"¿No son y han sido los hombres los que, en mayor proporción torturan, matan, pelean, forman organizaciones terroristas o estable- cen campos de concentración? ¿No es la violación sexual a hombres y mujeres, a niños y niñas, un delito típicamente masculino? ¿Por qué entonces ofenderse por el dato de que son muchos más los hombres que golpean y matan a sus esposas que la situación inversa? Esta es una realidad a describir y a solucionar, y no una bandera de lucha contra los hombres en particular. Por lo menos este trabajo no está destinado a eso." "Existe, sí, una pequeña proporción de hombres golpeados, agredidos o sometidos por sus compañeras. Sobre todo si son muy mayores, enfermos o con una gran diferencia de edad respecto de su esposa. Pero la cifra es ínfima si la comparamos con la cantidad de mujeres y niños maltratados por hombres." "En ningún lugar del mundo los hombres se agruparon en movi- mientos masculinos para denunciar el maltrato al que los sometían sus esposas, ni se formaron grupos de ayuda mutua para maridos castiga- dos físicamente, ni se han organizado barrios enteros para la defensa colectiva frente a la violencia femenina, ni han tenido que crearse instituciones, ni instalar refugios; ni otorgar subsidios para investiga- ción y asistencia del flagelo; ni formular políticas o legislaciones; ni campañas de prevención; ni se han hecho folletos, ni afiches, ni publi- caciones, ni películas, ni videos, ni programas de televisión dedicados a la protección de los hombres maltrtados; ni las Naciones Unidas han tenido que expedirse con resoluciones específicas y con pedidos urgentes a los Estados miembros para que se sumen a la campaña de prevención y asistencia a las víctimas de la violencia originada por mujeres." "En cambio todo ello y mucho más ha tenido que realizarse en favor de la vida y la preservación física y psicológica de mujeres y ni- ños." Hasta aquí, lo que dice Graciela Ferreira.