MERI HACE 2000 AÑOS: PEQUEÑA NIÑA DE LOS ESENIOS
Mi Señor, tú sabes en cada uno y de cada uno lo que fue; tú que como Padre estuviste en cada uno de tus hijos. ¿Cómo fueron aquellos tiempos, mi Señor, qué realizaron, qué sentían. Y me muestras constantemente tus caminos, tus desiertos, tus valles, tus montañas, tus mares y tus poblaciones, tus palacios y tus cuevas.
Mis
palacios y mis cuevas -dice EL- palacios de hombres,
cuevas de mis hijos,
algunos como oseras, pero limpias, puras como reliquias.
¿Recuerdas los Esenios? -dice EL-
Sí, mi Señor,
Bueno, perteneciste a la tribu de los Esenios, mi bien -a Mery-
fuiste una pequeña tan amada por todos y qué consagración
en ti, mi bien.
Y me muestra cómo tu vas recorriendo en la hora
de la comida, hay alguien que preparaba el pan y tu ibas llevando la porción
justa para cada uno, repartiéndolo... y lo llevabas en lienzo muy blanco,
muy blanco y distribuías y de todos tenías sonrisas y tu ibas
con sonrisas para todos, y tu repartías los panes. Pero volvías
corriendo a buscar más, no habían alcanzado y corrías entre
las rocas... estaban en las montañas... corrías entre las rocas,
conocías cada lugar donde poner tu piecito y no tropezabas, no te caías,
con qué seguridad ibas! siempre con palabras para cada uno.
Un pañuelo atado muy graciosamente... y volvías, volvías
otra vez...
Tu nombre fue ORVIQUIA,
Orviquia
fue tu nombre -dice EL-
significó el renacer, tu nombre significó el renacer,
¿Por
qué, mi Señor?
Porque tus padres habían perdido un hijo anteriormente
y se sintieron tan solos, tan desfallecientes, que cuando tu llegaste al mundo
te pusieron el renacer, lo que sería en castellano. El renacer para ellos,
el mirar la vida con alegría. Y fuiste, fuiste la alegría.
Te veo como en las mismas cuevas, pero de fuera, porque dentro qué prolijidad:
hasta mosaicos hay. Y es asombroso, es como un salón grande donde están
todos los niños preparándose y están los amestros. Con
qué... así! así estás (Mery tiene la cabeza inclinada
con el mentón apoyado en la mano escuchando con atención) con
qué atención, estás absorta, captando, recibiendo... Pero
de pronto hay algo que llama tu atención, te distraes un poco, estás
mirando uno de los mosaicos, un grabado en uno de los mosaicos. Allí
hay mosaicos. Y tu empiezas a observar y estás viendo a través
del mosaico y de pronto no pudiste más e interrumpiste. Y el maestro
te mira como para reprocharte tu interrupción, con toda la ternura y
la comprensión que hay... pero al instante, comprendiendo cómo
eres tú, cómo te va a reprochar. ¿Qué hay? -te pregunta-
Y tu le dices que aquel mosaico está casi desprendido y que debajo hay
algo. Y él mira hacia aquel mosaico y te toma de la mano y te lleva ¿por
qué? y entonces tu explicas. No se notaba, tus ojos sí lo veían.
Entonces, él intenta levantarlo. Lo veo como si tuviera una herramienta.
No sé el tiempo que pudo pasar hasta lograrla, o qué... y comienza
a levantar. Es un mosaico muy grande, pero no puede... lo levanta, ve que sí,
que se puede levantar, pero no puede él solo, aquello es muy pesado,
es un mosaico muy, muy grande. Y entonces ahora, veo más gente ayudando
y levantan entre varios. Conduce como a túneles. Asombrados toman una
tea. Todo esto lleva un tiempo, mientras buscan, mientras llegan... pero todo
va siguiendo así...
Comienza la incursión, es como una gran caverna pero muy prolija. Pero
lo asombroso es que adentro hay teas también, ¿quién las
encendió? ¿desde cuándo?...
Y ven todo trabajado, todo pergaminos arrollados, muy prolijo, muy prolijo.
Comienzan ellos a tomar... a desenrollar y a leer. Y se miran asombrados, lo
colocan, toman otro... Hay historias del tiempo... El te toma con ternura hacia
él como diciendo, por ti pudimos ver todo esto... los demás chicos
quedaron allá...
Tu estás feliz, no puedes ver más, pero pudiste ver eso. .......
Te veo más adelante en el tiempo.
Muestran a Aquel que has ansiado oír... también estuvo en esos
aprendizajes. Y había un conocimiento de lo que llegaría a ser.
Y sin embargo estaba tan... tan en silencio todo. Era como si tuvieran que ser
tan... moderados, tan cautos...
Y ¿qué relación había?, no lo sé, pero llega
de visita por allí y tu corres al encuentro de El. Y El te abraza, de
pronto te lleva así, en alto, y te lleva, tu eres una niña grande,
pero El te lleva. Luego te acerca nuevamente a El, te pone en el suelo, te lleva
de la mano, vienen otros chicos lo rodean también. Sigue con paso firme
y llega allí donde estaban. Le hablan de aquello y El se sonríe,
no responde solamente se sonríe y habla, habla....
Comparte un alimento allí. Pero están reunidos ancianos, ancianas
también les permitieron con sus rostros cubiertos todos en silencio y
ese interés, esa expectativa.
Ahora se levantan se hacen sus signos, se arrodillan, hacen oración.
Afuera de pronto comienza a relampaguear. Qué hora es no lo sé,
si es la hora... ¿la hora nona? ¿la hora de la oración?
no lo sé, sólo sé que estaban en oración. Pero se
oye como lejano como unas campanas, unos toques de gong, no sé qué,
es un sonido...
La tormenta pasa. No pasó nada más que eso, un relampaguear y
pasa... El sale con todos, se va alejando, tu vas de la mano de El, saltando,
brincando, hasta cierto lugar, lo acompañas, son varios. Y allí
El pone la rodilla en tierra, te abraza y se despide. Es el saludo. El se aleja.
Pero El va triste, parece que fueran los días antes de aquella entrada
en Jerusalem. .....................
Solo veo otro momento de otra gran tormenta. Tan grande es la tormenta, la montaña
tiembla, tu estás llena de temor. Y corriste allí a aquella parte,
en busca del maestro. A tus padres casi no los veo. Es tu presencia, es tu lugar.
Y de pronto estabas en la entrada de esa cueva. Está todo tan oscurecido.
Pero en lo alto como un relámpago alcanzaste a verlo... y lo ves con
los brazos abiertos totalmente iluminado, te dio miedo, pero... viste... era
El, era El... con los brazos abiertos, con el rostro lleno de dolor, pero te
miraba y dentro de su dolor... te sonrió. Fue todo rápido.
De pronto, ahí está tu Maestro, te abrazaste a él y decías:
Era El, era El, lo vi así, lo vi y el Maestro trataba de calmarte...
Alguien llega corriendo por las montañas... casi sin aliento, casi sin
fuerzas ya. Y casi caído a los pies de aquel Maestro cuenta lo que ocurrió.
Y él lo mira y te mira y mira a lo alto y te mira como diciendo ¿qué
hay en ti?... visionaria... profetiza... ¿qué hay en ti? de pronto
te levanta en brazos y te dice... Sacerdotisa... eso es lo que hay en ti.
Y tu estás angustiada, pero él pone tu cabeza en su hombro y te
va llevando y mientras te lleva en brazos pone la cabeza en su hombro como calmándote.
................
Lo veo ahora sentado, es otro momento y tu sentadita escuchándolo. Y
él te prepara, te prepara, te prepara. Como la columba del templo. Consagrada,
así te veo, con ropas muy blancas, muy blancas. Veo tu mirada de una
pureza, de una dulzura tan transparente... que transcurre el tiempo y siempre
mirando aquel lugar, esperando volver a ver... Y volvías a verlo y te
sonreía, en el tiempo en el espacio y a veces lo veías subir la
montaña y siempre te sonreía...
Y El dice Amén,
Y yo digo Amén, mi Señor.
MIGUEL HACE 2000 AÑOS: EN LA
CASA DE LA ULTIMA CENA
Madre: Estoy recorriendo todos aquellos caminos, aquellos
pasajes, aquellos días... otra vez, mi Señor, otra vez recorriendo
todo...
Tantos en la ciudad... tantos en los palacios, como son las callecitas, como
son las casitas, esas de piedra, como de pronto son las montañas... son
las cuevas o son los rincones donde se ocultaron... cada sitio, cada lugar...
¿dónde, mi Señor?... Dónde nos vamos a detener,
mi Señor?... Salimos recién de la casa de José de Arimatea,
¿qué estaban tratando? ¿Adónde vamos?
Ahí estás tu ahora; con ropas muy finas, con tu cabeza cubierta,
con una sonrisa dulce y triste a la vez... ahí te veo, Miguel.
Vas con paso firme y al mismo tiempo con temor.
Te veo llegando a tu casa, dando indicaciones, acerca de cómo será,
cómo no será.... ¿Dónde se celebró la Pascua?
¡En tu casa! ¿Dónde fue la Ultima Cena? En tu casa. Veo
el lugar donde se está disponiendo todo... Y como si tu tuvieras un temor,
tu sonríes, pero hay tristeza en tu rostro.
Veo la Entrada, aquella famosa Entrada, tantas veces la vi; en Jerusalem, los
gritos, los Aleluyah, todas las alabanzas, los aplausos, las reverencias, algunas
parecen burlas, se está disponiendo todo... todo. ¿Sabes dónde
fue la Ultima Cena? El lugar es sencillo, tal como le gustaba a El.
Pero tu presentaste, para que fuera dentro de lo simple, fuera lo cómodo
también. Ahí está tu familia, colaborando, ayudando; llega
la joven que preparó los panes... y que en uno de ellos puso algo, sintió
que tenía que poner algo, y el que lo mordiera, ese sería que
se... puso una parte fea... y el que lo mordió fue el pobre Judas.
Ya abres tus puertas, viene llegando, el gentío se aglomera, muchos quieren
entrar... pero, no por la Fiesta de la Pascua; cada uno después va a
su casa a participar con los suyos. ¿Conocen el origen de la Pascua?
Sí... pan ázimo, es decir sin levadura y ahí traen el cordero
pascual... Me da un frío tan grande, no quiero ver, está entero
el cordero, hasta la cabeza, no quiero ver la cara; si hay un cordero, de pronto
tengo miedo que se transforme. Qué increíble, qué grandioso
todo.
Tu nombre fue Alcido... ¿Qué significado tenía, mi Señor?¿
Tiene un significado el nombre o es simplemente un nombre? No me dice aún
el significado del nombre, sino que te veo, disponiendo a todos, y que todos
participen.
Pero tu te acercas a El, que era gran amigo tuyo. Lo que EL me está mostrando,
es que tu nombre fue cambiado con el tiempo, como Simón que se llamó
Pedro, como Saulo, que se llamó Pablo, como tantos, que llevaron otros
nombres con significados; así fue tu nombre, pero después tuviste
otro nombre....
En
su momento, todo sabrás, fuiste colaborador de Mi Hijo,
que estuviste en tantos caminos, y hasta le brindaste vestidos
que El generalmente solía rechazar.
"Pero mira, esta es tu medida fíjate que bien te va a quedar..."
"Vamos, deja para otro día que ahora ando muy aprisa,
tengo que ir hasta la Siria, al regreso, después será..."
Y otro día que llegaba, otro momento...
"Sí, voy a ver... este sí, ahora te lo acepto amigo,
porque, mira cómo está éste, se han desgarrado mis vestidos,
tíralos por ahí";
"No, -dices tú- que ahora será reparado,
y puesto en algún lugar,
no sé porqué, algo siento,
como si estos vestidos tuvieran un valor,
como algo tan auténtico, que uno debe conservar."
Después de aquella jornada y de aquella noche,
que todo luego te lo presentaré,
en un recuerdo vivido y fresco,
como si recién hubiera acontecido, Miguel;
tendrás el reconocimiento,
de quién fuiste y porqué estás acá
y porqué ese acercamiento con el Cristo
has estado y volverás junto a El, estar....
Te
veo en los momentos, después cuando ocurre todo. Pero me presenta rápidamente,
unas partes y vuelve nuevamente a las primeras... cuando El sale de tu casa,
cuando se va caminando despacio hasta el Monte; y tu te quedas en la puerta
mirándolo, con una ramita en la mano, mordiéndola... mirándolo
como si comprendieras todo lo que va a ocurrir; como que sí, como que
el Padre ya puso en tu corazón una señal de inmensa angustia...
Y te veo... y de pronto, es como si quisieras golpearte a ti mismo, como diciendo...
qué puedo hacer yo solo, qué puedo hacer yo solo y miras a los
demás que quedaron, algunos de sobre mesa, comiendo un poco más
del cordero, tomando un poco más y conversando, mientras beben otro poco
y tu estás mirando, alguien sacó un trozo más de pan...
y de pronto tuviste un impulso: con disimulo fuiste, tomaste el trozo del pan
que quedaba y te lo llevaste a las manos, hacia adentro... querías conservar
aquel pan. Te diste vuelta y miraste al vino y dijiste...
Total, para qué... Y fuiste en otro impulso como en un gesto de quién
no se da cuenta y lo volcaste y te parece sangre derramada...
Veo tu mano en la mano de él, mi Señor, significando lo que habría
de ocurrir.
Y queriendo salir a la puerta y mirar, como si al verlo, lo pudiera proteger
y queriendo encerrarte, tan dentro de ti, pero tan adentro también, no
ver nada... dormirte y despertar cuando ya hubiera pasado todo. Pero pasado
qué? ¿Pasar qué?... ¿Qué? ¿Qué
pasa? ¿Qué siento?... ¿Por qué? Te preguntas y tu
desesperación... Y veo... a tu esposa, aún no llegó en
el camino... y veo una hija tuya también. Y ellas se acercan a ti, te
preguntan...¿ qué tienes... esposo mío, qué te sucede?
Y es como si tu dijeras... no, nada, nada, no sé, no sé: no, nada,
nada, vuelves a decir; de pronto en ese que no sabes, pero hay algo en ti, y
hay lágrimas en tus ojos. Después se siente gente que corre, los
mismos que estaban ahí, salen a la calle ¿qué es lo qué
pasa?
Gente que corre en todas direcciones... y rumores, el tiempo pasa... y está
aclarando y sigue el tiempo transcurriendo. Pero ya te veo de un lado para otro,
entrevistando a unos y a otros, sin poder lograr nada. Será posible,
dices tu, será posible... Y de pronto es como si tus brazos se cayeran
así... sin fuerzas.
Y hay otro momento, en el cual vuelves a entrar en tu casa y también
tu esposa te vuelve a preguntar ¿qué pasa? Y tu dices... ¡¡lo
que sentía, lo que sentía y no comprendía... parece que...!!
¿Parece qué? -dice ella.
No, nada, nada.
Golpean a tu puerta, como un resorte, ahí estás...
¿Qué hay? ¿Qué se sabe? Te cuentan en pocas palabras.
No, no puede ser, tenemos que hacer algo...
Y como si te dijeran... no podemos hacer nada, no podemos hacer nada. ¿Cómo
no podemos hacer nada? No lo podemos dejar así... Y aquello no podemos
hacer nada, es como si estuviera acá dentro de ti... no podemos hacer
nada, no podemos hacer nada, no podemos.....
Y de pronto te veo allá, entre esa multitud, con tu ropa, nuevamente,
con tu cabeza cubierta, sí, y como si sintieras que te aprieta mucho
ese cordón; estás a punto de arrancarte todo eso y como que con
esa soga quisieras darles a todos y derribarlos y te sigues sintiendo impotente,
no puedes hacer nada.
Y comienzan a vociferar, lo veo sin la ropa... la gente vocifera... y tu los
miras, como diciendo... y ¿qué les pasa? ¿Es posible esto?
Pero, ¿qué hay atrás de todo esto? Pero qué.....
Y tu no puedes comprender esa actitud... Dices... pero es que yo estoy como
ellos, solo no puedo hacer nada; y hablas con unos y con otros, y te das cuenta
que están como tú, muchos.
Y te vas a tu casa, partes como si pudieras ir corriendo, y partes arrastrándote,
como sin fuerzas.
Cuando llegaste, te dejaste caer, así, contra una pared. Tu esposa se
inquieta mucho, tu hija corre hacia ti también; y entonces tú
explicas en pocas palabras lo que ocurre. Y ella comienza en un llanto y en
un canto a la vez, lastimero, cerca tuyo, como una imploración... que
no puede ser, que ese gran amigo, le puedan hacer daño, no, no puede
ser, no puede ser...
Y sigue pasando el tiempo, y pasan, no sé... horas y horas; de pronto,
las paredes se estremecen, todo está oscuro, como relámpagos enormes,
gigantescos y te veo ahora, de rodillas, con el rostro en el suelo, las manos
apoyadas y la frente en el suelo... los tuyos están igual. Pero ha llegado
más gente porque veo más personas ahí; no las vi en el
tiempo que transcurrió, pero ahí están. No sé cuánto
pasaron en esa actitud...
Y ahora comienza como una calma, un silencio, que lo envuelve todo; comienzan
a incorporarse, se miran, apenas levantan los ojos, sin decir nada... sin decir
nada. De pronto miran los restitos de aquel cordero, que quedó sobre
la mesa... la mesa había quedado así.
Y el cordero aquél, comenzó a formarse, pero no se formó,
el cordero, sino el Otro Cordero, acostado... con los brazos abiertos y todos
pudieron contemplar la misma visión. Apenas duró un momento en
esa actitud, casi sin ropas, y con el cuerpo herido y el rostro también.
Les sonrió a todos. Fue inmensa dulzura, les sonrió a todos. Vuelve
a desaparecer y vuelve a quedar lo que había antes. De pronto tu recordaste
las palabras de El:
Quien come mi Carne y bebe mi Sangre...
Es representado ahí y es como si quisieras comer, y es como si quisieras
conservarlo, sin saber qué hacer.
Llega más gente, más gente; recién ahora se rompe esa especie
de silencio pesado que había y al mismo tiempo se sentían por
momentos como suspendidos como que fuera algo, ya no como unos que estaban viviendo...
Y llegan y hablan están llenos de miedo... hay mucho temor en todos los
que han llegado y hay proyectos... se habla, lo que pueden hacer y lo que pueden
dejar de hacer...
Y tu con el grupo, salen por distintas puertas en distintas direcciones; el
lugar de la cita, José de Arimatea... con razón me lo mostraste
hoy, a la casa de José.
Y allá se encaminan; y en aquella casa están ahora, aguardando,
aguardando las últimas noticias.
Y sigue pasando el tiempo y comienzan a llegar noticias distintas ... todo lo
que ocurrió...
Y ahora los comentarios... no está en el sepulcro... cómo no está
en el sepulcro, entonces los Romanos se lo llevaron... y siguen los comentarios...
y comienzan a salir a las calles y se encuentran, con unos o con otros... El
vive! ¡Ah! cómo va a ser posible?! Lo anunció y es cierto,
El vive!!!
Y ya hay una confusión tremenda... son cosas de locos, se dice, no...
no Tomás solamente... no podían creer... ¡Vive! Pero de
pronto lo veo como se presenta a muchos, es a muchos y está ahora contigo
también.
Y lo viste transformado en el Cordero... de pie, y lo ves de pronto, Aquel Gran
Amigo y lo puedes abrazar.
De pronto te veo de rodillas ante El y le besas las manos y al besarle las manos
bebiste sangre de sus manos; y no sentiste una sangre amarga, sino una sangre
dulce, tibia, que no la rechazaste... y El lo comprendió, y El te dice...
En
un momento de dificultad
es cuando más cerca estaré de ti.
y dice el Padre:
Y
en los últimos Tiempos de la Humanidad,
nuevamente los reuniré y a caminar,
que los guiaré hasta el fin.
Amén
Ir
a siguiente página (Personas Cercanas_segunda parte)
Volver a índice de Personas
Cercanas
Volver a página del Cristo,
el Mesías
Volver a página de Entrada
Ir a "El Santo Grial"