LA NUEVA JERUSALEM EN MONTEVIDEO

 


Montevideo 26.1.1985


MONTEVIDEO:
SOBRE EL MONTE HE VISTO A DIOS


Monte-Vi-Deo:
Montevideo,
como un Monte de divinidad,
Deo, que quiere decir Dios,
Dios que Soy YO,
y que estoy acá,
como Hombre y Padre Creador.
Vi de ver...
ya Me verán...
y en el monte de Sión,
a Mi Hijo también.
Montevideo,
Tierra de promesa y de paz,
Montevideo,
palabra Mía que cumplida será.
Amén,

Amén Señor



Montevideo 2.2.1985


MONTEVIDEO, LA NUEVA JERUSALEM,
LA CUNA DE DIOS

Como Nueva Jerusalem,
Montevideo reconocida será.
Monte-vi-Deo:
"sobre un Monte- he visto- a Dios",
Dios, al que todos abrazarán.
Montevideo está destinada,
para ser la Cuna, mi bien,
la Cuna donde YO, como Padre Creador,
he puesto -y ahora lo sabrán mis hijos- mis Pies.
Y estoy caminando en Montevideo como Hombre,
y los abrazaré.
Estoy caminando en Montevideo,
y este aire como Hombre también respiro.
Soy el Dios, Padre, Creador,
pronto como tal me manifestaré...
en Montevideo...
En Montevideo seré reconocido,
como el Padre, como el Amor.
Luego todos y a todos mis hijos,
los abrazaré fuerte,
y escucharán los latidos,
sabrán lo que he padecido,
porque sentirán mi Corazón.
Y sabrán lo que he padecido,
no sólo por el latir,
sino porque he compartido,
y ustedes benditos míos,
darán luego testimonio,
de quien Fui, Soy, y Seré.
Se sentirán firmes,
y con fe a sonreír.
Amén,

Amén Señor



Montevideo 2.2.1985


EN ESTA CIUDAD LA NUEVA JERUSALEM

Alma mía, bien amada,
acá reconocida será,
la Nueva Jerusalem que tengo anunciada,
en mi Palabra que registrada está.

Y señala la Biblia....

Soy el Padre Creador,
y a mi Hijo el Redentor,
pronto, muy pronto,
lo traigo a esta ciudad,
de donde parte la luz,
y en todos se establecerá.
Que te he dado dones, alma mía,
y más también te daré,
tendrás la gracia divina,
de ver a ese Hijo Mío,
como tú también eres hija,
correrás junto al Cristo,
y colaborarás con El.
No te inquietes por ahora,
que como tantas madres estás sufriendo,
pero antes de esa Aurora divina,
tu hijo se transformará.
Ese hijo mío, no temas,
te lo vuelvo a reiterar,
ten paciencia, comprensión,
tus brazos abiertos,
y tu boca para sonreír y besar.
No te inquietes, no te inquietes,
Mi Palabra se cumplirá,
que así es como lo necesito,
ahora enfrentándose a tí,
se cumple la profecía,
que no están fuera de ahí.
Amén,

Amén Señor



Montevideo 9.3.1985


DE LA NUEVA JERUSALEM
PARTEN LOS NUEVOS APOSTOLES

Se enterarán, almas mías, de muchas lágrimas,
que en ciertas partes del Mundo se derramarán,
estoy YO vertiendo diez lágrimas,
por cada una de mis hijos, nunca lo deben olvidar.
Que si en Mi multiplico el dolor,
soy el Padre, soy quien la vida les dio,
y al darles la vida,
los hice con el más divino e infinito amor.
Compartiendo el dolor de mis hijos,
por cada lágrima derramo diez,
piensen y confíen en lo que digo,
guárdenlo en el corazón y en la mente,
que pronto los labios a gritos lo pronunciarán también.
El Cristo llega muy pronto,
y en la manifestación que habrá en la Nueva Jerusalem,
el Mundo se conmoverá.
Será en la Tierra Prometida,
pero toda la Tierra será,
de amor estará estremecida,
y de purificación en luz resplandecerá.
Están aguardando al Mesías...
qué abrazo, qué ternura tendrán.
Aunque muchos al principio le darán la espalda,
pensando que viene de otros sitios,
que la Tierra invadirán,
mas luego, en esos milagros,
más que las partículas de yerba, no deben olvidar,
serán los de la primera semana,
y el Mundo a sacudirse comenzará.
En esa sacudida, de sorpresa, de estupor,
mas luego de interés, curiosidad también,
y al fin, de rodillas, por la inmensa fe.
Todos querrán congregarse en la Nueva Jerusalem,
porque se sentirá renovada desde las entrañas,
esa Tierra bendecida.
Mas no olviden, almas mías,
que toda la Tierra por siempre bendeciré.
Así es la Tierra Prometida, toda, toda,
desde lo profundo, a la superficie y más...
hasta el Universo entero,
en este acontecimiento nuevo,
unido, en una congregación triunfal.
Que sí, a ustedes los necesito,
como grandes maestros para enseñar,
pero grandes maestros por el conocimiento,
jamás pisando fuerte, orgullo no conocerán,
sino desbordantes de amor, de ternura,
y brindando a todos la paz, con la fe,
con la mirada plena de dulzura,
y con mis manos que aún a la distancia,
parecerán siempre acariciar.
Así es como los necesito,
revestidos de amor y de humildad,
y así irán por los caminos,
las fronteras desaparecerán,
dejando por fin el paso abierto
y siendo recibidos con júbilo total,
sabiendo que son, no representantes del Mesías,
sino que son, todos hijos Míos.
Pero ustedes, a vuestros hermanos,
con cuánto amor los van a ayudar.
Y será a todos, nada de seleccionar,
porque el rico y el menesteroso,
todos precisarán por igual.
El inteligente y el otro, también de ustedes tendrá,
no un favor, sino el amor con que lo reconfortarán.
Tendrán la sabiduría, el discernimiento total,
en la santidad, por una caricia,
y en la fe que irradiarán.
En los pasos de tal firmeza, huellas de luz dejarán,
que el que siga esa huella, del camino no se perderá.
Mas luego el Mundo será de luces,
porque en todos se manifestará,
lo que ustedes primero reciban,
y luego a vuestros hermanos, a todos lo trasmitirán.
Amén,

Amén Señor



Montevideo 16.3.1985


EL MUNDO ENTERO
EN LA NUEVA JERUSALEM SE CONGREGARA

Jamás estoy sordo, almas mías,
a las súplicas que me elevan,
no tienen porqué elevarlas, mis hijos,
porque estoy a vuestra vera.
Estoy junto a cada uno,
en sonrisa y en dolor,
pero en Mi, cargo por amor,
diez veces el sufrimiento,
como que soy el Padre que los creó.
Almas mías, mis bienaventuradas,
almas mías, purificadas se encontrarán,
están para la misión,
están destinadas,
junto al Cristo correrán.
La Nueva Jerusalem, reconocida será,
al principio muchos seres la querrán apedrear,
mas no teman,
que el momento de dificultad luego pasará,
y en un reconocimiento divino,
el Mundo entero se congregará.
Así es, almitas mías,
preparándolos estoy,
para la Gloria, la sublime, la eterna,
que comienza en la Nueva Jerusalem.
Es esta la Tierra,
donde pondrá el pie el Cristo, el Redentor,
mas luego en el Mundo entero,
y ustedes todos con El,
como apóstoles auténticos, fieles, invencibles,
justos, humildes y con amor.
Y al decir invencibles, mis hijos,
es que nada los contaminará,
porque irán con amor a todo el Mundo,
y con esa señora que se llama humildad.
Amén,

Amén Señor


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