunas civilizaciones asiáticas, en especial en China y en el mundo árabe, la Universidad tal cual la entendemos, es una típica institución de la cultura y la civilización occidental. Autores como Henríquez Ureña sostienen que es una herencia de Grecia a la civilización moderna; es la trasmisión del pensamiento libre y reflexivo desde la Academia y el Liceo de Atenas.

La Universidad no es un cónclave misterioso de iniciados, sino el vínculo para orientar la capacidad del hombre y la sociedad frente a la naturaleza, contribuyendo a la felicidad de los hombres sobre la tierra.
José Ingenieros

Esta Universidad del segundo milenio de nuestra era, es una típica institución europea, cuyo origen está estrechamente vinculado al de los burgos de la Edad Media, antecesores de las ciudades modernas. En el siglo X, vinculado con el renacimiento de la actividad comercial, las murallas de la fortalezas y castillos que eran centros administrativos y de poder, se rodean de artesanos y comerciantes. El nacimiento de los burgueses, rompe las estructuras rígidas del sistema feudal y Europa es penetrada y transformada definitivamente. La sociedad "adquiere un carácter más dúctil, activo y variado".(2) Se produce una nueva división del trabajo, la nueva clase de los comerciantes, surgida fundamentalmente en Venecia, va desplazando a la nobleza de la riqueza y el poder, son los "nuevos ricos". El comerciante aparece como un hombre libre y privilegiado. Y a medida que las ciudades se engrandecen, los artesanos y los comerciantes son más numerosos. Por las propias razones de su nacimiento como centros comerciales, la ubicación de los primeros burgos medievales recayó obviamente sobre las vías comerciales más o menos tradicionales. Y a partir del siglo XI, estos noveles burgos empiezan a transformarse en una atracción para la población rural que afluye hacia las nuevas condiciones de vida, muchas veces miserables.

Los orígenes

Los mercaderes y los artesanos se agrupan en cofradías, a menudo vinculadas a iglesias y monasterios. Estas cofradías se denominan Universitas, Communitas o Gildas y sus miembros vinculados por tener el mismo oficio, son solidarios entre sí. Su fuerza nace de la unión y se van transformando en corporaciones independientes y autónomas de otros poderes: su ley es su voluntad. Sus jefes, libremente elegidos, son Deanes o Conde de la Hansa. Habitualmente existía gran cohesión entre sus miembros, que realizan aportes económicos periódicos para solventar las necesidades urgentes de alguno de sus miembros. Estas organizaciones comienzan a disponer de prestigio y reconocimiento social, así como de poderío económico, todo lo cual le da independencia del poder político y cierta clarividencia de las necesidades colectivas. Adquieren estatuto jurídico reconocido por el poder político.

Esta clase incipiente, la burguesía de artesanos y comerciantes, va adquiriendo preocupaciones colectivas: construye hospitales para los pobres y los inválidos, catedrales por devoción y para embellecer con sus majestuosas torres. Pero también necesitan reproducir el conocimiento, los saberes de sus oficios, trasmitirlos a las nuevas generaciones. Su poder surge de conocimientos técnicos y no como en el caso de la nobleza, de títulos heredados.

Estas corporaciones encargadas de la reproducción de los saberes, son las primeras corporaciones universitarias y sus orígenes son simultáneos a las otras corporaciones de oficios y a la propia constitución de los burgos.(3) Las principales necesidades urbanas en materia de "saberes complejos" tienen que ver con la teología, el derecho, las artes y las ciencias, que constituyen las primeras disciplinas universitarias. Maestros y discípulos se agrupan para defender sus intereses específicos e instaurar un monopolio en su beneficio.

Dos son los arquetipos de Universidad, que dieron origen a su vez a dos tradiciones distintas.(4) La primera surge a principios del siglo XII, por el impulso de estudiantes, que buscan primero y (contratan) luego a sus profesores y maestros. Por lo tanto en su administración y gobierno predomina el elemento estudiantil. Los estudiantes llegan a Bolonia, de toda Europa, por "las vías del comercio". La segunda nace a fines del siglo XII, en el seno de la Escuela de la Catedral de Notre Dame, con la preocupación central de un grupo de maestros de enseñar teología.

Con el transcurso del tiempo, ambas Universidades se constituyen en verdaderas corporaciones (Universitas o Gildas) de maestros y estudiantes con privilegios y fueros propios. Se hacen autónomos de otros poderes y pretenden un cierto carácter democrático: Studium Generale (escuela para todos).

A Bolonia y París le siguieron Parma y Oxford.(5) Su éxito fue tan grande que en 1300 ya había 16 Universidades en Italia, Francia, Inglaterra y España. En el siglo XIV eran 30, incluyendo a Austria, Polonia y Bohemia. Por el 1500 ya llegaban a 60 e incluían a Escocia, Hungría y Escandinavia.

La primera Universidad española fue la de Salamanca, como las de Europa Meridional, influida por el modelo de Bolonia, mientras que la Europa Septentrional lo fue mayoritariamente por el modelo de París.

Las congregaciones de maestros y estudiantes van logrando en forma sucesiva nuevas conquistas en su beneficio. El poder político va siendo "obligado" a reconocer y sancionar, con fuerza de ley, los estatutos de las congregaciones.

Con la conquista y colonización de América, se produce una situación diferente, siendo el poder político y eclesiástico el que crea las Universidades. Así la corona española funda, por la bula de Pablo III, las primeras Universidades del Nuevo Mundo, entre 1538 y 1551: Santo Domingo, Lima y México, inspiradas en los modelos de Salamanca y Alcalá de Henares. En la Nueva Inglaterra, la llegada de la Universidad, inspirada en Oxford y Cambridge, es más tardía: Harvard (1636), Yale (1718), Princeton (1746).

De estos modelos de la modernidad temprana, hasta llegar el siglo XIX, se producen grandes modificaciones. No solo un número cada vez mayor de disciplinas (incluyendo la medicina) adquieren estatuto universitario, sino que fundamentalmente cambia el soporte filosófico que la respalda, su origen es confesional y devoto. Pero la consolidación de la Ciencia y la Razón, la influencia del Iluminismo en el Siglo de las Luces, transforman y secularizan a la Universidad. Se produce la separación del poder político del poder eclesiástico. Pero también el poder cultural se separa de los otros poderes. Ahora la Universidad es no solo autónoma desde el punto de vista administrativo, sino también del epistemológico.

En el siglo XIX, se pueden considerar tres modelos de Universidad, de acuerdo con el énfasis en algún aspecto de sus fines: la Universidad inglesa, con gran énfasis en una formación humanística y culturalmente amplia (visión aristócrata); la Universidad alemana, con gran énfasis en la investigación científica, en la creación de conocimiento (visión científica); y la Universidad francesa, con gran énfasis en la captación profesional (visión pragmática). Estos modelos, y algunas combinaciones, serán luego exportados (vía colonialismo) a los cinco continentes.(6)

Como dice Aranguren,(7) es bueno tener presente que, dado su largo período teológico, la Universidad no fue la cuna ni de la ciencia ni de las artes. La filosofía y la ciencia moderna se han hecho, desde el siglo XVI al siglo XVIII, fuera de la Universidad y aún en contra de ella. La secularización que vivió la sociedad en su conjunto, "secularizó" a la Universidad, que de ese modo se hizo "científica". La Universidad se independizó de los dogmas (por lo menos en la mayoría de los casos) y recién entonces se puede señalar con propiedad su analogía con la época de los atenienses.

Aún con su espíritu confesional, la Universidad fue ámbito de luchas ideológicas, como nos cuenta Eco,(8) a propósito de una refriega en la que murieron cinco estudiantes a manos de la policía en el año 1200, cuando el canciller de Notre Dame prohibió las obras de Aristóteles. Las protestas de esa época cuestionaron también una enseñanza demasiado autoritaria en aulas "demasiado llenas". Como se ve, la historia se repite. Se unen, en las reivindicaciones, aspectos materiales e ideológicos.

Pero volviendo a las Universidades modernas, productoras de profesionales, hay que destacarlas como instituciones sociales formadoras de especialistas del saber, con poder social y poder cultural, con autoridad en términos weberianos. Estas Universidades del siglo XIX, ascendientes directas de las actuales, son fundamentalmente responsables de "las profesiones". "Profesión es una ocupación que se regula a sí misma, mediante una capacitación sistemática y obligatoria y una disciplina universitaria; que se basa en conocimientos especializados y técnicos y que se orienta más hacia el servicio que hacia las utilidades pecuniarias, principio consagrado en su código de ética", según la define Paul Starr.(9) El auge y consolidación de las profesiones, típico producto universitario, puede considerarse como el resultado del doble proceso tendiente a conseguir autoridad cultural y movilidad social. La autoridad ya no depende tanto del carácter del individuo ni las actitudes de los legos, se finca cada vez más en la estructura de instituciones como la Universidad. Van aumentando progresivamente en el seno de la sociedad las funciones de certificación y vigilancia y éstas serán cumplidas solo por aquellos legítima y legalmente capaces. Los legos dependen cada vez más de los profesionales y éstos dependen cada vez más, unos de otros. El profesionalismo sigue sirviendo, al igual que en el siglo X, como base de solidaridad para enfrentar las fuerzas que amenazan la posición económica y social del grupo. La medicina, que entró tarde a la Universidad, se puede considerar el paradigma de las profesiones (en sentido sociológico).

La modernidad y la racionalidad

La consolidación de la modernidad trae consigo la consolidación de la razón. En el esquema del pensamiento positivista de Compte, significa la evolución desde el pensamiento mítico y místico hacia el pensamiento científico. Es de acuerdo a la epistemología genética de Piaget, habría producido "una maduración" del pensamiento colectivo. Las cosmovisiones holísticas son sustituidas por un pensamiento analítico y cuestionador. La naturaleza y la sociedad y su interacción ya no son explicadas por mecanismos unívocos. Las corrientes filosóficas más idealistas, o más materialistas, se apoyan por encima de todo en una confianza ilimitada en la ciencia: la ciencia y la técnica serán capaces de ir solucionando los diferentes problemas del hombre en su relacionamiento con la naturaleza y conquistar finalmente la felicidad plena. Hubo algunas voces pre-claras como Rousseau en el siglo XVIII y Nietzsche en el siglo XIX, que llamaron la atención sobre "las virtudes" de la ciencia.

Sin embargo el pensamiento científico positivista sería dominante y hegemónico durante mucho tiempo. La Universidad decimonónica en sus versiones inglesa, francesa o alemana, se adueñará de este pensamiento, transformándose en la institución social por antonomasia que reivindicará la producción y la difusión del saber científico. Esta corriente sostiene "que la mente del hombre es intencionalmente racional y científica",(10) la Universidad solo se encargará de "educarla". Esta Universidad es directa heredera del Iluminismo y se nutre del Positivismo (a pesar de que, paradojalmente, Compte enseñó desde afuera de la Universidad). Para el ignorante, la libertad es imposible, señalan los filósofos de Las Luces. "La escuela" dice Finkielkraut citando a Condorcet "tiende a borrar el límite entre la porción grosera y la porción iluminada del género humano".(11) En cierta forma ese "límite" es el muro de la Universidad: un intramuros iluminado y un extramuros oscuro e ignorante.

Esta formación universitaria se va haciendo progresivamente cientificista y necesariamente fraccionada y atomizada, dado el crecimiento de los saberes específicos. La formación holística y "metafísica" de los orígenes universitarios ha desaparecido. Habermas dice: "nuestros estudiantes, al ser instruidos en los procedimientos indispensables sobre procedimientos a dominar, pero ninguna orientación prácticamente adecuada a las situaciones de la vida".(12)

El triunfo de la modernidad sobre "lo tradicional" es también el triunfo de la incertidumbre sobre las viejas "certezas".(13) La duda impregna la vida moderna a través de la razón crítica no solo en la conciencia filosófica sino también en la vida cotidiana. La modernidad nos introduce en la era de la "incertidumbre fabricada", en la "cultura del riesgo". Se hacen imprescindibles los sistemas expertos y la Universidad es la que forma los sistemas expertos. A pesar del claro triunfo de la razón providencial, pueden encontrarse en el seno de las sociedades modernas, vestigios de concepciones fatalistas derivadas de épocas premodernas. Pero la resultante muestra una clara tendencia hacia el optimismo de la razón instrumental y la Universidad será el abanderado de este optimismo.

Esta incertidumbre afecta las dimensiones de tiempo y espacio. Las sociedades pre-modernas tienen rasgos identificatorios, relacionales e históricos, más o menos claros. Se transforman en principios de sentido para aquellos que la habitan y principio de inteligibilidad para los que la observan. Estos rasgos pueden definirse como lugar antropológico. La modernidad borra los límites de los lugares, hay una pérdida de sentido, un predominio de los "no-lugares".(14) Lugares de tránsito, de pasaje. Es el predominio de la razón estratégica por sobre la razón de los valores.

El optimismo de la razón instrumental llega a sostener que para reformar toda la sociedad, es necesario, fundamentalmente, un duro trabajo científico y un paciente rastreo y sistematización de los hechos sociales.(15) Para ello alcanzaría con una elite bien dotada científicamente, que lógica y naturalmente se formaría en la Universidad. Este conocimiento científico guiaría el progresivo proceso de industrialización y la consolidación del capitalismo moderno. La ciencia y la técnica son la nueva religión; alcanza con tener fe en ellas. El templo es la Universidad.

Las resistencias culturales al proceso modernizador (culturas tradicionales pre-modernas) son vistas como obstáculos al dinamismo del proceso progresivo de la modernidad. Las "autopistas" de la ciencia conducen a la felicidad, los "caminos" de las tradiciones son efectos retardatarios y por lo tanto deben ser eliminados.(16) Si todos son modernos, seguramente llegarán a ser felices (sanos y bellos). La noción de "atraso" es sinónimo de cultura pre-moderna y para evitar que siga "atrasada" se modernizará, se eliminará o se "guardará" en reservas (poco visibles y poco productivas). Esta utopía redentora de la modernidad, cuyos apóstoles fueron Compte y Spencer, se originó en las metrópolis y las fuerzas colonialistas se encargaron de difundirlas entre los "atrasados" de Africa, Asia y América. Los puertos recibían los barcos de guerra con los soldados de la civilización y las Universidades a los profesores del cientificismo. "Ilustraos y dejaréis de ser pobres".

A lo largo del siglo XIX van surgiendo muchas voces que cuestionaron el cientificismo y la dimensión "mística" de la ciencia, incluso desde adentro de la Universidad. Muchas de estas voces surgen de movimientos estéticos o de la filosofía. Sin duda se puede señalar en Nietzsche uno de los pensadores más representativos de esta corriente cuestionadora de la ciencia como fuente de "la verdad".(17) Este autor nos dice que "todo aquello de lo que nuestra época se siente tan orgullosa es considerado como lo totalmente opuesto respecto al tipo noble, casi como malos modales; valgan como ejemplo la famosa objetividad, la compasión por los que sufren, el sentido histórico con su servilismo para con el gusto de los demás, con su arrastre ante los hechos pequeños, el cientificismo". Es difícil no encontrar la influencia de Nietzsche en todas las corrientes de pensamiento crítico, tanto en la estética como en la epistemología. Las críticas contra la modernidad tendrán que ver con el efecto masificador de la cultura y la tecnología, que atenta contra la individualidad, como forma absolutamente única y original de cada ser humano. El proceso creativo de cada individuo se disuelve en el conjunto social.

Por otra parte, la ciencia y la técnica no solo producen bienestar (cosa que indiscutiblemente sucede) sino también producen enfermedad y muerte: el malestar de la tecnología. Incluso el hombre ha logrado lo que antes hubiera sido imposible: crear gracias a la ciencia y la técnica, medios para arriesgar la destrucción absoluta de la humanidad. Y generalmente los estudios que han permitido estos logros han surgido de Universidades. El cientificismo ha sostenido que la ciencia es neutra ideológicamente; sin embargo muchos profesores universitarios se han horrorizado de los alcances en capacidad destructiva de sus descubrimientos. Y de esto no se salva ni la ingeniería, ni la física, ni la genética, ni la biología y ni siquiera la matemática.

A partir de estas consideraciones se han generado los debates de filosofía de la ciencia, que generalmente se han ubicado fuera de los ámbitos universitarios, salvo algunas muy considerables excepciones. Sin negar el conocimiento científico (cosa que sería absurda e impensable) se busca el rescate de otros saberes. Conocimiento y ciencia no son necesariamente sinónimos. El "quiebre o la inflexión" epistemológica no parecen tan claros. Muchas veces el pensamiento científico aparece contaminado por residuos míticos. El conocimiento no necesariamente avanza, a veces retrocede.

La trasmisión del conocimiento

En cierta forma, las diferentes corrientes del pensamiento en la modernidad se caracterizaron por un abandono de la sociedad tradicional, en un intento de unificación e integración, de racionalidad y subjetividad, tanto en sus versiones materialistas como idealistas.

Actualmente, la posmodernidad o modernidad tardía ha visto el resurgimiento del dualismo cartesiano. Viendo el "peligro" del productivismo y la tecnología, han surgido numerosas corrientes que oponen la racionalización a la subjetivación. Esta es llamada por Touraine,(18) sociedad "postindustrial" o programada. Las corrientes que se oponen a la racionalización llegan a constituir verdaderos "fundamentalismos verdes". En esta sociedad programada predomina la producción y difusión de bienes culturales por sobre los bienes materiales, como se caracterizó la sociedad industrial (por lo menos así sucede en grandes sectores de la sociedad "occidental"). En esta sociedad predomina la educación, el cuidado de la salud y los grandes medios de difusión, los que a su vez interactúan y se relacionan dialécticamente entre sí.

En cierta forma la razón implicó la muerte de Dios, entendida como la muerte de explicaciones holísticas y dogmáticas. Sin embargo, el triunfo de la razón instrumental, implicó de cierta forma la muerte del hombre, como ser ético, con arreglo a valores como se pensante y crítico. La sociedad de masas destruyó la individualidad.(19) El sistema educativo ha sido un fiel reflejo de la realidad social en la cual está inserto. Lejos de buscar la formación de "individualidades críticas y reflexivas", ha evolucionado hacia la formación de "masas" relativamente bien dotadas técnicamente, "enciclopedistas", pero sin mayor capacidad crítica.

El discurso científico es producido en los países más desarrollados y en particular en algunas Universidades e institutos de muy alto nivel, que se transforman en "los centros del saber" desde los cuales se irradia hacia la periferia, es la "transnacionalización del saber".(20) Los países de mayor capital económico son también aquellos que detentan el mayor capital cultural y simbólico. Se produce una transferencia de los paradigmas educativos desde el centro a la periferia. Estos paradigmas, lejos de ser cuestionadores y críticos, se transforman en "caricaturas" pobres de los modelos aplicados en el centro y reproducen la formación de "técnicos de segunda".

Desde este punto de vista, el sistema educativo ha sido un instrumento del "imperialismo", como forma extendida del capitalismo, que ha contribuido a formar mano de obra calificada para las elites dominantes.(21) Otras hipótesis plantean que la educación puede considerarse una llave para lograr el desarrollo y la autonomía. En realidad es probable que la Universidad contemporánea combine en diferentes proporciones ambas hipótesis. En todo caso, no es exclusivamente ni la una ni la otra.

También es cierto que en las sociedades contemporáneas el sistema educativo juega un rol muy importante en el control social. De Azevedo,(22) señala muy claramente: "por medio de esa intrincada red de relaciones pedagógicas y de relaciones sociales no pedagógicas, todo medio social ejerce sobre el individuo no maduro una acción para modelarlo a su imagen". En realidad no es una relación mecánica. Las influencias individuales, familiares, de clase social, influyen notoriamente. Por eso la resultante final es variable en cada individuo. Pero en general, a pesar de un discurso relativamente progresista, el sistema educativo en general y la Universidad en particular, es profundamente conservador.

Sin embargo, algunos sociólogos, como por ejemplo Duvignaud,(23) han encontrado elementos que permiten ser optimistas. Nos dice este autor "entre los hombres y mujeres más jóvenes, en el momento de entrar en la vida, aparece una intensa necesidad de creer y de provocar o penetrar en participaciones unánimes, fanáticas, siempre y cada una de ellas, absoluta". Habría que aprovechar esta coyuntura bio-psico-social favorable, para rescatar el principio de la crítica intelectual que escapa a "compromisos doctrinarios" y ubicarse en "el nivel de la reflexión donde no se ha engendrado aún lo normativo ni la ontología". Esta sería una tarea liberadora, que la Universidad debiera considerar. Liberadora en el sentido de crear la autonomía y la heterodoxia del individuo frente a los sistemas "dados".

Según Colom y Melich,(24) la situación contemporánea muestra la convivencia de dos perspectivas ideológicas diferentes, una de signo antihumanista, basada fundamentalmente en la tecnociencia y en la necesidad de conocimiento como base para seguir desarrollando la tecnología (que se ve ahora como salvadora y propiciadora de los avances de la humanidad) y la otra de signo humanista y colectivista, que se asienta más en la fuerza liberadora del nosotros que en la seguridad de las posibilidades individuales". La organización social contemporánea, sin duda, privilegia la primera perspectiva. Una de las funciones de la Universidad pudiera (o debiera) ser la compensación de esta hegemonía. Buscar la veta solidaria que existe en aquellos paradigmas que priorizan la solidaridad entre los individuos y no el individualismo no solidario.

En esta época altamente burocratizada es difícil la labor docente crítica y reflexiva. Esta requiere de investigación y de una permanente evaluación. Si "el propósito central de la educación es la trasmisión, interpretación y desarrollo críticos de las tradiciones culturales de nuestra sociedad, es obvia la necesidad de una investigación que concentre sus cuerpos y sus recursos, sobre las políticas, los procesos y las prácticas con que se trata de realizar dicho propósito".(25) Se hace difícil, en el campo de los micropoderes académicos, concentrar los "esfuerzos" en políticas realmente críticas y transformadoras. Esos "micropoderes" tienden a la consolidación de las viejas estructuras, son funcionales al mantenimiento de ciertos privilegios.

Homo academicus

El ambiente universitario puede ser entendido como un habitus en el sentido de Bordieu,(26) es decir, como "un sistema de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas, principios generadores y organizadores de ciertas prácticas y representaciones objetivamente adaptadas a su fin". Estos habitus mantienen con el conjunto de la sociedad, una especie de complicidad, que, como dice el mismo Bordieu,(27) permite un "conocimiento sin conciencia, una intencionalidad sin intención y un dominio práctico de las regularidades, que permite adelantar el porvenir sin tener ni siquiera necesidad de presentarlo como tal". Es una especie de representación teatral, con un conjunto de actores, un libreto conocido y donde lo máximo que se puede esperar en materia de innovación, es un agregado circunstancias. Siguiendo en el contexto interpretativo de Bordieu, el sujeto (en este caso académico) tendrá una capacidad creadora activa, inventiva, innovadora, como un agente actuando en marco de ciertas predisposiciones.

Existe un campo académico (al igual que un campo artístico) en el seno del cual existe un sistema de relaciones objetivas entre posiciones adquiridas como fruto de luchas anteriores.(28) Estas luchas logran un cierto monopolio de dominio, fundado en la autoridad producto de la suma de capacidad técnica y prestigio social. Muchas veces la dinámica universitaria debe ser entendida más como un mecanismo perverso que tiende a la perpetuación del monopolio de la autoridad, que como una institución social que pretendería instituir el cambio social a través de la democratización del conocimiento. Tanto el campo académico como el científico están sobredeterminados por prácticas sociales más amplias. Sin embargo no se puede desconocer que estos campos tienen un grado de autonomía relativamente significativo ya que sus productos detentan un gran capital simbólico: reputación, prestigio, autoridad, competencia. Existen instituciones (Universidades, institutos) dotados de gran prestigio, cuyos cargos o títulos, son obviamente más prestigiosos que otros, aunque éstos tengan más relevancia por la calidad de su proceso educativo o la adecuación con la calidad social en la cual está inmerso. Un riguroso análisis sociológico del campo académico implica descubrir las estrategias ideológicas, generalmente disfrazadas de tomas de posición epistemológicas, y sus respectivas condiciones sociohistóricas de producción.

Aquellos que detentan mayor cuota de capital cultural y capital simbólico son los que monopolizan "las rentas universitarias y los diplomas".(29) Si la escuela contemporánea se ha transformado en un instrumento que refuerza la segregación social, la Universidad la acentúa (efecto perverso) aún más. Los sistemas "igualitarios" están en crisis (escuela, Universidad, seguridad social). No han servido como instrumentos redistributivos. El campo académico es una muestra de iniquidades.

Dice Norbert Elías,(30) que "la factual expansión del conocimiento y crecimiento de los niveles educativos, resulta todavía insuficiente para incrementar en forma claramente perceptible el potencial de la población". Mientras que en términos de distribución del poder, parecería que se han logrado los efectos exactamente opuestos, ya que el conocimiento técnico y científico, es accesible únicamente a un reducido grupo de expertos, los "oligarcas del conocimiento" según este autor. Por otra parte y como refuerzo de lo anterior, el conocimiento científico, a diferencia del conocimiento pre-moderno, es fuertemente autoritario. Y aunque el conocimiento científico desprecia otras formas de conocimiento, a veces la investigación científica se basa en valores y axiomas totalmente ajenos al conocimiento científico. Muchas veces los científicos y los académicos "se encierran en la torre de marfil de símbolos incomprensibles con el fin de alcanzar gloria y autoridad, en virtud de su oscuridad".

Quiere decir que tanto la producción del conocimiento (investigación), como su distribución (enseñanza), llevan en sí mismos condiciones objetivas que estimulan el individualismo y el autoritarismo. Se producen distintas formas de hegemonía y de dominación tanto en el interior de la comunidad universitaria, como entre ésta y el resto de los actores sociales. Volviendo a sus orígenes la Universidad estimula el corporativismo, que contribuye al mantenimiento de las desigualdades, en función de las rigideces de los derechos adquiridos. Los distintos actores en el campo de las luchas universitarias han sufrido una retracción en sus ambiciones: ya no pretenden el interés colectivo sino del pequeño grupo. El corporativismo es otra cara del individualismo. El logro de metas comunes, es decir, "la universidad de intereses y valoraciones, depende de las normas y valores que encuentran reconocimiento intersubjetivo en circunstancias determinadas".(31)

La crisis

De acuerdo con la teoría de sistemas y siguiendo a Habermas,(32) puede hablarse de crisis "cuando una estructura admite menos posibilidades de resolver problemas que las requeridas para su conservación". Son perturbaciones intrínsecas (ínsitas en sus estructuras) que atacan la integración sistémica. Estos procesos de crisis deben su objetividad a problemas de autogobierno no resuelto.

Recapitulando, en la problemática del sistema universitario señalada anteriormente no es difícil reconocer una "crisis de identidad", siguiendo el concepto habermasiano. Si bien no cabe suponer que esta crisis signifique "la disolución" de la Universidad, es fácil entender toda la problemática que la aqueja. En su contexto global civilizatorio de crisis, una de las instituciones sociales más viejas de esta civilización, no está al margen de una crisis de legitimación.

"En la crisis de fundamentos y dado la complejidad de lo real, todo conocimiento tiene hoy en día, la necesidad de reflexionar, reconocerse, situarse, problematizarse", dice Morin.(33)

Duby,(34) señala muy gráficamente que a "la Universidad, ese medio eminentemente conservador y rutinario", es adecuado y conveniente el uso del vocabulario de las corporaciones medievales. Eglau dice: "una reglamentación burocrática de todos los procesos decisorios y una mentalidad de funcionario, dominado por una manifiesta idea de seguridad, han provocado el agotamiento del espíritu investigador en las Universidades".(35) Bobbio, refiriéndose a los Parlamentos, destaca un concepto muy aplicable a la realidad universitaria, "una de las plagas de nuestro parlamentarismo, tan denunciada como poco resuelta, es la proliferación de las llamadas liguillas, que son precisamente el efecto de predominio de los intereses particulares, de grupo, de profesión, en el peor sentido de la palabra, corporativos".(36)

Se pueden considerar algunos factores externos vinculados a la realidad social contemporánea, que sin duda contribuyen a la crisis de la Universidad.

Entre ellos cabe mencionar(37): saturación de ciertas áreas del mercado profesional y el surgimiento de otros nuevos; costo creciente de la educación; significación de la enseñanza y la investigación en el desarrollo nacional; regionalización e internacionalización de las actividades universitarias; desarrollo de nuevas tecnologías pedagógicas; costo creciente de los programas de educación; necesidad de coordinación multiinstitucional en la investigación; intensa tasa de caducidad de conocimientos y capacitaciones; significación creciente de la extensión universitaria; y finalmente, el incremento significativo en el ingreso de estudiantes.

Las rigideces propias de los sistemas de gobierno y administración dificultan enormemente, respuestas rápidas y adecuadas, a los problemas y cuestiones enumerados.

"La historia reciente de nuestras Universidades demuestra que ellas se adaptan mal a la creación de nuevas carreras profesionales y de nuevos campos de conocimiento. Ellas tienden a preservar sus tradiciones, más que a desplazar recursos a nuevos objetivos. Numerosos son los ejemplos de profesiones nuevas, para las cuales la Universidad no prepara" nos señala Alain Touraine.(38) "Yo reclamo Universidades más ambiciosas y con motivaciones positivas". "Hoy la Universidad se ha portado mucho peor, comparativamente, que el sector productivo" dice Michel Crozier.(39) En el conjunto de la trama social, incluso en los países más desarrollados o de mayor poderío económico, la Universidad ha sufrido un retraso: no hay capacidad de adaptación a rápidas transformaciones. En realidad, dicen Fossaert y Vallue, "la crisis de la Universidad recién va a comenzar, vista como conjunto de problemas que se determinan unos a otros y que terminan en todos los casos oponiéndose a los principales objetivos".(40)

Como la crisis civilizatoria es obviamente mucho más amplia que la crisis universitaria, se agregan problemas propios de las grandes "incertidumbres" actuales. La crisis ha afectado los fundamentos de la cultura occidental. Es decir que a los problemas de "forma" mayormente enumerados en este artículo, hay que agregar los de "fondo".

Definiciones conceptuales que tienen que ver con la tecnología, la hiperespecialización, la capacidad de reflexión, la ética, la justicia social, la democracia. Ya que todos estos conceptos están en tela de juicio, no puede prescindirse de su consideración en una "reconversión" universitaria.(41) La tarea no es sencilla, pese a lo cual habremos de referirnos a ella en un próximo trabajo.

Referencias

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35. Eglau, H.O. Lucha de gigantes. Europa, USA y Japón rivalizan por la hegemonía económica. Ed. Planeta. Barcelona, 1983.

36. Bobbio, N. El futuro de la democracia. Ed. Fondo de Cultura Económica. México, 1986.

37. Pérez Correa, F. y Steger, H.A. La Universidad del futuro. Ed. Universidad Nacional Autónoma. México, 1981.

38. Touraine, A. Un nouveau type d'université. Le Monde, mars, 1985.

39. Crozier, M. Un nouveau type d'université. Le Monde, mars, 1985.

40. Fossaert, R. y Vallue, G. La vraie crise de l'Université va bient"t commencer. Le Monde Diplomatique. Novembre, 1987.

41. Dascal, M. La Universidad del 2000. Relaciones, 137. Octubre, 1995.


Los intelectuales

Artículos publicados en esta serie:
(I) La trasmutación de los intelectuales (Augusto Pérez Lindo, N§ 101)
(II) Gramsci y los intelectuales (Ma. Teresa Camarena, N§ 104/105)
(III) Intelectuales y modernidad. El caso norte-americano (Wlad Godzich, N§ 111)
(IV) Vida intelectual en U.S.A. (Daniel Bell)
(VI) Los años 60 en U.S.A. (Daniel Bell, N§ 130)
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