Serie: La Responsabilidad (XXXIII)

La mujer, ¿protagonista u objeto?

María Luisa Pfeiffer

El cambio biotecnológico es hijo dilecto de la ciencia moderna cuyo motor fundamental fue instrumental. Las metáforas con que podemos identificar a la biotecnología son la máquina, el experimento, el mercado. Lo que se ha dado en llamar la razón científico-técnica tiene un aspecto totalizador, dominante, teórico, en cuanto se empeña en su propia autoafirmación y el dominio de la naturaleza.

Lo humano opera allí como ratio homogeneizadora y eliminadora de lo heterogéneo. Pero esa totalización no es realizada como para el griego, en función de una ubicación en el cosmos sino que tiene carácter instrumental, la ciencia cumple con su cometido en la medida en que sea eficiente.

En la práctica esto significa precisamente que hay una teoría y una praxis y que la ciencia debe estar del lado de la praxis, debe ser pragmática y para ello convertir toda realidad en objeto. El sujeto es alienado al mismo tiempo que se aliena en la razón científica, se extraña de todo lo que no sea referencia a la totalización del mundo en vistas a cambiarlo.

De este modo la ciencia pasa a ser rectora en un mundo que perdió toda referencia al misterio. Toda obra adquiere carácter de tal cuando pasa por la mano del hombre, cuando se hace cultura, los cuerpos pierden su carácter de humano y pasan a ser obras de arte, de estudio o de explotación; la ciencia deja de ser sabiduría para convertirse en investigación, más aún en empresa investigadora al servicio de una técnica maquinista.(1) El mundo finalmente se confunde con la imagen que tenemos de él y es ésta la que prepondera. La biotecnología es parte de este proceso en que la imaginación lleva la bandera y cuyo motor es muy difícil de identificar: ¿es el deseo? ¿es el poder? ¿es la ambición? ¿es el espíritu o la historia?

Lugar de la naturaleza

Si la naturaleza fue durante siglos la rectora de la conducta humana, es evidente que pierde cada vez más su cetro, la prueba es que la biología y la tecnología que la acompaña dejaron hace mucho de ser reparadoras para ser inventoras de nuevas realidades.

Toda técnica científica tiene un sujeto operador y un objeto sobre el que opera, en el caso de la biotecnología, el objeto es la "vida". Sin embargo vida es un concepto muy amplio, es una de las totalizaciones a que la razón científica nos tiene acostumbrados y nos hace perder de vista que la vida pertenece siempre a un ser vivo.

Si seguimos este hilo conductor del pensamiento hallamos que el "objeto" de la biotecnología son los sujetos portadores de la vida: son hombres, mujeres, niños, ancianos, enfermos, sanos… Una de las premisas con que trabaja la ciencia es la eficiencia, otra es la de comportarse como una empresa al decir de Heidegger. La ciencia no persigue la erudición sino la realización de lo que descubre, un resultado para poder ser "utilizado". El objeto de la ciencia es un "útil" y como tal debe ser manipulado hasta obtener resultados de él. Además, esta manipulación debe ser eficiente, vale decir que no puede ser ocasional sino que debe ser programada para ser repetida a fin de que realmente pueda ser usada para obtener algo más allá de ella.(2) La ratio científica, reduce los objetos que concibe a algo "repetible", intercambiable, su modelo es la mercancía.

Se ha dicho que la mujer es la gran protagonista de este siglo. Mainetti va más allá y afirma que este protagonismo define al fenómeno cultural, al movimiento social y al estilo intelectual que llamamos bioética, no solo porque la revolución biológica que comenzó siendo contraceptiva en los años 60 y reproductiva en los años 80, tiene como signo fundamental la disociación entre sexualidad y procreación y como protagonista principal el cuerpo femenino(3), sino porque son muchas las mujeres que investigan esta problemática. Termina sus observaciones asegurando que este siglo es el de la revolución de Galatea.

Mi pregunta es ¿cuál es el protagonismo de la mujer al nivel científico? ¿no se ha convertido acaso en el "lugar" de la experimentación? ¿en el objeto de la tecnociencia? más que en el sujeto impulsor de ésta. Para reflexionar sobre esta pregunta, voy a considerar las investigaciones que se hacen en el campo de la fecundación asistida, ¿qué es lo que la ciencia está manipulando eficientemente en este tipo de técnicas? No solo voy a referirme a ella por ser una de las prácticas más prestigiosas en la actualidad, sino porque creo que como técnica es paradigmática de la ratio científica donde la mujer no es sujeto sino objeto de manipulación.

Licitud de la manipulación técnica

Para ello plantearé preguntas que atañen tanto a lo específicamente biológico como a lo ético involucrado en esta técnica, y que no siempre tienen respuesta:

Sabemos que una de las condiciones de la efectividad de esta práctica es la estimulación ovárica, ¿tiene plena conciencia la mujer de los "efectos no deseados" de la estimulación ovárica múltiple sobre su salud, como disturbios hormonales y endocrinológicos? ¿Está informada que esta estimulación se realiza para hacer a la práctica más rápida, más barata y asegurarse mayor éxito en el resultado?

¿Es lícito experimentar sobre el cuerpo femenino una técnica probada pero cuyos efectos aún no han sido probados? ¿O es que el éxito hace lícita una práctica? ¿Y cuál es la medida del éxito?

¿Hasta qué punto esta técnica no plantea la gestación como un proceso mecánico en que la maternidad es segmentada en secuencias extrañas? ¿Genera la liberación del proceso de gestación del acto sexual nuevas posibilidades de libertad? ¿O se trata más bien de la necesaria sujeción a los sistemas expertos que nos propone nuestra época?

¿Desde dónde y para qué fueron pensadas estas técnicas? ¿Hasta qué punto liberan a la que se somete a ellas? ¿no la hacen más bien objeto de manipulación y control?

¿Cómo afectan al estatus económico, social, y a la salud de los usuarios?

¿Posibilitan algún cambio social, benefician de alguna manera al cuerpo social? ¿No originan ningún tipo de discriminación, tensión, conflicto adicional?

¿Cómo actúan los imaginarios sobre la elección de estas prácticas, como por ejemplo la ley antiquísima por la que la mujer infértil debe ser repudiada por ser la infertilidad un castigo divino? ¿Se ha estudiado acaso el nivel de culpabilidad que empuja a una mujer a aceptar estas prácticas? ¿Es tener un hijo una "necesidad biológica", proveniente del instinto primario de reproducción de la especie o éste es otro imaginario más?

¿Cómo podemos predicar que estas prácticas restablecen el orden natural cuando éste supone que la concepción provenga de un acto sexual?

¿Cuál es su impacto en el orden simbólico y social, ya que al poner en cuestión fundamentos éticos, jurídicos, filosóficos y culturales, cuestionan la maternidad y la paternidad? ¿No debemos considerar experimental una práctica que no solo no es segura médicamente sino que no ha alcanzado un lugar simbólico?(4) ¿Cuál es la razón de ser de la madre si la gestación extrauterina es de mayor eficacia operativa?

¿Cuál es la situación psicológica de la mujer sometida a los numerosos abortos que implican los sucesivos fracasos cuando el tratamiento no da resultado, teniendo en cuenta lo que significa en estos casos un aborto? ¿Cuántos abortos serán necesarios para que la práctica mejore sus rendimientos?

El consentimiento informado implica que los médicos deben dar información a los pacientes sobre los riesgos importantes, además de las alternativas posibles al procedimiento, ¿es informada la mujer de que se trata de procedimientos experimentales, de los riesgos que corre, de las auténticas posibilidades de éxito, de las alternativas que le ofrece la sociedad? ¿No sería preciso que el consentimiento informado que firman los futuros padres advirtiera que se trata de una técnica aún experimental cuyos resultados serán evaluados dentro de 20 o 30 años cuando sus hijos sean adultos? ¿No tendrían que saber que no existen porcentajes de éxito fidedignos según fue reconocido por la OMS? ¿Que esta misma organización, en un informe a cargo del Dr. Marsdan Wagner, calificó a la práctica como "experimental, invasiva, costosa y que involucra serios riesgos para la salud física y mental de las mujeres"? Si bien es ético experimentar sobre aquellos que aceptan ser sujetos de experimentación, no lo es presentar un experimento como una práctica probada científicamente.

¿Vientre o persona?

¿El lícito alquilar un vientre? ¿En qué se diferencia un vientre de una persona? Podríamos preguntar entonces ¿es lícito alquilar una persona? Y si es lícito hacerlo para procrear ¿por qué no lo sería para causar placer como en el caso de la prostitución?

¿Hasta qué punto se tiene en cuenta en la decisión del tratamiento la vulnerabilidad a que son expuestas las mujeres que se someten a él? En algunos institutos no se realiza la práctica antes de que hayan transcurrido dos años desde la primera consulta. ¿Podríamos asegurar que esos dos años en que la pareja se somete a todas las pruebas biológicas para determinar su grado de infertilidad, disminuyen el estado de angustia y ansiedad que impide una evaluación crítica de los riesgos, o más bien lo estimulan? Nadie se pregunta de dónde proviene en una pareja la "necesidad" de tener hijos ni cuánto influye en el comenzar y seguir a ultranza uno o varios tratamientos la fascinación técnica que opera tanto en el paciente como en el médico.

¿Es realmente el deseo de paternidad y el dolor de muchas parejas lo que promueve estas prácticas? ¿No será que, como acota la OMS, la proliferación de estos servicios está relacionada más con los intereses de los proveedores que con una planificación racional basada en las necesidades de la población? ¿A qué intereses responde esta tecnología? ¿son individuales o sociales, científicos, económicos o políticos?

¿No será ingenuo aceptar los argumentos que ven únicamente en el deseo del hijo las justificaciones que legitiman el surgimiento y aplicación de estas técnicas? ¿No estará siendo usada la mujer como objeto de experimentos bio-tecnológicos para obtener un control demográfico, apoyado no tanto en la cantidad como en la "calidad humana".(5)

Recordemos que para la implantación del embrión se tienen en cuenta criterios de exclusión que incluyen por ahora el estado civil y el estatus económico de los postulantes. Si ensayamos las respuestas a estas preguntas, aunque sea provisoriamente, podremos establecer el lugar que ocupa hoy la mujer en relación con la biotecnología.

Referencias

1. Cf. Heidegger, M., Sendas Perdidas, Losada, Buenos Aires, 1980.

2. ¿Qué es lo que obtiene por ejemplo la fecundación asistida? ¿la solución para los padres infértiles?, ¿la resolución de un drama social?, ¿dinero?, ¿poder?, ¿fama?

3. Cf. Mainetti, José A., Bioéticas. Quirón, La Plata, 1997, cap. "Ginetoética".

4. Cf. Informe de la OMS.

5. Ese es el sueño de la biología especialmente de la genética, Joseph Fletcher, (Ética del control genético. La Aurora, Buenos Aires, 1978) da por descontado que "Cuando, finalmente, la cirugía y la terapia genéticas alcancen los objetivos ya fijados, controlaremos la calidad de los lactantes que estén por nacer, incluso antes de la concepción" (p. 34). En la misma dirección critica a Freud quien pensaba que el progreso no tenía sentido si no nos permitía tener mayor cantidad de niños, "si se hubiera referido a la calidad de los niños y no a la cantidad, podríamos tomarlo con más seriedad" (p. 43).

 

La Responsabilidad

Artículos publicados en esta serie:

(I) ¿Etica o etiqueta médica? (Jaime Landmann, Nº90)
(II) Responsabilidad médica (Humberto Casarotti, Nº 91)
(III) Psicoterapia: derechos y obligaciones (Ma. Lucrecia Rovaletti, Nº92/93)
(IV) La Bioética (Ma. Teresa Rotondo, Nº94)
(V) Soborno: una eterna seducción (John T. Nooman, Jr., Nº 95)
(VI) El dilema de una psiquiatra (Lise van Susteren, Nº 96)
(VII) ¿Por qué (no) abstenerse? (Saúl Paciuk, Nº 98)
(VIII) Los laberintos legales (Lise Van Susteren, Nº 99)
(IX) Psicoética (Omar Franca Tarragó, Nº 102)
(X) La venta de órganos humanos (Luiz da Silva, Nº111)
(XI) Democracia y corrupción (Bernardino Bravo Lira, Nº114)
(XII) Etica y Política (Rodrigo Atria, Nº121)
(XIII) Fundamento de la eticidad (Aída Aisenson Kogan, Nº 123)
(XIV) La relación Médico/Paciente (José Portillo, Nº 132)
(XV) Las condiciones de la Salud ( Norberto S. Baranchuk Nº.136)
(XVI) El discurso médico ( José Portillo, Nº 137)
(XVII) Eutanasia en niños (Sergio Cecchetto, Nº 139)
(XVIII) Fecundación asistida (Lidia A. de Cúneo, Nº 140/41)
(XIX) Calidad de vida ¿valor bioético? (Yubarandt Bespali, Nº142)
(XX) Un análisis feminista, Técnicas genéticas y de fertilización asistida (Cindy de Witt Nº 143)
(XXI) El cuerpo de la ley (L. Achili Nº144)
(XXII)
"Relaciones peligrosas"… y dañosas (Yubarandt Bespali, Nº 145)
(XXIII)
Etica y salud pública (José Portillo, Nº 146)
(XXIV)
Fecundación médica asistida, Técnica y valores (Patricia Digilio, Nº149)
(XXV)
Política social en el sector salud. De la utopía ilustrada al cuestionamiento público (Sergio Cecchetto, Nº 150)
(XXVI)
Responsabilidad política y reponsabilidad penal (Luis María Díez-Picazo, Nº 154)
(XXVII)
Los valores, ¿de qué lado de la frontera? (Saúl Paciuk, Nº 157)
(XXVIII) Inocencia de la ciencia (María Luisa Pfeiffer, Nº 158)
(XXIX) Consentimiento informado en neonatales (S. Cecchetto-B. Valzacchi, Nº 162)
(XXX) Médicos y Empresas. Influencias CIentíficas vs. Comerciales. (José Portillo, Nº 169)
(XXXI) La ley, y la trampa. (Mario Heler, Nº 171)
(XXXII) Responsabilidad cósmica (María Lucrecia Rovaletti, Nº 176/77)

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