Montevideo, 18/5/86

EDUARDO, EL CHILENO, HACE 2000 AÑOS: CARPINTERO DE BARCAS

Tú, bien amado hijo, carpintero fuiste allá.
Construías las barcazas que se iban a la mar.
Eras tan buen calafatero, escudriñabas, mi bien.
¿Está todo en condiciones?
Hasta que no lo vea perfecto no los dejo ir al agua.
Primero ibas tú, mi bien, y te cerciorabas que todo en orden estaba.
No se inclina más de acá,... está en perfecta armonía...
...y así se puede avanzar...
Así trabajabas, alma mía, y con tal dedicación,
no te faltaba alimento, te lo brindaban con amor.
Que tú tenías tu sustento, sustento que venía del mar.
Al mar tu te consagrabas.
Mas, llegado el momento, mi bien, una ola te devoraba
y tu sueño fue muy dulce, muy placentero,
pero ahora te aclararé como fue.
Abrazaste el cristianismo con tal fuerza con tanto amor,
que llegó la persecución, hijo mío y también a ti... te sucedió.
Te sentiste acosado y también sentiste temor.
Y corriendo y huyendo de aquellos soldados,
quisiste llegar a tu barcaza, internarte al mar,
con tal fuerza, pero el mar estaba en tal furor.
Enfrentabas tú a las olas y decías:
tantas veces las surqué, ahora por qué se muestran como en contra mía.
Pero ellas al agitarse te decían: no, es que te queremos tener.
Tú nos has brindado en tanto, como caricias fueron tus pies
cuando entrabas en nuestros mares
y tus barcas también al surcarnos nos sentíamos adornadas,
te brindábamos los peces, también te brindábamos amor,
ahora te necesitamos para salvarte de un gran horror.
Entonces una ola gigantesca, toda tu barcaza envolvió, pero tu temías...
.......
comprendiste el lenguaje del mar y te dejaste llevar en él.
Tu mismo dejabas de respirar,
te sentías envolver y entraba el agua en ti,
pero comprendías que las aguas te salvaban de un horror,
y te cantaron después en su divino vaivén.
Amén


Salto, 25/5/86

JUAN HACE 2000 AÑOS: UN PASTOR QUE MURIO POR JESUS

¿Quién fuiste, hijo bien amado?
Ahora te lo aclararé.
Siempre estuviste a mi lado con tu inmensa fidelidad, mi bien.
Angel creado en el cielo, ángel de felicidad y amor,
eras luz y hecho a mi imagen y semejanza,
eras poder eras plenitud, eras divinidad porque así a mis hijos creé.
Pero luego de aquel momento amargo,
quisiste a la Tierra venir a padecer y me decías:
Padre, también con todos yo quiero estar.
Hijo, no ha existido pecado y ahora ha comenzado acá.
Y ¿qué vamos a hacer? un hogar a construir,
los rebeldes van allá, yo también quiero sufrir,
que si son nuestros hermanos no los vamos a perder.
Y así clamabas, mi Juan, y así me angustiaba YO, mi bien.
Resolvimos realizarlo todo, y a la Tierra venir.
Dejamos la luz, el poder y la divinidad que es sin fin
y vinimos y en tantos momentos, sobre todo en amarguras, mi Juan.
Y pasaste por tantos cuerpos, esa tu alma que es de eternidad.
Y venías una y otra vez, y decías Padre, aún a continuar,
que mis hermanos no se deben perder que a todos hay que salvar,
también yo quiero sufrir, como el hermano mayor, el Cristo que ahora esperan.
Y así, mi Juan, llega la hora verdadera, y la hora de la supremacía,
de la perfecta y sagrada unión.
Estuviste hace dos mil años junto a aquel calvario también,
estuviste junto a aquel hermano y en su atroz padecer,
eras un pastor, hijito, con tus ovejas ibas mi bien
y llegabas a aquel lugar de martirio y viste la desolación de aquél.
Y dijiste, es como un cordero que al matadero lo llevan y allá va.
Es como mis corderos benditos que yo a ninguno quiero matar,
que cuando vendo alguno mi corazón desgarrado está.
Eras toda ternura, alma mía, y así consagrado, mi bien,
abrazaste el cristianismo y moriste martirizado
por amor a aquel que en la cruz padeció.
Amén

Tu nombre fue Ismael.
Amén


Montevideo, 18/5/86

EDUARDO HACE DOS MIL AÑOS: HOSPEDARON A JOSÉ, MARÍA Y EL BEBÉ

Te veo cerca de las cuevas y allí está José, María, el niño y mucha gente y mucha luz. De dónde viene la luz no lo sé. Pero se ve todo iluminado.
Te llamaste Ibraím, hijo eras, tú, mi bien
de los que hospedaron allí a José a María y al bebé.
Fuiste un niño muy tierno, y quietecito estabas, mi bien,
viendo como aquél tan pequeño extendía sus bracitos y buscaba su alimento.
Te compadeciste de él, y decías, tan pequeño y donde vino a nacer.
Tenías tú como un jergón donde solías dormir, y decías:
como un rey estoy yo y miren como está el pequeñín.
Y después presuroso corriste y pediste a tu mamá,
leche recién ordeñada para dar a aquella otra nueva mamá.
Y le decías: es para el niño y es para tí también.
Y ella decía: él es muy pequeño no sabe aún tomarla,
pero yo te lo agradezco tanto, qué feliz me siento de tenerte aquí.
Y gracias por la leche que me has brindado que ya te lo retribuiré.
Amén



Salta, 20.5.84

TODOS DE RETORNO COMO HACE 2000 AÑOS

Dice el Señor:
Todos nuevamente, todos de retorno están,
los que estuvieron allá presentes,
junto a Mi Hijo, en la Antigüedad.
Y ahora, mis bien amados, ahora con El estarán,
nuevamente, porque el Esperado, almas mías, ya ha llegado.
Por eso en el Mundo con ustedes andará.
Andando por los caminos, pero distinto ahora es,
ya no habrá, almas mías, laberintos, ni confusiones, -dice EL-
en ustedes la seguridad.
Confundidos otros sí,
pero ustedes les darán la tranquilidad,
diciendo: es el Cristo, el que está aquí.
Por eso los vengo preparando
y todo dispuesto está,
y tendrán el divino contento de poder reconocer,
en cada instante, en cada momento,
la relación del pasado con este momento el actual.
Mas, también voy a agregarles,
pasado, pasado fue,
sólo habrán de considerarlo, por la relación que hubo,
como un puente entre lo Antiguo y lo actual -dice EL-
Pero pasado ese puente, el camino hay que continuar,
porque, almas mías, es urgente, ayudar a la Humanidad.
En ustedes encomiendo esta tarea de amor,
en ustedes, con los Legionarios sublimes, de esta Misión,
sabiendo que el precio es alto, el que les voy a pagar;
el precio es alto, almas mías, en esta colaboración,
en el trabajo que van a realizar,
porque el precio es el Divino de Cielo,
al que siempre pertenecieron,
y en el que pronto, volverán a estar.
Amén


Salta, 20.5.84

VESTHNIA, LLEGADA CON LA LLUVIA HACE DOS MIL AÑOS

Dice Madre: Cuando lo veías con frecuencia pasar por los caminos, siempre iba con un grupo, siempre, siempre. Un día te sentiste tan desesperada, como diciendo, solamente El me puede dar la calma que necesito; y como si en estos momentos, tuvieras que aferrarte, y solamente El pudiera darte la calma que necesitas y quizás, en esa venida como Hombre, sea El, el único que te dé la calma que necesitas. Y te veo corriendo hacia El, muy herida, muy herida; y te veo como si de pronto, hacia un costado de El, cuando va pasando, tu te caes de rodillas y le tomas de la ropa y El sin mirarte, pero extiende la mano y te acaricia, y queda parado, teniendo tu carita, que estás inclinada así, tu carita pegada hacia El, y El te tiene pegadita así; luego te da la mano, te ayuda a levantarte, te mira, te sonríe, tu ahora respiraste hondo, ya eres otra...
Pero solo querías seguir junto a El, El te saluda con la mano, y tu comprendes, tiene que volver, pero ya vas con otra seguridad, ya vas sin temor nuevamente. Y te veo, que así a la distancia tu lo estás viendo y muchas veces, cuando pasa por los caminos, tu agitas tu mano, El agita su mano también; veo que te hace un saludo, tu te inclinas; y se vuelve a repetir, distintos días... distintas horas, aquel saludo se repite. Un día hay una convulsión muy grande y tu sentías rumores, era la Fiesta de la Pascua; y tu estabas cerca de la ciudad, sentías rumores y no terminabas de comprender, no se te permitía acercarte mucho, no, sólo viste, que de pronto, el tiempo se ensombreció tanto, tanto, tanto y tu, como tantos, de pronto viste en lo alto, como un relámpago, la figura de El, la figura de El... y sentiste que era El. Te dio un miedo atroz, querías correr, no sabías para dónde llovía, te empapabas, todo tu pelito, toda tu ropa, empapada, pero corriendo sin rumbo, sin dirección...... Lo conociste en la mano y la tibieza de esa mano; levantaste tu cara y miraste, era El, pero fuiste a tocar la mano y no, la mano no estaba... y ¿cómo tu la sentías?
Y de pronto, ya no llovía y esa parte estaba seca; pero Lo viste, tocaste... y no había nada; te sentiste muy confundida, pero sentías, como si la presencia de El, fuera caminando y llevándote hacia tu casa.
Entonces, te vas haciendo con la mano el saludo... tu sientes, no ves, pero sientes el gesto ese, como si estuviera. Llegaste y te veo dormir, dormida, serena. Cuando te levantas al día siguiente, te veo como si fueras al mercado, te veo con un cesto, y sientes comentarios y sientes hablar y preguntas, qué ha pasado... Y sientes comentarios... y sientes hablar, y tu dices: no, no puede ser, no puede ser...
Entonces, comprendiste lo que viste, comprendiste todo, comprendiste todo. Te veo desolada, pero corriendo, como queriendo llegar cuanto antes a tu casa, que no te vean y poder llorar... Y te veo de rodillas en ese canto lúgubre... horrible y querer quedarte encerrada y no saber de nada.
Y ahí estás, en ese canto lúgubre... yo no me acordaba, Mi Señor, que los Hebreos cantaban, ante la muerte... Y otra vez de pronto sientes la mano tibia, te quedas rígida, sentías la mano... sentiste la presencia... y tu lo miras, te sonríe y tu sientes otra tibieza... no la habías sentido la otra vez, sientes la tibieza de la sangre, la sangre quedó marcada; tu luego besabas tu ropa y nunca más la volviste a usar... sólo hasta ahí mostró EL.
VESTHNIA fue tu nombre... ¿qué significó, mi Señor?

Llegaste en un amanecer lluvioso, tu nombre significó llegada con la lluvia, esto es lo que te puedo decir.

Amén



Montevideo, 16.03.85

CARMEN HACE 2000 AÑOS: HIJA DE UN PASTOR DE BELÉN

Qué hay, mi Señor, acerca de ese sentimiento, hacia algo tan desconocido (Felipe González).
Me estás llevando a recorrer las calles de Jerusalén, hace casi dos mil años... en aquel recorrido, mi Señor,... me estás llevando... ¿Hacia dónde vamos? ¿Tú supiste quién fuiste hace dos mil años, Carmen?
-No, mamá
-Nunca te reveló EL?...
-Yo me pregunto, porqué siento este sentimiento, hacia esa persona tan desconocida... al verlo (Felipe González).
- Sí, me está llevando... y veo una casa de piedra, cerca de... cerca de una plaza. Es una construcción sólida y sin embargo la construcción tiembla. Te veo a ti, con tu sonrisa de ahora, porque EL dice que todos los que estuvieron hace 2000 años junto a Su Hijo, están de retorno de vientre, en estos tiempos en esta venida tan anunciada y que EL dice, que está muy próxima. Te veo a tí, pero veo también, esa otra figura, la veo como un pastor, que tiene sus rebaños y que los lleva a la pradera. Que ahora los veo saltar, entre las piedras, subiendo por colinas. Y el pastor llega a tu casa, el pastor es anciano, pero es ágil a la vez. Y otra vez allí estás tú, aguardando a la puerta, para cuando regresa. La mesa está puesta. Adentro, iluminado, así, como acá, como está esto, ahora, pero se entiende que no había luz artificial, en aquel entonces, sino que era una lámpara. Pero ¿quién es? ¿Quién es? Es el mismo ser de ahora, es el mismo rostro de ahora, fue tu padre en la Antigüedad. Y ese pastor, ¿quién fue ese pastor?

Un pastor, hija bendita,
como desconocido, él fue,
por esto ahora, es distinto,
pero él le llevó corderos
al que nació en Belén.
Y tú lo acompañaste, alma mía,
a tu padre... y solía ser también para él,
como una corderita, que brincaba feliz,
aunque no sabía decir amén.
Amén



Montevideo, 16.03.85

CRISTINA HACE DOS MIL AÑOS: REBECA, HIJA DE PEDRO

¿Quién fuiste?, almita mía,
un ser de la antigüedad,
un ser que junto a Aquel que caminaba,
también tú, cuántas veces lo acompañabas...
y sufriste como una muerte, cuando lo viste taladras.
No te acercabas a El, también temor había en ti,
pero había tal sufrimiento que te sentías sucumbir.
mas luego de aquel momento, cuando comenzó a rugir
cuando todo se oscurecía, tapándote tu carita,
corrías sin mirar, donde tu pie, hija, ponías hasta caer exhausta,
y estuve también junto a ti.
¿Quién fuiste en la Antigüedad?
Un ser que lo acompañó,
estuviste junto a El, brindándole tu comprensión,
mas también preguntabas y preguntabas,
siempre en ti, hubo inquietud...
¿qué hacer? ¿qué pasa? Y cuál es la Alborada?
Y El te decía: después que me bajen de una Cruz...
"¡Ah, siempre con tus cosas!", le respondías...
Mi Señor, me estás mostrando todo, pero no me dices quién fue. Me estás mostrando todo, la veo tan cerca de El, .....
Tú te llamaste Rebeca,
si no te mencionan acá,
hay otras Escrituras, que mucho, mucho te nombran,
porque eras, como una hermana pequeña
que siempre, de su mano te prendías
y no te querías apartar.
Tu nombre fue Rebeca, hija de Pedro, mi bien,
aquel amigo tan grande,
que se llamó, su verdadero nombre, el de Simón.
Amén



Montevideo, 10.11.84

OMAR HACE DOS MIL AÑOS: JONATAN "VIVO ESTABA Y LO CONFIRMASTE"

Hace casi dos mil años ya, en aquellos tiempos, Omar,
estuviste tan cerca de mi hijo, que hasta lo pudiste en un momento,
con intensa fuerza abrazar.
Fuiste colaborador y en algo ... y ahora telo presentaré.
¿Recuerdas cuando se echaron las redes y las sacaron vacías, mi bien?
Estuviste en ese día, corriste para ayudar,
tantas veces después de entonces, junto a El también correteabas,
y te sentías feliz de poderlo ayudar
y al sacar entonces las redes, se rompían, recordarás.
Estuviste en aquellos tiempos y eras también de El
como un predilecto, porque eras un niño que sabías con alegría jugar.
Pero eras también diligente y aun siendo niño, te puedo mostrar
cómo ayudabas, arrastrando las redes, con unas fuerzas increíbles,
pero te hacías aún el más fuerte, porque te gustaba sentirte alabar,
y decían "pero si es chico", cómo puede transportar así,
y hacías más fuerte y yo te ayudaba, porque te veía feliz.
Te llamaste, Jonatan.
Ese hijo, tu nombre fue, fuiste hijo de pescador, y fuiste pescador también.
Y en el momento terrible, lloraste con amargura de niño y de hombre a la vez.
Y no sabías qué hacer. Te ocultabas en los bosques y mirando en lo alto
lo llamabas, mi bien.
¿Por qué no vienes, si yo sé que vivo estás?
¿Por qué no te asomas en alguna nube o por qué no sales de lo profundo del mar?
Lo buscabas y lo buscabas, así fue mi Jonatan.
Lo buscabas y lo buscabas....
pero lo pudiste encontrar.
Un día, tras una roca ahí se quedó por ti,
buscabas tu y buscabas, como quien a las escondidas hoy juega,
y El se sonreía, sabiendo que lo hallarías por fin.
Se dejaba buscar, y en un momento dado, con un... gruñidito especial,
que tu conocías ya de antemano.
Muchas veces jugando, se solía inclinar
y haciéndote ese gruñidito, que para tí siempre era familiar,
OOOhhhooo, así te hacía El, y en ese instante para no asustarte
OOOhhhooo, te volvió a hacer.
Y dijiste: Allí estás!
OOhhoo la respuesta fue.
Y corriste presuroso y de un salto a sus brazos, mi bien,
y decías: "yo sabía que vivías, que no podías haber muerto",
porque El no había muerto, vivo estaba y lo confirmaste también.
Y luego hubo otros encuentros y El a prepararte iba allí,
en esa roca, mi Jonatan, en esa.
Pero también tuviste un martirio en tu fin,
porque fuiste preparado directamente por El,
eso no quedó registrado en ningún libro sagrado, pero tú lo sabías muy bien.
Y llevaste la insignia del Cristianismo, el pez labrado en tus ropas,
pero ocultas, como todos los demás.
Y tú salías a recorrer las ciudades
y también ibas a predicar a las lanchas, junto al mar.
Pero llegó un momento,
un momento en el cual un hombre que tuvo que ser cruel,
arremetió con tal furia y supiste padecer por amor y por ser fiel.
Te hicieron cargar con maderos y encadenado y a recorrer,
caminos entre piedras y vericuetos,
hasta llegar luego a un circo despedazado por leones.
Así terminaste tu vida, pero siempre en alto tu fe.
Luego fueron otras vidas, hasta ahora llegar acá
y esta es la última venida.
Junto al Cristo, hijo, estarás, la última venida y luego cielo.
El cielo en su divinidad triunfal, así es,
te lo prometo y te lo cumplo como lo prometo,
como que soy padre Celestial.
Soy el Creador de todo, pero también en MI hay gran dolor.
Conocerás que por ser Padre y por aliviarlos, cuánto, hijito, sufro YO.
te encontrarás mi Omar muy pronto, en el conocimiento total.
Quién es, dónde se encuentra el Cristo,
dónde será levantado y dónde descenderá.
Cómo estarás con El y qué aporte tú brindarás.
El mundo de todos necesita y en tu ofrecimiento, mi bien,
fuiste fiel, fiel, hijo amado y supiste batallar por el bien.
Por lo tanto, mi Omar, no temas nunca,
ni sufrimientos tú podrás ver,
porque al sentir que otros están padeciendo,
lucharás para reconfortarlos y lo lograrás hijito.
Amén


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