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La popularidad de la
telenovela, teleteatro o culebrón es un hecho inevitable que sigue castigando la
comprensión de los "más entendidos y "más cultos". La popularidad y el
éxito no descansan en la telenovela en sí, sino en una tradición que empieza 2500 años
atrás, con la tragedia griega y que llega al siglo XXI con un poco más de maquillaje,
experiencia y producción.
Con esa vieja receta, las
telenovelas son capaces de paralizar un país, traspasar enormes barreras culturales como
si fueran aire, y hacer contener el aliento ruso y japonés con un culebrón de factura
brasileña o mexicana.
La novela por entregas
antecede al radioteatro y éste a la telenovela. Pero todas las formas respetan las mismas
reglas. Si bien la tragedia griega no se daba por entregas, consistía en tres piezas
diferentes que se conocen como "trilogía" acercándola a lo que hoy es la
miniserie, pero con la enorme diferencia de que la telenovela conduce al triunfo del
héroe trágico y no a su destrucción. Hoy no es bueno que María Fernanda muera en el
último capítulo, o ver a sus "amitos" arrancarse los ojos antes de caer el
telón.
Temáticamente
la telenovela echa mano a la larga experiencia de la humanidad en entretener con
lágrimas. El romanticismo es su base indiscutible, y los cuentos de hadas el
argumento infaltable, donde Cenicienta posiblemente sea quien lleva los mayores éxitos.
El desconocimiento de los vínculos familiares es una condición. La joven protagonista,
muchas veces empleada doméstica, desconoce, al igual que Edipo, su condición de noble.
Los pobres son ricos y los ricos pobres, los hermanos no lo son y los vecinos, hermanos.
Lo que Aristóteles llamó "anagnórisis" (reconocimiento) como el momento más
importante de la tragedia, donde el protagonista se reconoce a sí mismo, o dicho de otra
forma, se da cuenta de lo que pasa, es sin duda el clímax del culebrón. Ese instante es
el que lleva a la resolución de la situación; en el caso griego a la destrucción y en
el caso telenovela al momento de liberación y triunfo de las fuerzas del bien. Que todo
sea para bien.
Alicia Dogliotti para
Chasque
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