Montevideo, 11/09/93


A LA MADRE DESPERTE


Por qué Paraguay. Carmen, Alegría. Haydée, Abrazos. Mirta, Esperanza.
Mi Señor, ahora esperamos en TI, mi Señor, y la Bendición para todo lo que tu vayas ofreciendo.

Abrazos, si bien en el cuerpo se agreden,
abrazándose, siempre mis hijos están.
El amor y la alegría como ese Canto Divino
en el que todos, como una maravillosa sinfonía,
unidos por fin se sentirán.
Tiempo del tiempo es éste, a nada se debe temer,
los abrazos serán tan fuertes,
que aunque no se puedan...

y veo como seres de acá con la China, pero veo que en otros momentos, los veo a ustedes con cara de chinitos y ellos con ojos redondos como dicen los japoneses, los veo en ese intercambio maravilloso.

Esa esperanza que reverdecerá en toda la Tierra,
esa Paz que en todo lugar se sellará,
la paz en cada corazón y ya nadie pensará:
aquél me está haciendo traición, sino,
¿me podrán perdonar? cuántas veces traicioné,
cuántas veces yo herí,
cuántas veces me dediqué a trabajar en la oscuridad
y ahora voy a censurar a aquél que me lo hace a mi,
debo decir gracias, así me sentiré también un poco en paz,
así podré sentir que yo también tengo que decir,
me puedes tu perdonar.
¡Adelante! que esa esperanza, esa alegría,
esos cantos, esos abrazos,
esta Tierra Nueva, alma mía, pronto sentirá,
desde lo profundo la renovación total.
No teman, si no soy juez, soy padre,
no soy el verdugo que mate a mis hijos,
soy el Dios, el que con amor en el Cielo los creó.
Y allá eran ángeles, si allá dejaron las alas
y las alitas están esperando,
si están aleteando, ya hace tiempo que se están moviendo,
juntos todos allá las dejaron,
y al mismo tiempo cada ser sus alas recibirá,
y volverán a ser los ángeles,
pero nadie dirá: yo me porté mejor que aquél,
sino habrá la felicidad de haber cumplido en todo y por todo,
tantas horas de trabajo en la misma intensidad,
si así quisieron,
pero YO no soy el capataz, no soy el jefe de una cuadrilla,
soy el que da, no el ejemplo, el que da de sí todo,
para poder aliviarlos,
y si tenían que trabajar diez horas,
los dejé sólo dos, nada más.
Y a veces, ni media hora,
el trabajo lo realicé porque YO soy vuestro Papá.
Bendigo, no solo vuestra consagración,
bendigo a cada ser como el trocito del pan
que desde el cielo se ofreció.

Señor, yo tomo el pan, como TU has hecho tantas veces y has dicho que cada uno es un trocito del Gran Pan del Cielo y que cada uno se ofreció a sentirse despedazar y venir a la Tierra para distribuirse. Y una vez estuvieron en un sitio y otra vez estuvieron en otro y TU has dicho que todos estuvieron en todas las partes de la Tierra y que han hablado todos los lenguajes de la Tierra y todos los gruñidos también. Me has mostrado cosas realmente tan maravillosas que no encuentro las palabras, mi Señor, a veces para presentarlas. Maravillosas y amargas, amargas porque TU me presentas la amargura de tus hijos, lo que han vivido, lo que han sufrido, pero también, ..... voy a decir, no te enojes, mi Señor, voy a emplear una palabra que TU dices que se va a transformar, TU dices que el orgullo se transforma en humildad, pero a veces te veo tan orgulloso de tus hijos, tan orgulloso! Tus hijos supieron cumplir, tus hijos supieron llegar hasta el final sin desfallecer, porque no me mostraste ninguno de los ángeles que dejaran el cuerpo y dijeran: bueno, ahora el Padre no me ve y me voy derechito al Cielo otra vez. No, quisieron quedarse acá. Y TU sabes cómo han sido.

No, no hay orgullo, dice EL, no hay orgullo en MI,
sólo la gratitud inmensa, y pronto cada uno podrá comprender,
y cuando los vea por fin sonreír, como he dicho,
YO también respeto las profecías,
pero el respetarlas no es decir, carguen ustedes, almas mías,
la llevo en MI para aliviarlos.
Soy un Papá, sí, soy el Ser que en el Cielo, al crearlos,
los hice con todo mi amor.
Allí fue vuestro primer nombre,
la música que aún acá no puede pronunciarse.
Y acá, a través de los tiempos
tuvieron todos los nombres,
han pasado por todo, no lo deben olvidar,
este es el último vestido, este cuerpo,
y pronto comienza la transformación total.
Transformación sí, comienzan a divinizarse los cuerpos,
semidivinos, porque la Tierra será el Paraíso Prometido,
la esperanza, el verdor en todo, una primavera
y verán a la Tierra como una alhaja maravillosa,
como piedras preciosas como lo son,
engarzadas en el oro puro del Cielo,
que el oro es la pureza, no es el material, no es su valor,
sino el otro valor, el de vuestra ofrenda,
el de vuestra consagración.
Así como bendigo cada migaja, cada partícula,
por pequeña que sea,
cómo no he de bendecirlos a ustedes, almas mías,
pero como digo siempre, no solo mi Bendición reciben,
sino la de la Madre, esa Paloma que se anunció,
esa Paloma que se transforma en la mujer, en la Madre,
que durante un tiempo largo durmió,
la dejamos durmiendo,
pero cuando dije:
en los últimos tiempos habrá muchas apariciones de la Madre,
porque a la Madre la desperté
y hay muchas apariciones de Ella,
se está presentando en distintas partes de la Tierra,
blanca, negra, chinita, de distintas maneras,
que sus hijos pueden ver.
Pero Ella, en muchos lugares se encuentra para acunarlos,
con esa ternura, como lo ha hecho allá también.

Mi Señor, cuando TU me dijiste cómo es que Ella no quiere corona, que no es reina sino que es la Mamá. Y cuando yo un día dije: cualquier día verán una de las apariciones con delantal, y cuando supimos que en un lugar de Italia, en Schio aparece de delantal, bien mamá. Y cuando la he visto trabajando, mi Señor, en su cocina, con su delantal roto, así, en una visión, su delantal rotito, pero Ella preparando el pan para todos sus hijitos. ¡Cuánta maravilla!

Cuánta maravilla y que pronto la vivirán,
porque tendrán la gracia plena,
cada uno, esté donde esté,
así de frente la podrá contemplar,
la podrá abrazar y se sentirá acunar.

Y ahí la estoy viendo, mi Señor. La veía como paloma, vi toda la transformación que TU presentabas, todos los días mostrando, ahora la vuelvo a ver como Paloma y comienza a crecer. Pero de pronto está parada, y qué cosa más extraña, nunca la había visto así, siempre hay sorpresas, la veo como un gran templo. La cabeza de paloma, como un gran templo, las alas desplegadas y de pronto comienza a transformarse en la Madre. ¿Por qué ahí como una torre era la cabeza? Pero de pronto el campanario. El campanario está ... ¿en qué? Siempre me mostraste que cada uno de tus hijos era un templo caminante y el campanario era el corazón llamando al amor, como una música maravillosa. Y me la estás mostrando ahora a Ella. ¿Por qué el campanario está acá y no acá?

Porque acá, es la Sinfonía musical
y acá es la campana que llama ya,
la campana que comienza a repiquetear
y que se siente en su tañido como un llamado,
como los pájaros también cuando tienen que acudir al nido.
Así, así la van a escuchar, en un tilin tilin tilán tilán,
tilín tilín, talán talán, tilín tilín, tolón tolón, tilín tilín, talán talán.
Y así, en un repiquetear de júbilo como diciendo:
hijos míos, termina el momento oscuro,
hijos míos, comienza la felicidad,
hijos míos, venid a mis alas que aquí YO los voy a acunar.

Y veo las alas como siempre. Pero hoy tienen otra forma distinta. Eran como un templo, de pronto las alas se ponen, no como los cimientos, pero están ahí, está suspendida en el aire, la Tierra está dentro de las alas, pero se congrega, todo el Universo se congrega ahí, dentro de sus alas. La Tierra deslumbra por la luz que irradia, otra vez, eso sí lo he vuelto a ver, el sol que se tapa los ojos, como diciendo: no puedo mirar, qué lindo, ahora me está iluminando a mi, a me encandila, me encandila!

Tanto será la luz de ustedes, almas mías,
el orgullo en ninguno jamás lo habrá.
Con humildad se ofrecieron, con humildad están,
pero la Tierra se sentirá renovar,
porque ustedes son la esperanza, la esperanza de tantos,
y en un sentido, el alma de todos sabe muy bien cada cometido,
pero son la esperanza en lo humano,
cuándo viene la paz, cuándo sentiremos amor,
cuántos sedientos de comprensión, de ternura,
de piedad, de un gramo de misericordia ...

Mi Señor, pero al decir ustedes, me muestras muchedumbres inmensas.

en ustedes lo hallarán.
Y ahora....

Y la señala
Paloma y Madre a la vez que arrulla a los hijos,
Y veo como el arrullo de la paloma, ahí está. Pero estoy viendo muchas manos y como hoy se pidió, Veo tus manos, mi Señor, multiplicadas, tus manos, las veo porque te veo como esfumado junto a cada hijo y tus manos en las manos de cada hijo. Pero al ver así, veo los otros, los otros ángeles con estos ángeles que se unen y se toman todos de la mano. Y ahora los veo como que comienzan todo a envolver, toda la Tierra cantando, cantando dichosos. Y cantan y la Madre les canta su arrorró. Los bendice como siempre en esa dulce y pequeña canción que yo nunca podré retransmitirla como es. Porque es tan maravillosa y yo, soy una pobre hurraca, mi Señor.
(Canto en lenguas).
Era maravilloso, era como pasearlos, pasearlos por el espacio y como diciéndoles:

¿Ven? nos acercamos,
ya estamos acercándonos a la otra parte,
y todo el Universo volverá a ser Cielo.
¿Ven? y es como la cajita de sorpresas.

Y así los iba mostrando.

Pero pronto tendrán la alegría
de tener todo lo que prometemos.

Y así, cubriéndolos con las manos, mientras los sostiene con las alas, cubriéndolos de pronto el ala también, veía las manos unidas, los veía de pronto alrededor de la Tierra, sentir toda esa potencia, toda esa fuerza, y nadie sentía orgullo, al contrario, sentían algo tan grande, tan grande y tan conmovedor a la vez, que los veía como si se estremecieran, como que se estremecían de emoción.

De emoción y felicidad,
lágrimas derramarán de emoción y felicidad,
sí hijos míos, y un nuevo canto de vuestras bocas se elevará.
Y la Tierra también se sentirá estremecer,
la Tierra, como Madre, como tantas veces mencioné,
la Madre que dará todos sus frutos,
porque la Madre que es la Tierra,
está por dar la gran Luz,
y ustedes con Ella la irradiarán a la vez.
Amén


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