13/02/93

ESTAMOS EN LOS UMBRALES DE LA NUEVA JERUSALEM

Mario, Granos de Arroz y Laura una Pista para Silvia.

Por lo tanto, mis benditos,
así como trocitos que son de un pan,
y todos juntos forman el divino, el ofrecido pan,
ninguna partícula faltará en él,
si una sola faltara, alguien haría trampita, se la iba a comer...
Pero no, nadie lo hará,
nadie devorará a un hermano
por el contrario, todos se quieren ofrecer,
y todos querrán poner el lugar para el otro,
aunque cada uno fuera, tuviera que quedar.
Pero ninguno quedará afuera,
todos lo van a integrar.
Benditos por siempre,
pero pronto como una gran espiral,
sentirán que ascienden, ascienden, se elevan,
y sin embargo están siempre aquí, en la Tierra,
como diciendo: son seres humanos,
y sin embargo las maravillas que vivirán.
Pero luego sí, llega otro momento,
y se sentirán como en la nave que hoy presenté,
que pueden ir y llegar a muchos lugares.
Que se les llaman aeropuertos,
que cruzarán fronteras y sin documentos?
Todo esto es cierto, ya nadie dirá: ¿Quién eres?
Sino dirá: Adelante, hermano, hermana.
Y así podrán comenzar los grandes milagros.
que ustedes también los van a obrar.
Ahora los obrarán en quienes los rodean,
no gritando, no alterándose, manteniendo la calma.
Y aunque no tenga el otro la razón,
es mejor dar la razón, y no para decir:
me das la razón porque estoy loco...
porque estoy mal...! ¡No!
sino dar la razón y que el otro comprenda
que lo hacen por amor,
no por terminar con una discusión.
Así comienzan a sellar la paz,
en la calle, en el hogar, en el trabajo, donde estén,
comienzan a dar ejemplo.
Y luego, la gran transformación
que rápidamente en todo se presentará
y ustedes la van a obrar.
Como granos de arroz...

Y veo, mi Señor, que son como granos de arroz y como semillas a la vez que deslumbran. Y los veo en las manos de los seres y es como si dieran un beso y se unen todos, están tan apretaditos, tan apretaditos.
Y ahora forman como estrellitas, pero al mismo tiempo forman corazones.

Se sienten pequeñitos como granitos de arroz,
están así en mi mano, pero pronto se sentirán
cómo irán creciendo, aunque sean del mismo tamaño,
porque éste no va a cambiar.
Y una pista,
dijeron una pista para Silvia,
y la pista en todo está.
Para ustedes también es la gran pista
de la que parten y a la que volverán.
No es que se vayan de los cuerpos,
no, con los cuerpos a otros lugares irán.
Serán viajes, serán puentes invisibles,
porque irán uniendo distintos puntos
y a la Nueva Jerusalem retornarán.
Habrá un momento muy especial,
un momento en el cual podrán ver
que aún....

Estoy viendo, mi Señor, como desde una altura y estoy viendo toda esta parte de la Tierra, toda esa Nueva Jerusalem. Y los veo y están todos tan pegaditos, tan pegaditos que parecen todos como granitos de arroz, de donde los estoy viendo. Las cabecitas unidas y son como granitos de arroz.

¡Viste qué sorpresa! -dice EL-
Y ahora ¿qué ves? -me dice-

Y ahora estoy viendo como una estela plateada.

¿Adónde va?

De pronto la veo como que va a Paysandú o como que de Paysandú viene acá. ¿Es la pista para Silvia?

Y ¿qué más ves? -me vuelve a decir EL-

¡Ah! pero veo muchas que se entrecruzan, mi Señor, como autopistas, pero son luminosas. Como autopistas....
Mi Señor, dije como autopistas, ¿qué es? Te sonríes con esa dulzura que hay en TI. ¡Qué maravilla, mi Señor! Pero veo a tus hijos que ya salieron, ya no son como esos granitos de arroz todos que los veía desde esa altura, todos pegaditos, no. Los veo desplazarse por esas distintas autopistas, pero son pistas que cada uno ha recibido por la que tiene que transitar y a la vez guiar a otros. Porque veo que hacen llamados, hacen llamados, como que sin gritar pueden hacerse escuchar.

Con dulzura, con suavidad a la vez,
así será, hijos míos, tan amados.
Benditos, lo vuelvo a reiterar.
Pero ahora, la otra Bendición, como siempre,
la Bendición, la Paloma ya está acá,
la Paloma jamás se va,
si cada uno es Trinidad, no lo deben olvidar,
la Paloma está en cada ser,
y la Paloma ya se transforma en la Mamá,
aquella que en el Cielo los acunó,
aquella de la cual nacieron,
todos están a un mismo nivel.

Ahí está, el traje hoy parece todo como de fibras luminosas, celeste pero son todas fibras luminosas. La brisa lo mueve como tantas veces, pero como si las fibras al rozarse unas con las otras fueran notas musicales.
No es un cinturón que tiene, pero veo que muchas estrellas la rodean, muchas estrellas. Ahora otras estrellas quieren formarle corona y Ella vuelve a hacerle con los brazos.

¡No! coronas no! -vuelve a decir-,
¡No soy Reina de mis hijos! ¡Soy la Madre!

No quiere corona.
Pero ¿qué hace con las estrellas? las está uniendo, está uniendo todas, todas las estrellas. Está formando como una alfombra mágica, no sé si decir una pista también, como una alfombra mágica. Pone ... y ahí están todos los hijos. Algunos vienen corriendo. Pero Ella con la mirada los atrae tan rápidamente y ya los colocó ahí, en su alfombra mágica.
Tiene alas, y tiene brazos, pero esta vez las alas están abiertas, muy abiertas, solamente lo sostienen los brazos. De pronto las alas sí, ya se unen también y ahí están. Y las alas... hizo una transformación, como hoy hubo una barca y de la barca salieron como alas, también con las alas formó como una barca y con otras plumas forma como alas. Y la veo que se eleva con todos....
Siempre distinto, ¡qué maravilla! no hay dos bendiciones iguales, qué maravilla! Perdón, perdón pero me deleito contemplando y tengo que comentarlo, no puedo callarme. Perdón, por favor.
Ahí están, esa alfombra que Ella formó con estrellas es como si cada uno estuviera parado sobre una estrella. Son tantas, son tan pequeñitos, son tantas...

Que hay para todos los hijos -dice EL-
Para todos los hijos -también agrega Ella-

Ahí está, no falta nadie. Si alguno pudiera faltar... de un salto... veo a alguien sí, que llega.

¡Ay! -suspira- ¡al fin! no encontré a ninguno!

Y la Madre dice:
¡Otra vez Tú!
si todos están aquí, sólo faltas Tú.

Y dice el Padre:
Ese es el que se ofreció por todos en el calvario,
ahí está El también,
siguió buscando por si alguno anduviera perdido por ahí.

Ahí están. La miran y esperan. Alguien le da un tironcito del cabello, como diciendo, es hora. Y otro también, pero de pronto es como si fueran campanas, es como si estuvieran tirando de los cabellos una campana. Y Ella se sonríe, también son como campanas, porque sus cabellos se mueven y son como campanas. Y Ella les canta su arrorró como siempre. Ese arrorró que nunca podré repetirlo como es. Y eso me inquieta, ya por dos veces no salió y yo decía no quiero cantarlo nunca más que la escuchen a Ella y no a mi..... ¡Ah!
Le presenta a EL su alfombra mágica con sus alas. Pero no se lo presenta para entregárselos, sino que se toman las manos y hay algo en TI, mi Señor, como si un manto tuyo también llegara para ayudarla a cubrir... en esa maravilla. Y entre los dos forman otra vez como aquella barcaza, la que vi en un principio. No contesta nada y Ella comienza a cantarles.

(Canto en lenguas)
Y el Padre se va como, no elevando, como creciendo más y más, haciéndose más grande frente a Ella. Y Ella tiene que levantar los ojos para poder mirarlo.

Y Ella dice:
Qué chiquita me siento a tu lado.

Y EL dice:
Es que Yo quiero hacerme más grande,
para que sientas que te protejo,
no temas que ya no verás
en ninguno de nuestros hijos el sufrimiento.
Mira -le dice EL-
¿no ves que en cada uno somos la Trinidad?
Míralos ¿cómo los ves?

Y dice Ella:
Me los estás presentando como lo que vienes anunciando.

Y dice EL:
Pronto, pronto será todo así,
Tú lo sabes muy bien,
sé que estás desgarrada de verlos sufrir.
Y ¿qué piensas? que YO me deleito,
Tú sabes bien cómo estoy,
pero no puedo terminar con todos los tormentos,
YO también debo respetar,
por todo lo que se ofrecieron.
Pero mira, siente las campanas,
ya están anunciando a Gloria,
ya los cantos de Aleluyah se pueden escuchar,

Sí, ustedes los pueden escuchar, yo también, pero yo digo: ¿cuánto falta todavía, cuánto falta?

No preguntes -me dice EL-
que todo se cumple rápidamente.
Estamos en los umbrales
de la Nueva Jerusalem.
Amén


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