Serie: La Cotidianeidad (VII)

Una semántica de lo cotidiano

Mariluz Restrepo ¿Cómo pensar "en serio" lo cotidiano retomándolo como un espacio de reflexión para la comunicación? No se trata, entonces, de abordar una temática dentro de la gama que sugiere el estudio de lo cotidiano, sino más bien de presentar un abanico de posibilidades con la esperanza de abrir horizontes al trabajo metódico y reflexivo.
Lo cotidiano es precisamente "desde dónde" el hombre puede realizar su vida, una categoría articuladora de la existencia, que es posible abordar desde tres perspectivas: el análisis de su campo semántico, una reflexión sobre el concepto a partir de tres ejes históricos: Heidegger, Lefebvre (Marxismo) y Husserl (fenomenología) y su caracterización, buscando su sentido para el hombre desde diversas dimensiones: lo individual, lo social, lo económico, lo histórico, lo ético-político y lo ontológico.

¨Por qué y desde dónde cotidianeidad y comunicación?

En las últimas décadas lo cotidiano se presenta como un fenómeno de interés para las ciencias sociales. Sociólogos como Touraine y Castoriadis reivindican la vida cotidiana como articuladora de la sociedad. En historia, especialmente en los trabajos enmarcados dentro del interés por recuperar la historia de las mentalidades colectivas, se da espacio al análisis de hechos de la vida diaria que a simple vista parecen ser triviales (Cfr. Le Goff, Braudel, P. Veyne, G. Duby). Desde el punto de vista psicológico, investigadores como Moles, han denominado como "micropsicología" al estudio de los procesos psicológicos implicados en las acciones de la cotidianeidad. En antropología, el desarrollo del método etnográfico, a diferencia de los métodos tradicionales de encuesta o de acción participativa, consiste precisamente en la observación y análisis de los procesos que vive el hombre. El antropólogo norteamericano Geertz ha denominado este tipo de actividad como "descripción densa", que busca encontrar las minuciosidades, las sutiles, las pequeñas diferencias que explican y dan sentido a las acciones cotidianas del hombre(1). Es curioso, sin embargo, que el estudio de lo cotidiano se haya menospreciado y que aparezca como totalmente divorciado del "pensamiento serio", de la ciencia. Si lo pensamos, lo cotidiano desde siempre ha estado amarrado al trabajo reflexivo. Solo como ejemplo, recordemos que Aristóteles escribió la Poética a partir de su experiencia y la del pueblo griego ante una actividad cotidiana como era la tragedia, como espectáculo. Interesa destacar cómo un filósofo como Kant dedicó un libro a la "Metafísica de las costumbres". En la literatura es patente esta relación: ¨Qué es "La Ilíada" sino un cuento de la vida cotidiana, o el Quijote, las novelas de Balzac, el teatro de Ibsen o la narrativa de García Márquez? Lo cotidiano siempre ha sido comunicado y la comunicación es una acción cotidiana. Desde la comunicación, hoy aparecen dos posturas extremas; aquellos que buscan con impaciencia el lugar de encuentro entre comunicación y cotidianeidad, pensando que ahí está la respuesta a los enigmas de la comunicación, y otros que lo consideran insulso, poco importante y lo reducen, niegan la relación o lo colocan entre paréntesis. A veces, desde la comunicación, se reduce, se simplifica y se mira lo masivo entendido, como lo calificó Eco, como "apocalíptico"; esto es, lo cotidiano como lo gris, lo anónimo, lo que se repite, lo que no tiene mayor validez. Otras veces se entiende lo cotidiano como lo opuesto a la cultura "culta" a lo académico, a lo serio, lo superior, como si lo cotidiano no tuviera sentido y no hiciera parte de la cultura. En otras ocasiones lo cotidiano se equipara con las prácticas populares no para reivindicarlas, sino mirándolas peyorativamente, como eso que hacen los grupos subalternos, entendidos como "lo que está por debajo de", y no desde la riqueza del concepto en Gramsci, no como lo que precisamente tiene validez por ser diferente, variado, múltiple. Propongo asumir lo cotidiano desde adentro para reconocer como índice en la comunicación como ciencia.

¨Por qué una semántica de lo cotidiano?

Quisiera precisar el concepto de semántica, que por supuesto no lo estoy tomando en la acepción lógica de los filósofos analíticos ingleses - como semántica lexical que separan semántica, sintaxis y pragmática- sino que lo estoy entendiendo desde la propuesta de Benveniste y Ducrot: el sentido discursivo del lenguaje ordinario que centra su atención en los procesos de la enunciación y no en la estructura del enunciado. Entendida así, la semántica asume la sintaxis y la pragmática y así también implica, tomándolo desde Aristóteles, la Retórica, o sea una argumentación, lo que, en lo cotidiano, lo vamos a poder entender como "tácticas". Y supone la Poética, ese espacio de invención, de creación del hombre. La semántica no es solo buscar significaciones, significados, sino más bien significandos. Uso el participio que nos da la idea de movimiento, una traducción más fiel de la palabra "meaning" utilizada por Austin y Searle, la cual no es significado ni sentido, sino el proceso que se va construyendo, que se hace, que no está dado. Ese proceso semántico nos da la posibilidad de lo simbólico que por lo tanto debe descifrarse, que nos lleva a interpretar para poder comprender. Retomando a Ricour, lo que se trata de hacer con una semántica de lo cotidiano es encontrar el "exceso de sentido", lo que está ahí, detrás de las apariencias, dando paso hacia una hermenéutica de lo cotidiano. Tendremos que trabajar lo cotidiano no como algo que se da inmediatamente, que aparece, que se ilumina como una revelación, sino como algo que está mediado, es mediación. Tiene que mirarse como expresión simbólica, mirarse descifrando, encontrando el carácter sintomático de lo superficial, buscando "lo sospechoso" que, como Eco bien lo expone, el trabajo de la sospecha es como un trabajo de detective que en nuestro caso, nos demuestra que lo cotidiano no se presenta; no está a la vista, ni está ante los ojos, sino que mediado por múltiples elementos se puede encontrar su función simbólica expresada por lo plurisémico. Es allí precisamente donde se puede justificar un discurso de lo cotidiano. Tenemos, entonces, dos puntos de partida. Primero que lo cotidiano es complejo, no definible en una forma única; es denso, lo contrario a lo transparente, tiene profundidad, perspectiva, tiene aristas, y es resonante: lo que reverbera, lo que tiene capacidad simbólica. Segundo, algunas consecuencias metodológicas. Lo anterior supone que no se puede acceder a lo cotidiano en forma directa; es necesario dar un rodeo para encontrar lo cotidiano a través de sus expresiones y manifestaciones. Es dar un salto entre la verdad que aparece y el sentido que se esconde, entre claridad y lo escondido de lo cotidiano; el paso entre lo normativo, lo reglado, lo dado y lo simbólico; entre lo presente, lo actual y lo original como originario y único. Lo cotidiano, entonces, se va construyendo, no está dado, debemos armarlo. El proceso metodológico es inherente a su construcción, ya que a medida que se avanza se va construyendo el objeto. Analógicamente, podríamos entender lo cotidiano como el inconciente; como algo que puede conocerse pero que no está ahí, que solo se va haciendo en la medida que se conoce, si no pasa desapercibido, se asume como dado; solo cuando se aborda su conocimiento, se hace conciente. La semántica de lo cotidiano supone encontrar relaciones entre los elementos, implicaciones que deben descifrarse, es un trabajo de filigrana, encontrando lo sutil. Es el paso de las estructuras superficiales a las estructuras profundas. No puede ser una simple taxonomía o sintaxis, sino más bien el espacio para ir "tejiendo" el sentido, un tejido de lo cotidiano. Lo cotidiano, como hipótesis de base, es el espacio donde hombres y mujeres dicen -hablan- y hacen su vida. Lo cotidiano, entonces, siempre comunica, lo cotidiano es comunicación.

Lo cotidiano y su reflexión en la historia

Aceptando un enorme recorte y una posición muy interesada, quisiera tomar tres ejes históricos en la reflexión sobre lo cotidiano. En primer lugar retomemos el pensamiento de Heidegger en "El ser y el Tiempo", donde mira lo cotidiano como la caída, la muerte, lo trivial, como los hechos fruto de un tiempo inmediato donde el hombre es un hombre anónimo, gris, indefinido, vulgar, unidimensional; como un espacio de la cultura que es necesario hacer trascendente. Es la referencia al hombre masa, unidimensional, muy al estilo de Marcuse, esa visión apocalíptica, de "la caída del ser". En segundo lugar, quisiera tomar el Marxismo, en Lefebvre como una posición particular. El marxismo parte de mirar lo cotidiano como falsa conciencia, como lo que enajena, como conciencia de clase que coloca una vidriera para poder acceder a la realidad. Lefebvre lo especifica diciendo que lo cotidiano opera sobre formas, las funciones, las instituciones; es un producto, un conjunto de funcionalidades que unen y reúnen los sistemas aparentemente distintos. Es lo que hace funcionar al hombre, pero lo hace máquina, lo hace programado, una visión muy de acuerdo con la concepción marxista de enajenación. Sin embargo, Lefebvre no se queda ahí. En un artículo titulado "Quotidien" dice que lo cotidiano es "lo más general y lo más singular, lo más social y lo más individual, lo más evidente y lo mejor ocultado", y propone descifrar el mundo moderno, desde el jeroglífico de lo cotidiano. El concepto de "cotidianeidad" no designa pues, un sistema, sino el denominador común a los sistemas existentes. ¨Por qué el conocimiento de lo trivial, sería trivial; por qué el concepto de cotidianeidad no revelaría el aspecto extraordinario de lo ordinario? Como tercer eje, me remito a la Fenomenología, en particular a algunas propuestas de Husserl. El mundo-de-la-vida -Lebenswelt- resume lo que es la vida cotidiana que conjuga el deseo y el sentido. Es lo que no se capta directamente, es el fenómeno al cual se llega regresivamente. En una continua interrogación regresiva que nos llevará hasta lo original. El mundo-de-la-vida siempre estará ligado a la pregunta por el fundamento. Se busca así encontrar lo sistemático de lo superficial. Esto significa superar la visión de mundo- de-la-vida como lo sensible, para entenderlo como "mundo cultural y axiológico, asegurado por una concepción del sujeto definido en términos de acción y de afecciones: se trata de un yo puedo y de un yo hago". Aquí es donde nos situamos al abordar lo cotidiano. Bien valdría la pena en otra ocasión, intentar una fenomenología del hecho de lo cotidiano.

El discurso de lo cotidiano

Sería suficientemente interesante presentar una caracterización de lo cotidiano desde los pensadores tradicionales de la cotidianeidad como, Luckács y Heller. He preferido, sin embargo, considerar además de dichos autores, las posturas y reflexiones de varios pensadores como M. De Certeau, Rubert De Ventós, Hanna Arendt, M. Dufrenne y P. Ricour con el fin de aproximarse a una caracterización de lo cotidiano desde una perspectiva sistemática y transversal más que histórica o monográfica. Propongo, entonces, retomar el sentido, alcances y posibilidades del discurso de lo cotidiano -cómo y dónde se dice lo cotidiano- frente a las diferentes dimensiones humanas. El discurso de lo cotidiano comprende tanto la esfera privada como la pública y podríamos afirmar que se dan tantos "discursos de lo cotidiano" como dimensiones humanas. Empezaré por el ámbito individual. Para cada hombre, para cada mujer en su cotidianeidad se concreta su vida. Los hechos cotidianos son "sus" hechos cotidianos, sus acciones individuales, singulares, particulares. será todo aquello que atañe como base vital de su vivir, es el espacio de sus conflictos, donde se vive y se expresa el dolor y la felicidad: "su" trabajo, "su" diversión, "su" forma de llorar y de amar. donde se manifiesta en todo su sentido el padecer humano, el drama de la vida humana. Siendo lo cotidiano para el individuo su espacio más privado, también es a su vez el espacio más público. Lo cotidiano precisamente es lo que permite el paso de la persona a la especie. En lo cotidiano se toma y se da sentido a las acciones de la vida. Para el individuo es el espacio de aprendizaje de su condición de ser humano, es el ámbito de su socialización, donde se interioriza una gramática de las acciones humanas que le permite relacionarse con los demás. Es a través de la vida cotidiana como los individuos van aprendiendo, van sabiendo cuándo, dónde y por qué hacer o no hacer, decir o no decir, para: "usos" y "tácticas", como lo veremos más adelante. Desde esta dimensión social se desprenden tres ámbitos: lo económico, lo político y lo histórico, donde lo cotidiano también se despliega, en toda su extensión. Es en las acciones cotidianas como el hombre satisface sus necesidades. La producción, el trabajo, son parte de nuestra vida cotidiana, tal vez es el aspecto central del diario vivir. Siguiendo a Hanna Arendt, podemos afirmar que el trabajo puede relegarse a simple "trabajo para sobrevivir" seguramente alienante y empobrecedor que puede uniformar, hacer "grises" a hombres y mujeres. Pero también puede el trabajo tomarse como "obra", como lo que se fija, lo que va dejando señales de condición humana, como huellas de su inagotable posibilidad creadora, o bien puede entenderse como "acción" donde se manifiestan todas las posibilidades de iniciativa, de intervención -esto es actuar teniendo en cuenta las circunstancias- de compromiso, como camino de su propia identidad. Y es precisamente desde la acción donde se esclarece el discurso de lo cotidiano en la historia. Como lo afirma Agnes Heller, lo cotidiano "es espejo y fermento secreto de la historia". No solamente las revoluciones sociales y tecnológicas cambian radicalmente la vida cotidiana sino que la vida cotidiana tiene una historia. Son las acciones diarias las que transforman la sociedad, es la interacción cotidiana, casi escondida (¨secreta?) la que posibilita la macro-historia. ¨Qué hubiese sido de Colón sin carabeleros, de Bolívar sin los llaneros o de la Revolución Francesa sin pueblo? Desde ahí se desprende el sentido ético-político de lo cotidiano. La vida cotidiana es un campo de continua elección exige una permanente toma de decisiones: desde cómo vestirse, casarse o no, asumir su propia vida. Allí precisamente se concretan las necesidades y la libertad. Se conjuga de una parte lo instantáneo y fugaz con fundamentos rígidos que condicionan las acciones. Como bien lo expresa Luckács, "en lo cotidiano se compromete el hombre entero" con pensamientos, sentimientos, percepciones y acción. Llegamos así a lo cotidiano en su dimensión ontológica, como fundamento del ser. Lo cotidiano es el lugar de la vida, el mundo de la vida como fundamento. Es el comienzo y fin de toda actividad humana. Es el fundamento de la realidad sobre la cual se montan la ciencia y el arte, ambas simple abstracción; o bien como construcción teórica o bien como creación de arquetipos que tienen su fundamento en lo real, en las acciones de la vida cotidiana. Podemos hasta aquí afirmar que lo cotidiano es denso, complejo, resonante, que tiene dimensiones temporales y espaciales y que por ser conflictivo y contradictorio es potencializador. Lo cotidiano es a su vez lo más íntimo y lo más proyectivo; lo cotidiano, entonces, supone describir el carácter sintomático de lo superficial, síntomas que permiten develar la existencia humana.

Lo cotidiano: categoría articuladora de existencia

Me propongo bajo este título, retomar lo hasta aquí expuesto para proponer lo cotidiano como categoría articuladora de existencia, entendida como mediación, como pre-figuración y como espacio de invención. Dado el tiempo que me queda, solamente esbozaré los puntos centrales de cada caracterización dejándolos abiertos para futuros trabajos de profundización. Parto de la siguiente hipótesis: el hecho cotidiano es lo que se dice, lo que se hace, es siempre discursivo, siempre presente. Sin embargo, de una parte, está anclado en la memoria, en la tradición, en la historia, en lo dado, lo que es estructural, institucionalizado, cerrado y anónimo; y de otra, se proyecta en la acción individual, particular, como acontecimiento, como lo que se va haciendo. Es en las acciones cotidianas donde se recrea el aquí (lugar) y el ahora (tiempo) de la existencia humana y donde se concreta la condición simbólica del ser humano. Visto así, lo cotidiano no es lo aparente sino lo que debe descifrarse; lo entendemos entonces como mediación que a su vez requiere mediaciones para acceder a él. La vida cotidiana media entre lo privado y lo público (como se expuso anteriormente), es lo que facilita y permite conjugar la acción individual del hombre con la del otro, es lo que da sentido al decir y al actuar en la sociedad. Es lo que permite el paso de lo privado a lo público, de lo singular a lo universal, el paso del individuo a la especie. Lo cotidiano es mediación entre el hombre y la naturaleza como posibilitador de cultural. En su cotidianeidad el hombre se expresa, dejando huella de su espíritu, creando y recreando en continua tensión-distensión con la naturaleza. Los hechos cotidianos conjugan teoría y práctica, en cada acción cotidiana hay un saber, un conocer que permite, facilita el hacer. En la vida cotidiana el ser se involucra integralmente. Podríamos rápidamente volver al campo semántico de lo cotidiano para subrayar cómo el comprender lo cotidiano desde nuestra hipótesis, la dicotomía presentada, por ejemplo, entre lo ordinario y lo excepcional; lo general, y lo individual, lo trivial y lo especial, lo repetido y lo nuevo se funden y refunden en los hechos de la vida diaria. Lo cotidiano como mediación, nos conduce a lo concreto -no como lo que aparece, sino a lo que se llega descifrándolo- al espacio de realización de la existencia humana. Proponemos también entender lo cotidiano como pre-figuración, como aquello que pre-existe, que pre-forma, lo que nos posibilita interpretar, comprender y vivir la vida. Recordemos con Ricour que "solo podemos conocer lo conocido". ¨Cómo podríamos acceder a la vida sino es en el diario vivir, esto es en lo cotidiano? Al hablar de vida cotidiana como pre-figuración pensamos en conceptos análogos que nos ayudan a explicar las "competencias de lenguaje" en Chomsky; el "esquematismo Kantiano", el "interés" en Habermas; las "acciones básicas" de A. Dantó; el "habitus" en P. Bourdieu; los "juegos de lenguaje" de Wittgenstein. En otras palabras lo prefigurado es aquello que posibilita al hombre para ser y existir. Porque contamos con esas "competencias" con ese "interés" con nuestra "existencia cotidiana" podemos crear y recrear aprendiendo, resistiendo, transformando. En lo cotidiano se va re-sumiendo el legado social del hombre que pasa al individuo para permitirle su propia configuración, la construcción de su propio relato donde se van explicitando las condiciones de posibilidad de ser. Lo cotidiano es entonces posibilitador, espacio de apertura para la imaginación, la creación, la subversión. las prácticas cotidianas, como dice M. De Certeau, componen un conjunto muy amplio, difícil de delimitar, que provisionalmente podemos designar como conjunto de procedimientos, como esquemas de operaciones que dan sentido a las acciones del hombre y posibilitan la comunicación. Visto así, lo cotidiano como prefiguración permite la configuración y refiguración de la "historia" de la existencia humana. Es precisamente en el hecho cotidiano donde el individuo se expresa, se afirma, se realiza dejando su huella en la vida social. Lo cotidiano es, entonces, de invención permanente como lo llamó M. De Certeau. Las prácticas cotidianas siempre serán hechos singulares repletos de imaginación creadora. El hombre sabe cómo y cuándo hacer y siempre tiene razones para. En el hecho cotidiano el hombre se manifiesta como ser único que continuamente ejerce su voluntad, confirma su liberad. En su práctica cotidiana el hombre recupera su privacidad, haciendo uso de su posibilidad de elegir, ahí radica el potencial de la vida cotidiana como salida a la alienación. Frente a una tradición convertida en repetición anquilosada o el desarraigamiento, el vacío producido por la rutina, en las prácticas cotidianas se da el espacio para la realización del ser. La sabiduría práctica, frente al conocimiento meramente racional, es siempre el conocimiento de lo razonable de lo que tiene sentido para el hombre, de lo que le es útil, conveniente y oportuno. El saber cotidiano es un recordar, es un saber que tiene como característica la duración de su adquisición y la colección interminable de conocimientos particulares. Es la memoria que se manifiesta oportunamente "es el relámpago de esa memoria que brilla en la ocasión", que nos permite hacer y decir en el momento apropiado. Es lo que Vernart llamó "Kairos", esa forma del tiempo que es la ocasión, la ocasión como nudo que permite transgresiones de lugar, que como en las narraciones, aún es inteligible. En el saber y hacer cotidiano se hace efectiva la dimensión retórica y poética del hombre. Como dice Rubert De Ventós: "No estoy seguro de que sea legítimo hablar del carácter retórico del entorno, y no porque el calificativo sea excesivo sino por insuficiente. La retórica es el efecto persuasivo que se añade a un tema y poética es la creación efectiva del tema nuevo. La retórica da cierta imagen de lo real, la poética es la producción de la realidad imaginaria". Ambas se confunden en los hechos cotidianos, pero para nuestros intereses queremos puntualizar la dimensión retórica de lo cotidiano en el concepto de tácticas acuñado por M. De Certeau. Las tácticas, como opuestas a lo estratégico, calculado, planeado, son más bien los procedimientos que le permiten al hombre "jugar con los acontecimientos para hacer las ocasiones", esto es, combinar los elementos heterogéneos en los momentos oportunos. Visto así, lo cotidiano nos permite estar preparados para las sorpresas. A veces nos sorprendemos de haber sido "capaces de" en un momento de emergencia. Leer, circular, cocinar, las "maneras de hacer" son de tipo táctico como los triunfos del débil contra el más fuerte, las buenas jugadas, la astucia de los cazadores, las maniobras y simulaciones de los enamorados. en otras palabras es el "arte de hacer" para lo cual la retórica -el arte de decir- ofrece sus modelos. En esas mismas tácticas, en el hacer cotidiano aparece la dimensión poética: son los actos cotidianos que se dicen en el hacer de manera poética, repletos de imaginación y creatividad. Así un detalle significa más que un detalle, todos sabemos cuánto más puede significar un beso, o una sonrisa, maquillarnos, decorar nuestros espacios, embriagarnos, bailar. todo es mucho más que el "hecho de". En la acción cotidiana hay más de lo que es en sí, hay un residuo simbólico que nos afirma y confirma como humanos. Si bien lo cotidiano se lo califica como lo que se repite, pensamos que esa repetición no debe verse linealmente sino como repetición creadora de sentido -recreadora- donde se semantiza la vida. La repetición cíclica da sentido al tiempo porque la acción será nueva, en un tiempo nuevo, que adquiere sentido en forma nueva. Si no ¨cómo explicamos que los rituales navideños, o las celebraciones de cumpleaños o la entrada al colegio sea siempre igual, pero siempre diferente? Lo cotidiano también se da en el decir, en ese decir que hace (performativo). La conversación es espacio permanente de invención. Es en la narración cotidiana donde el hombre va diciendo su vida. Y sabemos contar, sabemos narrar, modulando su voz para resaltar, demostrar, aminorar. lo que queremos decir: retórica y poética unidas en el hacer y el decir cotidiano. Al ver lo cotidiano como mediación, como pre-figuración y como espacio de invención bien podemos arriesgar una apuesta: En la vida cotidiana la realidad se sale de sí misma. El hecho cotidiano es solo un fragmento de la realidad inmediata. Es por tanto menos que la vida, solo una parte de ella, pero es más que la vida porque es en los hechos cotidianos donde se hace y se fija la historia. El hecho cotidiano siempre es singular pero al volverse parte de la vida cotidiana se generaliza, se universaliza, se vuelve representativa de un tipo humano. Si bien lo cotidiano siempre está amarrado, a la tradición, al pasado, a lo ya dado, en su acción se posibilita la innovación, la creación, la proyección del hombre en su hacerse y decirse. Podemos arriesgarnos a afirmar que el hombre realiza su existencia en su cotidianeidad como espacio del decir y el hacer simbólico.

La comunicación enriquecida desde lo cotidiano

Más que hablar del impacto de la comunicación sobre lo cotidiano, o de las formas cómo se intenta rescatar lo cotidiano en la práctica profesional de la comunicación quisiera resaltar algunas formas, cómo lo cotidiano incide sobre las condiciones de inteligibilidad de la comunicación como ciencia.

Referencias

  1. Geertz trabaja con nuestra propia cultura donde nuestras acciones cotidianas no son concientes, ni al investigador le aparecerían como tema de estudio, a diferencia de culturas ajenas donde lo cotidiano no aparece como distinto, absurdo, extraño. Su método permite el análisis minucioso de un hecho cotidiano. Por ejemplo las sutiles distinciones entre parpadear, picar el ojo, ensayar a picar el ojo, como ejemplo, o representándolo como autor, como payaso, etc.

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