Montevideo, 12.7.85

MIRIAM HACE 2000 AÑOS: HERMANA DE AQUEL SER, QUE PRESTÓ LA CASA EN LA ÚLTIMA CENA

Y tú, mi Miriam bienamada,
tú hija que también querías saber...
Habías sido una hermana, de aquel ser que prestó la casa
para aquella Ultima Cena, mi bien.
Tu nombre fue Isabel y te gustaba escuchar,
te deleitabas oyendo, cuando el Rabí solía pasar.
Y cuando llegaba a tu casa... así te ponías tú...
Eras dulzura como ahora y eras sonrisa y eras también como una brisa,
pero a veces como un ventarrón.
Porque de pronto llegabas, despacito, como en puntitas de pie,
para tapar los ojitos, y decirle: ¿sabes quién soy?
Y El te decía: no lo sé... pero bien que sabía, quién eras.
Luego tus manos tomaba y decía: pero, ¡tú acá?!
Se hacía el sorprendido y tú, riéndote corrías y ahí eras el ventarrón.
Y El, hacía que te alcanzaba, pero te dejaba correr,
luego, iba en dos zancadas te tomaba de la cintura, te alzaba... y tú reías.
Luego te bajaba, te besaba en la frente y a predicar...
Y tú a escucharlo.
¡Cuánto sufriste por El!
Tu corazón se partía, no podías comprender,
si a un ser que era tan bueno... aunque sabía reír...
pero ¡qué justo que era! ¿cómo lo podían matar?
¡Que salvajes esos hombres si con mis manos yo los quisiera triturar!
Así decías tú, alma mía y te decían: ¡cállate, que en peligro estás!
¡Qué importa? Que si hay peligro y por él tengo que pasar,
pues lo pasaré con gusto, qué se atrevan, que se vengan por acá.
Y así eras de valiente, hasta que el momento llegó
y en fauces de leones, mi pequeña, tu vida,
en la arena, alma mía, como la de tantos cristianos,
así, mi bien terminó.
Amén


Montevideo, 13.10.85

LUIS HACE 2000 AÑOS: ESCRIBIO LA INSCRIPCION DE LA CRUZ

Te veo, Luis, que estás más abajo de la montaña, y dice EL:
Aun no llegaste, a la parte plana,
pero mira, la obra que te encomiendo YO.
Eres un alma divina, tan sana, y lo realizarás, con tan infinito amor.
-Y me estás mostrando ahora, como si tu vieras, como una placa, y la placa como si dijera.... quizá es tu lugar ¿no? ¿25 de Agosto?
-No, 25 de Mayo.
-Bueno, yo vi un 25... y yo pensé que se referiría a un lugar. ¿Qué edad tienes tú?
-Yo 34 años.
-Bueno, yo vi ese 25 y pensé que se referiría a la zona,... 25 de Mayo. Bueno, me dejo de palabras. Podría haberte preguntado a TI, mi Señor.
Bueno, veo esa placa que dice 25. Luego hay signos, no entiendo, lo que representa, te veo a ti, como lustrando bien, para que todos vean bien. No sé lo que pueda representar... ¿es una fecha? ¿es un tiempo?, ¿es una edad...? no sé... mi Señor, lo que pueda representar...
Como si Tú dijeras...
¡Ah! mi Señor, lo que estoy viendo ahí, se parece mucho a los signos que tiene la Cruz. Jesús, Rey de los Judíos... ahí...
Tú querías saber, hijo mío,
quién escribió la Inscripción
En tus manos, he puesto el cincel,
y sentiste que se laceraba tu corazón,
porque para ti fue un momento cruel.
Amén



Salta, 25.5.84

HELIO HACE 2000 AÑOS: AMIGO DE JUAN DEL APOCALIPSIS

Dice Madre:
Ahora, es para ti Elio, y EL me estaba mostrando algo importante, me mostraba el Apocalipsis.
Me mostraba aquellos Tiempos y me muestra éstos; y mostraba aquellos Tiempos en los cuales, Juan describió en revelación, en visión, cómo serían los Ultimos Tiempos. Y preguntaba, mi Señor ¿qué significa Elio? tu no fuiste Juan lo aclaro... qué significa él, por qué TU estás mostrando, ¿Por qué TU estás refiriéndote a él y relacionando aquella época y ésta? estoy sorprendida, mi Señor.
Lo veo a Juan correr de las montañas hacia el llano, porque él subía y tenía allí las visiones y revelaciones y lo veo compartiendo contigo... esto tampoco lo menciona la Biblia... creo que no lo menciona, sólo se habla del Apocalipsis de Juan.
Lo veo llegando a tu casa y veo cómo llega y te cuenta y tu, vas documentando todo lo que él te va diciendo. Y cada día viene y te cuenta y tu estás trabajando y tienes los rollos, rollos más rollos y no entiendes... hay cosas que no las entiendes y Juan te explica... Y tu sigues documentando y dibujas también y cómo era... ¿tu dibujas, por casualidad?...
Muy poco, quiere decir que dibujas, porque ahí no era todo era algo también y yo no lo sé lo actual, sólo digo lo del pasado...
Y te veo cómo vas dibujando y la Biblia, hay partes en las cuales menciona para los Ultimos Tiempos que el día que yo leí eso me aterré... en los cuales se habla de granizada de azufre y fuego, ¿yo les conté a ustedes eso?... La Biblia menciona granizada de azufre y fuego, recuerdan algo así? Juan veía también una montaña que era echada al mar en la cual la tercera parte de los hombres morían, se teñía de sangre la tercera parte de las aguas y se destruía la tercera parte de las naves, naves con estas palabras, en esta forma. Juan veía también cómo escorpiones salían de la Tierra levantando gran polvareda y tu dibujabas los escorpiones, pero Juan veía que los escorpiones tenían aguijones que causaban la muerte; y te veo mirándolo a Juan y dibujando los aguijones; y Juan veía también otros que tenían coronas y garras de león; y veía también como caballos que iban a la batalla con gran estrépito y estruendo. Y veía también una estrella, una estrella que chocaba contra la Tierra cuyo nombre era Ajenjo porque era tan amarga, tan amarga...
Pero Juan veía que los escorpiones tenían cara de hombre y que cuando volaban dejaban como una estela como si fuera la cabellera larga de una mujer. Y Juan veía también los Cuatro Angeles del Eufrates... Y yo cuando leí dije, Mi Señor, ¿qué terrorífico es esto! Pobres los seres, pobres tus hijos, los que tengan que vivir en ese entonces; como esas pequeñas hormiguitas que uno vé que de pronto en el cine, puede con una patita destruir New York; y EL me dio la oportunidad un día de mostrarme... y me mostró que la granizada de azufre y fuego eran aviones bombardeando; y me mostró cómo la montaña que era echada al mar... yo me vi igual que se tuvo que haber visto Juan, exactamente igual... pequeña frente a aquello, era un enorme barco de guerra, no se hacen en el agua, sino se hacen en tierra y son portados al mar. Clara, la tercera parte de las aguas, la tercera parte de los hombres, la tercera parte de las naves... destrucción. Luego veía los escorpiones que levantaban gran polvareda, eran aviones... ¡qué alivio!
Pero, mi Señor, Juan dice que tenían cara de hombre... y EL me muestra el piloto que baja la cabina; pero, mi Señor, tienen cabellera de mujer... y EL me muestra la estela que dejan; Mi Señor, tienen aguijones, que causan la muerte... me muestra las ametralladoras; Mi Señor y los que tienen coronas y garras de león? Me muestra los helicópteros; y los que van, Mi Señor, a la batalla con gran estrépito y estruendo como caballos despavoridos... EL me muestra los tanques de guerra. Y la estrella que choca contra la Tierra, tan amarga, bebimos nosotros de esas aguas amargas... a la distancia bebimos... la bomba de Hiroshima; y los cuatro del Eufrates, mi Señor... y EL dice... Irán, Irak, Siria, Turquía... ¿Qué nos queda? Apocalipsis cumplido ¿Qué falta? Las señales para la llegada del Cristo están. Y ahí te veo a TI y te veo como si de pronto desenroscaran presentando, pero en un giro, a los cuatro vientos que todos lo puedan presenciar y dice el Señor:

Como en la Antigüedad, alma mía,
nuevamente así lo harás;
este es un símbolo divino,
por mensajes que trasmitirás
y te encontrarás mi Elio
brindando amor y paz que,
al que se encuentre enloquecido
y corriendo por los caminos,
con amor lo calmarás.
Amén


Montevideo, 16.03.85

INÉS HACE 2000 AÑOS: MARIA, ESPOSA DE JOSÉ

Inesita: Quisiera saber quién fui hace 2000 años...
Madre: ¡Ah! qué cosa divina! Mi Inesita adorada... A ver, mi Señor... aquí sí que hay una revelación... y me la pedían tantas veces... Ahora sí que se van a sorprender, pero cómo hago yo?

¿Quién fuiste tú, alma mía?
El vientre que YO anuncié,
el Ser que a Mi Hijo traería, hace casi dos mil años, mi bien.
Esa fuiste tú, mi Inés, la María, la de allá,
la que tanto correría y la que tanto sufriría, por aquel Calvario...
Aquello, que sigue siendo también, hija, de actualidad.
Esa fuiste tú, mi Inés, la esposa de aquel José,
la madre de Santiago y Juan .
Mucho más te diré también.
Has recorrido caminos,
Calvario tuviste tú,
no sólo por Aquél,
por el que has tanto sufrido,
sino, también luego por tantos,
que murieron martirizados
por defender a Jesús.
Amén


Montevideo, 6/3/86

SUSANA HACE DOS MIL AÑOS: IETI, UNA MUJER ENFERMA SANADA POR JESÚS

Hubo momentos que con tus lágrimas lavabas los pies de mi Hijo,
cuando colgaba de aquella tortura que no se puede olvidar.
Sí, mi Susana bendita...
Tu nombre en aquel momento fue Ieti, hija mía, bien amada.
Y tu fuiste un ser tan enfermo, a ti te curó El.

Y te veo como si estuvieras en el frente de tu casa, siempre sentadita, toda esmirriada y veías pasar muchas veces por el camino un grupo de personas, te llamaba la atención, tu apenas podías hablar. Quiénes eran, adónde iban, no eran mercaderes. Y un niño que siempre estaba allí alrededor tuyo, te dice "es un Rabino". Y de pronto sintió él como un deseo de acercarse y corre hacia los demás. Uno de ellos lo toma, lo va abrazando y sigue caminando con él. Pero llegan un poco más adelante y había un grupo de personas esperando. Un núcleo de casas y lo llevan a la casa y el niño se queda en la puerta. Jacob se llama el niño. Y el niño observa, y ve que entra, que lo reciben, que hay alegría, que se abrazan. Se sientan a la mesa, comparten, allí ya lo esperaban con pan que estaba humeante y lo comparten todos... le dan leche a beber, leche recién ordeñada, está tibia todavía. Beben, comen, comparten, dialogan.
Pero hay una señora mayor que estaba enferma con dolores momentáneos, estaba en la cama y la dueña de casa parece que era la nuera y dice que es su suegra que está enferma. El se acerca como diciendo: "Vamos, vamos, déjate de tonterías, si estás más sana..." Y ella dice: "No, si vieras cómo estoy". "A ver... no te hagas la mimosa", en el lenguaje nuestro. Se acerca, se inclina, se pone de rodillas y con las manos se pone en oración y el niño mira. Y ella dice, como diciéndole, siempre voy a hablar en el idioma nuestro: "Sos un fenómeno, ya estoy bien, ahora ves, pude preparar el pan, pero ya no resistía más me tuve que meter en la cama para que vinieras a hacerme un mimito." Vuelvo a repetir, lenguaje nuestro, allí fue distinto, pero significaba esto. El niño observa y sale corriendo y te dice a ti lo que acaba de ver y tú lo miras al niño, sin palabras, es como una súplica y el niño ve que aquellos ya se van alejando, ya no puede llegar allá, son un puntito nada más.
Pero luego en otro momento vuelven y el niño corre, corre y lo empieza a tironear de la mano. El niño no puede ni hablar está como tartamudo, de emoción, de ansiedad. Y El cuando viene llegando te contempla, vienen cada vez más lento y tú lo miras como diciendo; "es que no vas a llegar... es que no vas a llegar". Y El sigue lentamente, cada vez más lento y se detiene, casi frente a ti, y te mira y dice:

Mi niña querida, ¿por qué no vienes hasta donde estoy Yo?
Y tú con la cabeza... mueves solamente, dices que no,
Vamos, dice El, si puedes.
Y tú vuelves a negarlo con un movimiento de tu cabeza.
Vamos, mi niña querida, vamos, ven hasta acá.
¡Vamos!
Al final te dice en tono imperativo...
¡Vamos! Muévete que te estoy esperando.
Y tú intentas y no puedes y El se empieza a desesperar y empieza a suplicar.
¡Ay! Padre ¿es que no va a poder? ¿Es que realmente no podrá?
Y sigue insistiéndote,
¡Vamos, tú puedes!
Y hay una batalla dentro de El, el miedo de que no lo logres, y el deseo de que puedas. Y comienzas a levantarte y comienzas tus primeros pasos y El comienza a retroceder muy lentamente y tú vas extendiendo tus manos y El sigue retrocediendo cada vez menos y tú sigues... y al final caes en los brazos de El.
¿Viste que pudiste? dice El.
Entonces ahora te ayuda a incorporarte, te ofrece el brazo y te lleva a caminar hacia el camino. Y te dice:
Hoy vas a venir con nosotros, hasta allí nada más.
Y tú vas, hasta allí nada más.
Mi Señor.....
Llegas con ellos, El te sienta en una piedra, y El se pone a predicar. Se sienta en el suelo casi al lado tuyo, más así, tus manos y la de El, quedan como extendidas, unidas. El habla y habla, predica. Y tú está maravillada escuchándolo. De pronto es algo sorprendente. Tú sientes un impulso, te levantas, te pones de rodillas, con una agilidad... y te prendes al cuello de El, y te quedas así, prendidita al cuello de El, y El te abraza y sigue hablando. Cuando termina te da un beso en la frente, te ayuda a levantarte y tú dices:
-¿Volverás?
-Tú sabes que siempre vuelvo.
Ahí se había iniciado ya una amistad. Una amistad que cuando llegó el momento tú no podías, no podías conformarte con lo que estabas viendo. Veo tus lágrimas.....
Y en aquella oscuridad te acercaste y pudiste abrazarlo y llorar con tus lágrimas lavabas sus pies aunque seguían sangrando.

Así fue, dice EL.
Amén


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