enqueestamos

Clónicos

Saúl Paciuk

El periodismo de primera plana está de parabienes con el descubrimiento (¿o la inflación?) de una fuente fresca de la que manan por igual información, fantaciencia y especulaciones de esas que mueven a proferir exclamativos específicos (tales como Oh, Ah), y también adjetivaciones del tipo ¡qué horror! o ¡a dónde vamos a parar!, o bien el más módico pero que tiene su filosofía: ¡ya no saben más qué inventar!.

La fuente (¿quién no lo adivin"?) se llama clonación. O sea la fabricación de individuos y en particular duplicados de otro individuo ya existente. Algo así como la puesta en marcha de una gigantesca fotocopiadora a la que todo nostálgico narcisista podría recurrir para pedir que, ya que la receta que lo form- a él fue tan buena, ¿por qué privar al mundo de la felicidad contar con más de lo mismo? Así que por favor, despachen pronto otro idéntico.

Claro que la clonación era conocida de tiempo atrás y la naturaleza la practica desde siempre. Por ejemplo, la emplea como vía para la reproducción celular asexuada, en la que interviene un solo individuo. También para dar lugar a los gemelos univitelinos o idénticos (aunque lo de idénticos es hasta por ahí no más). En silencio, la usa cada jardinero cuando reproduce una planta a partir de una ramita o una hoja. Y en el laboratorio se ha ido aplicando a plantas y animales varios, mamíferos incluidos. Pero ahora se vislumbra que podrá ser aplicada al hombre y se vaticina, por parte de aquellos que están en este ajo, que será posible hacerlo ya en los primeros a-os del pr-ximo milenio, inaugurando los milagros que nos promete el cambio de serie.

La imaginación vuela y la meta parece ser que, enfrentados a dos individuos, ellos luzcan tan iguales que sea imposible responder a la pregunta siguiente: Àcuál es el original?

Claro también que aplicada a plantas y animales, la clonación no causa revuelo alguno, es curiosidad para diletantes de la ciencia o es diversión. Pero aplicarla a la materia sagrada que es el hombre es otra cosa, alarma e indigna, empezando por los papás que se ven ingresando a la n-mina de desocupados, ya que dejarán de ejercer una de sus tareas preferidas. En cambio las mamás mantendrán su ocupación, pero de modo parcial, ya que seguirán -Àpor cuánto tiempo?- dando hospedaje. La clonación de humanos es otra cosa y a esa otra cosa vamos.

EL "FACTOR HUMANO"

En torno a la clonación el ambiente es confuso y a veces histérico, lo que favorece que muchas preguntas que podrían ser interesantes no se hayan planteado. Por ejemplo, se ha tomado el punto de vista de quien encarga o se entera de la clonación, pero nadie se pone en el lugar del clon. ÀQuién osará decir que esta ausencia es pura casualidad? Es que parecería que a nadie le gusta pensar que lo que se fabricaría, los clones, serían gente como uno. ¿C"mo uno dijo?. Sí.

En efecto, falta el "factor humano" en el presente debate sobre clones.

Las cuestiones que se han planteado giran en torno a si se debe avanzar en el desarrollo de las técnicas que permitirían la clonación de humanos. Siempre se plantea si se deben o no clonar a otros, si alguien querría ser clonado, no se formula la pregunta acerca de quien desearía ser un clon y se da por supuesto el interés de todos en ser originales (Áen esto también!). No se habla de la vida de los posibles clonados. Si se preguntara quien quiere ser un clon, muy probablemente nadie querría ser un duplicado de otro ser existente, ni aun de "ricos y famosos" (pero sí tener su riqueza y su fama y seguir siendo el que uno es).

Nadie se acuerda de los sentimientos de los clones. ¿C"mo se sentiría usted si vienen y muy seriamente le dicen que fue traído al mundo como una copia Xerox de algún otro? Si develar una adopción trae problemas,¿podrán faltar en el caso de clonaciones? Y los adolescentes, que cuando entran en la guerra con sus padres, o el mundo, dicen que ellos no pidieron nacer ni fueron consultados, ahora dirán "yo no pedí ser clonado" o todavía algo peor, "Lo último que querría en este mundo es parecerme a vos".

¿UN CALCO O UNA SEGUNDA VIDA?

Genéticamente, un clon es un gemelo idéntico, pero los gemelos univitelinos, nacidos de un mismo "vulo fecundado, tienen más probabilidades de ser parecidos entre sí que el clon respecto del original, pues comparten buena parte de su vida y eso no pasa con el clon.

La creencia de que serán idénticos es uno de los mas llamativos errores. Es que no somos hijos únicamente de nuestra dotación genética, sino también de las experiencias de nuestra vida.

Si usted tiene 52 y crea un clon, cuando él tenga 25 usted tendrá 77 y estará dentro de su eterno cuerpo de 77; en ese momento su clon egresará pronto de la universidad, pero claro que sin usted, porque usted también egresará pronto pero de esta vida, claro que también sin él.

Un padre o un entrenador podrían ordenar la producción a medida de un deportista calcando a una estrella. Pero, Àacaso lo recibirán ya hecho? Seguro que no, recibirán un ni-o que luego de 20 a-os de duro entrenamiento podría jugar en primera, si es que en el camino no se le ocurre que su destino es otro.

El doble no seguirá necesariamente los pasos del original, dará necesariamente sus propios pasos y será una persona por sí mismo. Una réplica de alguien que fuera creado hoy, no vivirá en el mismo mundo en el que tuvo lugar la infancia del original, tendrá otros padres, otros maestros y amigos, diferentes compa-eros, otra música, será otra la política, otro el mundo, sus amores serán otros y también otros los errores que podrá cometer. En ese mundo habrá clones y en cambio cuando el original fue muchacho, lo de los clones solo era una fantasía con muy poca incidencia en la vida de nadie. Además está la suerte, ¿qué puede asegurar que el clon tendrá la misma que tuvo el original?

Es una diferencia no de años sino de vida, y en eso uno aventaja (Àquién a quién?) al otro, y por ello diferencia fundamental en el factor hist-rico y ambiental que tanto contribuyen a la formación de la persona. Y, como la vida será radicalmente diferente por lo que, cuando el clon tenga treinta a-os, habrá de diferir, mucho mas allá de lo visible. La apariencia física podrá darles un aire de familia con el original del cual es un clon, pero en cuanto persona, muy probablemente el clon no querrá ser como el original a ningún precio. Querrá ser él.

Se habla de ejércitos de clones, pero en la medida en que la clonación produzca seres que no se distinguen de los originales, este éxito sería el fracaso de la tesis, ya que el original y el clon serían personas iguales a cualquiera, como lo es su original, igualmente imprevisible e incontrolable. Si es que el clon es una persona por sí mismo, entonces frente a un clon nadie sabría qué rumbo habrá de tomar su vida. Los clones podrán ser parecidos físicamente, pero no sabemos cuántos más rasgos habrá de incluir el parecido. No somos únicamente nuestros genes, hay mucho más que genes en cada uno de nosotros.

Se puede suponer que alguien quiera un clon para reemplazar a otro ser, pero no tendrá nunca alguien que continúe la vida que empez" el primero. Lo lamentable es que esta pretensión de manejo técnico de la vida haga carne en la gente, aun cuando más no sea en el mundo de su ilusi-n.

La clonación no ofrece la posibilidad de vivir una segunda vida. Todos tenemos la nuestra, que es una, y no podemos trasmitir ni continuar nuestro espíritu o nuestra alma; cuando algo de esto se logra, es a través de un complicado proceso de aprendizaje y de identificaciones; el "alma" no es un paquete que se entrega hecho, ella se crea y se confunde con la historia de su creación.

UNA HISTORIA VIEJA

Clonación es en estos días el tema top en la conversación y los interesados (no en la comunidad científica) lo estimulan a más no poder. De paso reviven y explotan fantasías colectivas y eternas. Hay un significación mítica de todo esto que, si pensamos con calma, podría ser evitada. Desde siempre los ni-os se preguntan quiénes son, si son hijos de quienes revistan como sus padres o si son hijos de otros padres o si son del asilo. Los adolescentes fantasean acerca de tener un doble que está viviendo por algún lugar interesante de este mundo o de otro. Para los adultos, algún conocido se top" con su doble en una calle oscura de Belfast, claro que solo lo vio de espaldas y llovía. Se explotan también los temores generalizados ante lo nuevo y las paranoias acerca de los científicos, presentados como mentes perversas y emisarios del Diablo.

El problema de los clones no es real a nivel de la vida cotidiana de nadie y muy probablemente no lo será al menos por mucho tiempo. Aún si prosperara la técnica, las dificultades serían enormes; para calibrarlas basta tener en cuenta que para llegar a Dolly, se necesitaron más de mil -vulos no fecundados.

El tema de los clones no debería asustar. Asusta porque plantea algo nuevo y lo que asusta es la novedad y no su contenido. Así pas- hace unos a-os con la posibilidad de la fecundación in vitro y con la inseminación artificial. Ante lo nuevo, fácilmente se realiza una traspolación por la cual lo temido pasa a ser considerado como moralmente malo. Y no tiene por qué ser así.

En cambio sí, hay problemas a nivel de la moral, las costumbres se ven desafiadas por un nuevo hecho que no conoce antecedentes. Problemas que van unidos a los legales (el clon, ¿qué es respecto de su original: hijo, hermano, medio hermano?). La moratoria que pidi- Clinton en las investigaciones sobre clonación en humanos tienen precisamente el sentido de permitir abrir un espacio para un amplío debate que permita considerar las formas en que la clonación, un hecho inevitable, puede ingresar en las normas vigentes en cada sociedad organizada.

Y si hay peligros, ellos están en otra parte. La diversidad genética, en el caso de que la clonación se generalizara, estaría puesta en riesgo. La fuerza y el valor de la evolución se debe a la constante mezcla de genes y los clones pueden estar mas expuestos a enfermedades. Si Dolly fuera el inicio de la creación de una línea de ovejas idénticas a ella, esa línea estaría amenazada de desaparecer, pues toda ella sería susceptible frente a un mismo agente pat-geno que la afectara seriamente.

Aquí, finalmente, el trabajo periodístico tiene algo de bueno, y es que invita a los receptores de su trabajo a enterarse, a disponer de información, y en alguna medida a pensar sobre el problema y a tomar posición. De esa manera, porciones cada vez mayores de cada sociedad están en conocimiento de lo que pasa y dispuestas al diálogo. Esto supone que la información y el consenso importarán a los que toman decisiones. Y es muy posible que el acceso a la responsabilidad social acerca de la clonación esté más cerca de volverse real que la clonación misma, ya que desde el punto de vista técnico dista todavía de ser un procedimiento asentado.

CLONACION

El principio de la clonación no tiene nada de novedoso. Se refiere, estrictamente, a la producción de células u organismos genéticamente idénticos a aquellos de quienes descienden, salvo que haya incidido alguna variación por efecto de mutación o del ambiente.

La llamada reproducción celular primaria (reproducción asexuada, propia de bacterias, protozoarios, algas y algunas plantas y animales más complejos como gusanos) es un ejemplo de formación de clones: cada población consiste en clones, uno o varios, según desciendan de un único o varios ancestros.

La reproducción asexual se encuentra también en las regeneraciones espectaculares de algunos animales tales como las estrellas de mar, que de una pata aislada reconstruyen a todo un individuo. También en el hombre, tipos de reproducción asexual ocurren en los casos de gemelos idénticos. Los clones también puede ser producidos por partenogénesis, esto es, el desarrollo de un organismo adulto a partir de un huevo no fertilizado.

La reproducción en tejidos celulares también asume la forma de clonación: ello ocurre en el crecimiento de tumores o la formación de los linfocitos B, una célula del sistema inmunitario que produce anticuerpo específicos.

Utilizando técnicas artificiales se pueden separar tejidos de una planta y ponerlos en un medio apropiado; el tejido se desarrolla y forma células embrionarias que son plantadas y producen plantas completas: algo de esto hace el jardinero con hojas y tallos.

También pueden trasplantarse núcleos celulares de un individuo a otro: núcleos de células fecundadas a otras no fecundadas a las cuales se les ha quitado su propio núcleo. De este modo se logran individuos idénticos, clones.

En otros casos se recombina el materia genético y se transfiere de un organismo a a otro, el que forma un clon con la f"rmula del DNA del donador primero. Transfiriendo a bacterias se ha logrado producir insulina, interfer"n, hemoglobina y hormona del crecimiento.

De gran importancia es la reciente clonación de genes humanos en animales tales como ovejas, cabras, vacunos. En estos casos se retiran huevos fertilizados de las hembras y se les inyecta algún gen humano que se asocia con otros propios del animal: reimplantado el huevo, el gen humano se activará llevando al animal a modificar su comportamiento biol-gico propio, produciendo por ejemplo un tipo determinado de leche que está complementada por alguna hormona u otro elemento. En el momento de la reproducción algunos de los animales nacidos de esa madre recibirán el gen ajeno, volviéndose transgénicos.

Lo que está sobre el tapete en la clonación es la respuesta a una pregunta central que se refiere al potencial de los núcleos celulares, la porción en la que se encuentran los cromosomas y los genes. Los científicos dedicados a la embriología se han preguntado si cada célula de nuestro cuerpo contiene o conserva el potencial de crear un nuevo individuo. ¿Puede una célula común, que se ha modificado y en alguna medida especializado en función del tejido del que forma parte; empezar todo de nuevo? La respuesta que tenemos estos días es que puede, la prueba es la clonación de un animal.

Por otra parte, ¿por qué aplaudir la prohibición de clonación de humanos? Los miedos están atados a ficciones y en definitiva no se trata sino de otro paso en el camino de control de la reproducción, del intento de hacerla racional. "Encargar" un hijo puede estar un poco más de acuerdo con los padres; es plausible que se quieran evitar las malformaciones y que el tener un hijo no termine con una resignada aceptación de lo que sea porque esa fue la"voluntad de Dios".

LO INQUIETANTE: UN SEGUNDO YO

Volviendo al plano de lo mítico, hay mucho de inquietante en la posibillidad de la clonación. Que se pueda fabricar un doble, lleva a presumir que toma existencia alguien a quien uno le eligi- su ser, dispuso que tomará el ser que es de otro. Y lo que inquieta no es la posibilidad de creación del clon, sino que esa creación materializa acabadamente algo tan oscuro, vidrioso y temido como lo es el propio deseo. Las más de las veces, ante la posibilidad de que un deseo se realice tan plenamente, se termina prefiriendo el azar: que otro decida.

Dejemos los sueños de lado. Ya tenemos un yo y un "otro yo" y bastantes problemas nos causan como para querer cargar con un segundo yo. A menos que este segundo yo -y alguna variante cl"nica sería muy adecuada- esté dispuesto a brindarnos un servicio muy apreciado, el mismo que a Dorian Gray le prestaba su retrato. Bueno, si fuera así, podría haber muchos interesados.

Mientras algo así no se concrete, el tema luce complicado y el debate seguramente será amplio, no comenz" ayer ni termina ahora.


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