Serie: Memoranda (IX)

Los "hachepientos" del 68

Alfredo Alpini

En la segunda mitad de los sesenta se editó en Montevideo "Los huevos del Plata", una revista a cargo de unos jóvenes parricidas e impúdicos que, según, ellos intentaron desmitificar el poder cultural que ejercía la generación del 45.

Las manifestaciones juveniles le han dado un toque de trascendencia a la década de los sesenta. El año 1968, en Montevideo, marcó el inicio de la radicalización del movimiento estudiantil. Radicalización que comenzó con el fin del "Uruguay batllista" y el deterioro progresivo de la democracia liberal. La movilización estudiantil en Uruguay poseía características propias que la distinguían de las movilizaciones europeas o estadounidense. Sin embargo, existía un común denominador entre todos los movimientos de los sesenta: tanto el Mayo Francés como las movilizaciones estudiantiles de Uruguay fueron movimientos de la modernidad. El hecho de querer transformar la sociedad, de convencer a los demás que es posible una sociedad más justa, es la característica fundamental que diferencia a los movimientos de esos años de los movimientos posmodernos. La historia, para estos movimientos, tenía un sentido y el progreso era una meta, no sólo compartida sino también posible de alcanzar.

En este clima espiritual de utopía y esperanza se ubicaron "Los Huevos del Plata".

LOS HUEVOS DEL PLATA

Entre diciembre de 1965 y noviembre de 1969 se editó en Montevideo una revista a cargo de un grupo de jóvenes que intentó socavar el orden establecido. Su postura: antisistema. Su blanco: la generación del 45 (Mario Benedetti, Idea Vilariño, Angel Rama, entre otros muchos escritores) y la cultura oficial. Su propio nombre, Los Huevos del Plata, ya nos muestra una expresión de rechazo a una serie de actitudes que predominaban en la literatura y en la sociedad de la época. Dice Clemente Padín, uno de los responsables de la revista: "Buscábamos un nombre escandaloso, antiliterario iconoclasta,que se contrapusiera al buen gusto empalagoso y altisonante existente."(1) Si se quiere, el nombre también era antiestético, acorde con su actitud de confrontación.

Los lectores de Los Huevos del Plata fueron, sin duda, una minoría con respecto a la gran masa de público que leía la literatura de la generación del 45. Existían unas 300 suscripciones, lo que constituía un número considerable para una publicación alternativa. La primera reunión para crear la revista se realizó en un bar de la calle General Flores llamado "El Timón", a mediados de 1965. De esa reunión participaron sus cuatro fundadores originarios: Clemente Padín, Héctor Paz, Juan José Linares y Julio Moses. La venta al público se realizaba en la Feria de Libros y Grabados, pero la revista se distribuía solamente por suscripción.

En cuanto al material que difundía Los Huevos del Plata, éste difería radicalmente de lo que se producía y leía en literatura en el Uruguay de los sesenta. Este grupo de jóvenes compartía un gusto similar por las corrientes surrealista, letrista, la "Beat Generation". Entre los autores más divulgados se encontraban André Breton, Tristán Tzara, Antonin Artaud, Lautréamont, el Marqués de Sade, Rimbaud, Allen Ginsberg, los poetas ultraístas uruguayos de la década del Centenario. Asimismo difundían diversas corrientes experimentales como el espacialismo, concretismo, poesía visual, las tendencias neodadaístas, el happening, etc.

La revista también buscaba que jóvenes escritores nacionales entre los que cabe destacar a Mario Levrero, Alberto Mediza, Aparicio Vignoli, Horacio Buscaglia, Dino, Juan José Iturriberry y Sergio Altesor.

Además de literatura, en Los Huevos del Plata podemos encontrar letras de los Beatles y de Bob Dylan.

Toda la vanguardia que difundían Los Huevos del Plata se completaba con destructivas críticas a la generación del 45, o generación crítica, como la llamó Angel Rama.

"TODO EL QUE GRITE DISTINTO SERA DE LOS NUESTROS..."

Estos jóvenes que pretendían romper con la generación anterior, tenían como única alternativa crear su propio medio de expresión y de reflexión. De este modo surgieron Los Huevos del Plata. Frente a la generación del 45 que abarcaba todo el campo editorial, ya sea libros o prensa, nace una revista alternativa donde un grupo vierte sus críticas. "Empieza la experiencia 00" -dice su primer editorial. "Somos `experimentales' como toda juventud (...) Partimos del asco, de mucho asco por muchas cosas (...) queremos ser avalancha (...) Todo el que grite `distinto' será de los nuestros, porque aquí lo que fallan son las estructuras, los esquemas de expresión, la basura(...)"(2)

De esta forma comenzaba la experiencia "hachepienta" como ellos la llamaban. Desde su primer número se identificaron como jóvenes, y esta dimensión asumió carácter conflictivo con la generación anterior.

Se colocaban fuera del sistema, como resultado del rechazo del que, decían, eran objeto. Dice el editorial del número 2-3: "Desde la periferia geográfica del sistema decadente, continúa la experiencia de los hachepientos (...)"(3) Por lo general eran silenciados, considerados probablemente como un "sub-arte".

Por parte de Los Huevos del Plata existía una desesperación por identificarse como generación joven y romper radicalmente con la generación anterior.

LA VACA SAGRADA

Los autores de la generación del 45 representaban los padres simbólicos contra los cuales se levantaron. A esa generación, estos jóvenes la llamaban "las vacas sagradas" y eran quienes representaban la cultura hegemónica del momento: controlaban todos los espacios de crítica literaria, las editoriales Alfa, Banda Oriental, Arca, Tauro, eran sus medios de expresión y el acceso le estaba cerrado a las nuevas generaciones. El semanario Marcha, en cuanto a crítica literaria, era el máximo exponente de la élite cultural del momento. Dice Clemente Padín con respecto a este semanario: "Los jefes de las páginas literarias eran las vacas sagradas máximas".(4)

El número 9 de Los Huevos del Plata se denominó La Vaca Sagrada, y tenía por portada a una joven en actitud seductora y debajo un subtítulo que decía: "Yo soy Anita Eckberg y esta es mi revista: la vaca sagrada".(5)

La actitud iconoclasta, el tono de burla que asumían frente a la literatura del momento, le daba un carácter lúdico a este grupo de jóvenes que, muchas veces, parecían divertirse a costa de los intelectuales de los sesenta. Representativo de lo antedicho es el siguiente manifiesto aparecido en La Vaca Sagrada: "Pasturas!\ Por fin desalojamos a ese sector extremista de los avícolas!\ Al fin la juventud vacuna del país tendrá un portavoz a sus inquietudes más sanas, más pasteurizadas, más progresistas, más jugosas!\ TREBOLES EN FLOR! (...)\ -Por la permanencia de nuestro justo régimen democrático, económico y lechero.\ SOLEDAD, ANGUSTIA DE LA VACA SAGRADA RECORTADA EN LOS HORIZONTES!\ -Por los dulces pastos del éxito. Por los premios de la Rural. (...)\ -Por la instauración de la carrera vacuna. Acceso a cargos públicos, audiciones de radio, de televisión, comisiones de cultura, ministerios, embajadas, etc.\ -Por la instauración del día de la VACA SAGRADA. Por la canonización de la VACA SAGRADA. Que nuestros nombres enorgullezcan las calles de Montevideo y nuestras figuras hermoseen las plazas con monumentos y con el producto de nuestra sacra actividad."(6)

Para los jóvenes de Los Huevos del Plata, la literatura era utilizada por la generación del 45 como manera de ascender en la escala social, como forma de adquirir prestigio, precisamente eso les repugnaba. Ellos entendían que la corrupción no sólo operaba en la política, sino también en las artes y la literatura.

Las páginas literarias y las editoriales eran vistas por Los Huevos del Plata como asociaciones mercantiles, donde se reunían los intelectuales para lograr el éxito fácil y la fama. Los autores de la generación del 45, afirmaba un editorial de Los Huevos del Plata de diciembre del 67: "No han hecho otra cosa que armarse las escaleras, robándose los unos a los otros, los escalones milagrosos que los llevarán de la mano a los cargos públicos, reconocimiento social, a la gran prensa, al desarrollo y culminación de sus `carreras literarias', a los premios municipales y nacionales, a la promoción de sus nombres, al `panteón nacional' (...)"(7)

De este modo, la literatura era percibida por estos jóvenes como un mercado donde los distintos autores competían por los mejores precios. Su único propósito era el reconocimiento social "conviritiéndose en sostenedores y colaboradores contumaces del régimen", entrando en el "jueguito de las reglas sociales".(8)

LA VACA SAGRADA Y LA REVOLUCION CUBANA

Es bien sabido la influencia que tuvo la revolución cubana en la intelectualidad uruguaya de los sesenta. Pero para Los Huevos del Plata esa identificación entre la generación del 45 y la revolución era dudosa. Estos jóvenes observaban desilusionados como estos autores apoyaban, colaboraban y participaban con órganos que estaban en contra de la causa revolucionaria. Organizaciones de charlas, recitales, mesas redondas, conferencias, exposiciones, becas, encuentros, viajes a congresos, cargos públicos, etc, todo es deseado con codicia mercantil para escalar lo más alto posible en el ámbito intelectual.

En el número 10, Los Huevos del Plata decían: "Lo que no creemos es en la pretensiones de coherencia a una línea revolucionaria o, si no se quiere tanto, a una mentalidad de oposición a una realidad injusta que se realice a través de los organismos más reaccionarios o más opuestos al cambio de estructuras. Esta actitud sólo es coherente a su carrera artística, a la mayor difusión de sus obras o sus opiniones liberaloides (...)"(9)

Los Huevos del Plata también hacía una crítica feroz a la cultura capitalista y a la estructura económico-social que la sustentaba.

Estos jóvenes eran férreos adeptos a la revolución cubana y a los ideales del "Che" Guevara. La experiencia socialista de Cuba era vista como un referente indiscutible, en consecuencia, toda la crítica político-social se dirigía en contra del capitalismo y del imperialismo estadounidense. Por otra parte, la democracia era asimilable a capitalismo salvaje. Era el mismo imperialismo que había asignado a nuestro país a la condición de "factoría a fin de asegurarse el cobro de sus préstamos e intereses, hundiendo a nuestro pueblo en la mayor desesperación económica, en el hambre y la miseria."(10)

Es evidente que Los Huevos del Plata tenían una postura acorde con la crítica política de la época, compartiendo la misma posición que tenía el movimiento estudiantil con respecto al régimen político vigente.

Pero, fundamentalmente, la crítica de Los Huevos del Plata era cultural. Comenzaba afirmando su último editorial, haciendo referencia a la escasa posibilidad que tenían los jóvenes para expresarse: "Otra vez con la libertad del mono para hacer piruetas en la jaula más o menos estrecha de la actividad cultural". La cultura era percibida como un "producto pestilente", un "aparato represivo de la Gran Puta". Continúan diciendo los "hachepientos": "Para nosotros el mal es tolerar la enajenación, la alienación y la cosificación de la conciencia que la Gran Puta [cultura] opera en todos con sus mecanismos deformantes."(11)

De estas premisas fundamentales partía toda la crítica que hacen Los Huevos del Plata a la cultura. Lo que se proponían estos jóvenes era revertir esa situación alienante, recuperando al hombre en su esencia. Creían en la utopía de crear un Hombre Nuevo, como lo pretendieron todos los movimientos sociales de los sesenta Su objetivo, como el del marxismo, era la emancipación espiritual del hombre: "En nuestro concepto -dicen Los Huevos del Plata- la verdadera revolución, el verdadero cambio debe operarse a nivel del hombre: se trata nada menos de ponerlo, reubicarlo por encima de todo, a cualquier precio, sin condicionamientos de ningún orden llámese intereses de clase, religiosos, estaduales, económicos y aún familiares, etc (...) El hombre será hombre entre hombres o no subsistirá."(12)

Los Huevos del Plata se proponían terminar con la enajenación que penetraba hasta en los ámbitos literarios, lo cual llevaba a los autores a competir entre ellos, llevándolos a jugar "al tuya y mía y a ése no se la pases porque no me citó".(13) Su último editorial decía: "Nuestra actitud natural(...) es afirmar y exaltar lo humano, pero la Gran Puta nos ha frustrado esa aspiración vital."(14)

Por supuesto que para "cambiar la vida", como decía Rimbaud, Los Huevos del Plata planteaban un cambio de estructuras. El cambio cultural propuesto parte por cambiar la infraestructura de la sociedad. En el número 6 decían: "Lo que debemos hacer es arrancarles el poder para obrar el verdadero y fundamental cambio de estructuras (...)"(15) Según Los Huevos del Plata, la cultura, o más específicamente, el arte, tenía una eficacia inmediata sobre la realidad. Es decir, el arte debía actuar directamente sobre la realidad, y se define por su funcionalidad, por su eficacia para operar sobre la infraestructura.

Plenamente conscientes de que su accionar se desarrollaba en la superestructura, sostenían: "Nosotros opinamos, como muchos, que la superestructura no sólo es creada por la base (las relaciones de producción en este caso) sino que a su vez influye sobre ella. Cualquier individuo o grupo social desde un asiento superestructural, como lo es la cultura, puede actuar sobre los elementos infraestructurales. Siempre y cuando no se caiga en el revolucionismo de describir e interpretar la realidad mecanicistamente, en cuyo caso no se hace otra cosa que afianzar irreductiblemente esa misma realidad que se cree estar combatiendo. Eso es precisamente lo que casi toda la literatura connotada de vanguardista, comprometida, militanciosa o de izquierda ha venido produciendo."(16)

Para Los Huevos del Plata y para la generación del 68, el cambio era posible. La utopía era inherente a sus vidas. Por supuesto, creían en el futuro.

SI HAY FUTURO

El optimismo y la esperanza, elementos que constituyen la mentalidad de Los Huevos del Plata y de la generación del 68, justifican todos los esfuerzos necesarios para transformar la sociedad. Es más, los cambios eran precibidos como viables, posibles e inmediatos. Obviamente, Los Huevos del Plata y la generación del 68, pertenecen a la modernidad, donde un futuro en el horizonte era un objetivo a alcanzar. Veamos los poemas y canciones que publicaron en forma de separata. Decía un poema de Horacio Buscaglia:

"John Lennon, Bob Dylan, Nicolás
Guillén, Paul Mc Cartney, Ray Bradbury, Ringo Starr, George

Harrison, Boris Vian.
Somos diez millones de jóvenes
cantando por la paz. Si atención han prestado/ y muy bien han escuchado/ olvidemos el pasado/ el futuro está a tu lado/ y la hora ya ha llegado/ el futuro está en tus manos".(17)

Otro poema rebosante de optimismo decía:

"Vamos hermano / que el hombre nuevo/ está esperando/ hermano vamos/ que ya llegamos."(18)

Para terminar con la alegría esperanzadora, transcribo el siguiente poema, titulado "Todo tiempo pasado fue peor":

"Recuerden señores/ que el tiempo prosigue/ y quien no lo alcanza/ ya nunca más vive/ Mi tiempo es mañana/ y el hoy es pasado/ y sueño nosotros/ todos abrazados./ Por eso señores/ despierten al alba/ no sueñen pasado/ vivan la esperanza/ Todo tiempo pasado/ fue peor/ y el pasado señores/ fue el minuto anterior."(19)

La solidaridad, la esperanza en el progreso, en la superación del hombre, en arribar a una sociedad más justa y humana, todos son conceptos que se desprenden de estos poemas. Sí: en el 68 uruguayo existía represión, corrupción política, inflación, muertes de estudiantes; sí, se había terminado aquel "Como Uruguay no hay". Sin embargo, el ímpetu de lucha y esperanza estaban en todo su auge y, según Buscaglia "Todo tiempo pasado fue peor". Nada podía frenar el optimismo de una juventud que quería cambiar la sociedad bajo cualquier costo. "Vivan la esperanza" nos decía Horacio Buscaglia, los jóvenes de la posdictadura dirán no hay esperanza porque no hay futuro.

LOS "HACHEPIENTOS" VISTOS POR LOS OTROS

Es obvio que no toda la generación del 68 adhirió a los ideales de Los Huevos del Plata; digamos que lo hizo la minoría. Muchos escritores jóvenes se aliaron con la generación del 45; es el caso de Eduardo Galeano y otros. El peso crítico de la generación del 45 era muy fuerte para que se desarrollara otra forma literaria que no fuese el realismo.

Dice Angel Rama, en "La Generación crítica" con respecto a Los Huevos del Plata: "Los poetas novísimos se han puesto a explorar, con poca fortuna, el malditismo (la revista "Los Huevos del Plata") pero sobre todo han iniciado un camino más imaginativo, libre, ardiente, donde la subjetividad se integra a un mundo en ebullición, participando de su ansia de conflagración".(20)

En La Vaca Sagrada, estos jóvenes se encargaron de publicar lo que piensan otras publicaciones sobre su preciada revista. Estas publicaciones son, Marcha y Hechos (periódico bajo la dirección de Zelmar Michelini). La primera camuflada bajo el nombre de "Inercia" y la segunda bajo el nombre de "Descanso".

Dice "Inercia" -Marcha- (10/VII/66): "Los Huevos del Plata, se trata de una revista local inconformista, vocacional del surrealismo."(21) Por su parte, "Descanso" -Hechos- (22/IV/66 y 19/V/67), hace dos comentarios acerca de Los Huevos del Plata: "En el primero, dice que se trata de una experiencia interesante, con nutridas erratas y el segundo se refiere a los `varios brulotes, como continuación del brote dadaísta rioplatense, apoyado por la divulgación de textos raros de una literatura subterránea y maldita'".(22)

Cuando en setiembre del 67 Los Huevos del Plata publicaron La Vaca Sagrada, Marcha hizo el siguiente comentario: "Y last but not least, es también de mencionar el número especial de Los Huevos del Plata, y donde los antiguos 'hachepientos' se han decidido ya a la iconoclasía: brulotes varios, humor corrosivo (de dudoso gusto a veces) contra los teleteatros y sus creadores, contra los críticos y contra los valores de nuestra cultura (Rodó, Darío).(...) En un plano formal, todavía son reprochables las nutridas erratas de texto."(23)

EL NACIMIENTO DE UNA CONTRACULTURA

La "alta cultura" o cultura ilustrada representada por la generación del 45, mitificada y venerada por muchos en el Uruguay de los sesenta, tuvo como resistencia a unos jóvenes parricidas que intentaron atentar contra ese poder y dirección cultural que pretendían ejercer.

Los Huevos del Plata se dirigieron contra lo que muchas personas consideraban entonces el Oráculo de Delfos, es decir, el semanario Marcha: la élite intelectual del momento, o en palabras de estos jóvenes, las vacas sagradas máximas.

Los Huevos del Plata, en cuanto a contestación cultural, se oponen al discurso normativo del maniqueo sesenta uruguayo. En este sentido, apostaron a la subjetividad, a la imaginación, a la creatividad y a nuevas formas de expresión autogestionadas. Pero creen en un Dios: el futuro y la Revolución.

El 68: maniqueo, de "buenos" y "malos"; intolerante, de reaccionarios y progresistas; mesiánico, de gurúes de izquierdas y de derechas. Pero también, el 68 y su juventud, fueron utópicos (el progreso era alcanzable), esperanzador (no cansaba ir al Parlamento cada año a protestar por el presupuesto), solidario y humanista (obrero y estudiantes en lucha por reivindicaciones comunes), militante y disciplinado. En el 68 la historia tenía un sentido: la liberación política, económica y social. En los sesenta existía un proyecto voluntarista de futuro que justificaba el sacrificio presente.

Obviamente, Los Huevos del Plata no escapaban de todos estos valores propios de la modernidad uruguaya. Pero se diferenciaban notablemente de los restantes movimientos sociales de la época. Postulaban un cambio desde la cultura, removiendo en gran medida el maniqueísmo ideológico imperante. Asumieron, de este modo, una crítica burlona y sarcástica hacia la cultura ilustrada.

Para concluir, podemos caracterizar a Los Huevos del Plata como una de las primeras experiencias contraculturales que conoció el país. Una característica fundamental que define a esta revista, y a los movimientos contraculturales, es el hecho de enfrentar a la sociedad y a la cultura oficial como jóvenes.

REFERENCIAS

1.Silva, Elder; "Denunciamos los vicios decadentes". En: "La Hora Popular", año 2, N° 98, 1° agosto 1987.
2.Los Huevos del Plata, N° 0, dic. 65.
3.Los Huevos del Plata, N° 2-3, junio 66.
4.Entrevista realizada a Clemente Padín, 10/10/95.
5.Los Huevos del Plata, N° 9, set. 67.
6.Ibid.
7.Los Huevos del Plata, N° 10, dic. 67.
8.Ibid.
9.Ibid.
10.Los Huevos del Plata, N° 13, marzo 69.
11.Los Huevos del Plata, N° 14, nov. 69.
12.Los Huevos del Plata, N° 8, jun. 67.
13.Los Huevos del Plata, N° 10, dic. 67.
14.Los Huevos del Plata, N° 14, nov. 69.
15.Los Huevos del Plata, N° 6, dic. 66.
16.Los Huevos del Plata, N° 8, jun. 67.
17.Buscaglia, Horacio; "Mojos y canciones de protesta", Mdeo., El Timón, 1969, pp.7-8.
18.Buscaglia, H.; "Mojos para la hora del té", Mdeo., El Timón, 1969, p.6
19.Buscaglia, H.; "Mojos y canciones...", op. cit., p.9.
20.Rama, Angel; "La Generación crítica", p.400. En: Benvenuto, L.C.; "Uruguay hoy", Bs. As., Siglo XXI, 1971.
21.Los Huevos del Plata, N° 9, set. 67.
22.Ibid.
23.Marcha, 8/9/67.
Otros artículos de relacionesque hacen referencia al tema:
-"De la revolución, veinte años" (Araújo, Ana María, N° 49)
-"Al Uruguay le faltó más mayo del 68\" (Bayce, Rafael, N° 49)
-"Ultra seven nunca tiró un adoquín" (Cisnero, Fernán, N° 49)
-"Sueños en un placard" (Couto, Tabaré, N° 49)
-"¿Y qué sabe este péndex del 68?" (Escanlar, Gustavo, N° 49)
-"La vida misma" (Porzecanski, Teresa, N° 49)
-"¿Dónde están?" (Tejera, Horacio, N° 49)
-"El 68 uruguayo" (Viscardi, Ricardo, N° 49)
-"Los movimientos del 68\" (Castoriadis, Cornelius, N° 52)
-"Veinte años después" (Santesmases, Antonio G., N° 52)


Memoranda

Artículos publicados en esta serie: (I) El centro y la periferia (Daniel Vidart, N?)
(II) Tres variaciones sobre el tema (Daniel Vidart, N° 123)
(III) Recuerdo para la cordura (Laura Bermúdez, N?)
(IV) Oralidad y mentalidades en el Montevideo colonial (J. G. Milán, M. Coll, N° 127)
(V) La pedagogía lingüística en la Banda Oriental del siglo XVIII (Claudia Brovetto, N?)
(VI) La revolución patas arriba (Simon Schama, N° 134)
(VII) 1600: La revolución intelectual (Thomas Munck, N° 135)
(VIII) Sexualidad en la Banda Oriental (Alfredo Alpini, N° 140/41)
(IX) 1794: el fin del drama Robespierre ¿culpable de qué? (François Furet, N° 146)
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