autogestión vecinal
el laberinto de SalsipuedeS ENTRADA SEIS

Descubren su Música,

Matemática, Gramática

y Manejo Charrúa con la Luna

© por Rodolfo Porley (*)

Primera vez que se publica, como se hace en el Fascículo 6, un testimonio de algún descendiente directo de charrúas que describe el rito lunar del nacimiento y un rito de pubertad. Una señora jÓven, de profesión enfermera, con ascendencia charrúa por ambos padres se decidió con orgullo a compartir valores y usos que se habían mantenido en la reserva familiar. Se agregan otros testimonios coincidentes de descendientes.

Una Tercer Mirada Sueca,, propiamente contemporánea, nos describe matrimonios en ritos danzantes de luna llena y con el Arco de Tacuabé, en la tribu de los Lenguas en el Chaco argentino. Se refiere a los años veinte, cuando allí aún seguían exterminando a indios cuya semejanzas con los Charrúas, según lo destaca Bengt O. Everett en apuntes de l969. A propósito referimos los aportes de Sergio Sánchez en su flamante libro “Canaexé”, cuyo prólogo adelantáramos transcribiéndolo en la primer edición del Laberinto. Ahora citamos más completas referencias de que efectivamente los Charrúas eran una de las diez tribus, entre las cuales dichos Lenguas, y que convivían en esa región como en lo que sería luego Entre Ríos y Corrientes, desde mucho antes de la llegada de los españoles. Allí lograron refugio tras las persecuciones que siguieron al exterminio en Salsipuedes algunos de los charrúas sobrevivientes, cuyos descendientes fueron localizados por Sergio Sánchez.

Reflexiones de esta tercer Mirada Sueca sobre el manejo de un pensamiento matemático, nos dieron la pista por la cual llegamos a deducir que su álgebra se basaba en conjunto de cuatro elementos, al igual que tantas culturas indígenas indoamericanas, particularmente de los Pieles Rojas. El manejo básico del conjunto de cuatro y del círculo es una verdadera cosmovisión universal compartida por antiguas culturas africanas y asiáticas.

Repasamos el primer gran daño con imágenes prejuiciosas de los Charrúas universalizadas por Félix de Azara, quien entre otras cosas les negaba la capacidad d contar más allá de una docena. Ahora sabemos que lo hacían hasta Mil, y ¿por qué no más? El “Arco de Tacuabé”, referido en la primer edición del Laberinto, inesperadamente saltó de sus páginas aun frescas el mismo día de su publicación y se plasmó a la vera misma del Salsipuedes, participando en los fogones de homenaje en manos del músico indígena peruano Alejandro Vargas, acompañado de su esposa Mónica, descendiente de charrúas. Allí y luego en un teatro colmado en Paso de los Toros compartimos la primer Cantata Charrúa, que pronto resonó cual Grito desde El Adentro, el mismo Durazno.

Exponemos lo que nos ayudó a descubrir en vivo Alejandro y Mónica. Es un arco de fácil construcción y ejecución de intimidad, que muchos pueden oírlo si están al unísono. Esencialmente es un arco de bálsamo liberador que puede otorgar completa armonía para concentrarse y meditar. El Arco de Tacuabé posee numerosos hermanos en antiquísimas tradiciones amerindias, como también australiana, polinesias, malayas.

Inspirados en la música de tres conciertos: el de Salsipuedes, el de París con Tacuabé y sus hermanos cautivos y uno de ángeles ibéricos del año mil, brindamos en el Fascículo 6 nuestra visión de cómo se convocó al churrinche en que voló el espíritu de Senaqué, llamado desde París por un virtuoso de la flauta que había podido convocar a un ruiseñor.

Compartimos lo que extrajimos de las crónicas de 1833 sobre el concierto montado en la “Ciudad Luz” para exponer a Senaqué, el sabio hombre de medicina charrúa, junto al cacique Vaimaca, Tacuabé y Guyunusa. Referimos la sorpresa de aquellos “científicos” racistas y como surgieron las primeras críticas, aceleradas cuando Senaqué fue el primero que “se dejó morir” inmediatamente después de ese concierto y creemos que en relación a él. Enseguida de ser empujado a la muerte y creemos que secretamente hasta hoy lo siguen observando por dentro y fuera. Referimos, aunque Usted no lo crea, las conclusiones “científicas”.

Brindamos el perfil más completo que logramos del sabio chaman de los Charrúa que había sido médico de Artigas. Repasamos tradiciones superiores a los 50 mil años del chamanismo, comunes en la mayoría de las culturas originarias en todo el planeta y las que nos llegan atesoradas por ancianos y tradición oral, desde los Pieles Rojas a descendientes de charrúas. Las piedras, en particular el cuarzo, las pinturas, las plantas medicinales, la espiritualidad lunar, el pájaro, el perro, el ayuno hacia estados trascendentes de conciencia desde las cumbres de la mayoría de nuestros cerros, son algunos de los elementos que encontramos gracias a un churrinche que voló más lejos y más tiempo que un ruiseñor.

Quizá se posó en algunas de las bochas graníticas muy especiales que en nuestros campos dan una sonoridad idéntica a las mejores campanas cuando se les aplica un percutor. Damos cuenta, como cierre de Entrada Seis, de estas “Piedras Campanas” existentes en los antiguos dominios del “Complejo Charrúa” y las culturas que los pudieron anteceder, como en otros continentes donde han sido usadas ritualmente por culturas indígenas.

Fomentamos la polémica franca y pública con enfoques que presentan a los charrúas vistos como mito, pretendidamente “cazadores insignificantes exterminados por agricultores”, o como indígenas que no tuvieron (como en cambio sostenemos argumentadamente) una excepción al cuadro general de la conquista: fueron afectados por una inevitable aculturación y pérdida de alguna de sus mas valiosas cualidades, sostiene los recientes trabajos. De hecho se los descalifica y empareja al nivel de los escuadrones del ejército gubernamental riverista que consumó el exterminio con la triste integración descendientes de tapes y otras culturas que habían sufrido siglos de directos procesos de cristianización colonizadora.

(*) Rodolfo Porley: 1946, Durazno, Uruguay.- Inició a los 17 años su oficio de comunicador, pasando por varios medios periodisticos del Uruguay y extranjeros. La investigación y difusión sobre los charrúas fue publicada en varios fascículos del Laberinto de Salsipuedes por el diario La República de Montevideo.

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Edición Internet 1998: Guillermo Font


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