CAPITULO 6 :

PRODIGIOS Y MILAGROS.

 
 
Los milagros en los Evangelios son señales de la presencia misericordiosa de Dios.
Ellos nos dicen que nunca estamos solos y que Su Mano Poderosa y Su Amor nos
sostienen.

Los milagros son parte esencial en los cuatros evangelios.
Si se “podan” las narraciones milagrosas, los evangelios se desvanecen, como si de una pintura eliminamos los colores.

Hace unos pocos años, los milagros tenían muy mala prensa y eran señal de ignorancia y carencia de espíritu científico. En la última década del siglo XX, todo cambió y la sociedad se ha vuelto enfermizamente milagrera.  

 
 
 
 

Al Tentador le encanta todo tipo de apariciones, creencias, brujerías, cábalas, milagros, exorcismos, posesiones, mediums, sortilegios, cartas, copas que se mueven solas, lecturas de las manos, etc.

El Tentador cree que a los humanos hay que mantenerlos en un endémico estado de estupidez, en beneficio de la paz y
de los negocios.

Jesús en el desierto le jugó una mala pasada que nunca se la perdonaría. Por un lado se negó a hacer milagros como él le proponía y por otro lado durante su vida pública se presenta como médico y taumaturgo.

Al Tentador los milagros de Jesús lo ponen histérico, porque el Maestro los transforma de una manera tal, que se vuelven excelentes instrumentos para hacer libre y conciente al pueblo.

Este ámbito cultural, que alguno dominan “New Age”, en lo que se refiere a creencias tiene un curioso parecido con los primeros siglos del cristianismo, y nos permite comprender la sobriedad de los evangelios en lo que respeta a los milagros. Los evangelios narran milagros, pero no son “milagreros”.

Los evangelios cuentan prodigios que tienen características diferentes:

Los milagros de curaciones, como el caso de la suegra de Pedro.

Los milagros de naturaleza, como la multiplicación de los panes y los peces,

Los milagros de resurrecciones,
 como Lázaro y

Los milagros de exorcismos, cuando Jesús expulsa a diversos tipos de demonios.

El Milagro por excelencia es la resurrección de Jesús y su presencia entre nosotros hasta el fin de los tiempos.

Jesús nacido al llegar la plenitud de los tiempos, es un ser humano
 con la energía del Espíritu.
Junto a Jesús se producen acontecimientos sorprendentes que el creyente interpreta como señales de la acción salvadora-liberadora de Dios.

 

El poder de hacer milagros, o sea de realizar
acontecimientos sorprendentes, Jesús lo
comunica a sus discípulos de todos los tiempos.

 

   

Pero aquel que ama, la realidad se comporta de
forma diferente. Los vecinos, el trabajo diario,
la psiquis.

Aquel que ama genera posibilidades nuevas
y vive un mundo distinto. No es magia,
no  es fantasía, no son ensoñaciones...

A este universo diferente los Evangelistas
lo expresan de diversas maneras. Una de
ellas son los prodigios, los exorcismos,
los milagros. Y cada uno de los cuatro
Evangelistas  lo muestra desde ángulos
diferentes, pero siempre es la misma realidad.

Para Marcos, esa fuerza, energía," dynamis",
viene del Reino.
Para Mateo nace del mismo Jesús.
Para Lucas son las huellas de la presencia
de Dios.
Para Juan son signos que nos hacen tomar
conciencia que ya llegaron los
Tiempos Nuevos.

Al llegar los tiempos nuevos el mundo cambia.

Los milagros nos permiten afianzar la Fe
y reconocer que la fuerza de Dios
y su amor están con nosotros.

Es interesante ver cómo Jesús algunas veces no puede hacer esos hechos sorprendentes que llamamos milagros o prodigios.
 La razón de esta impotencia del Maestro es la falta de Fe de los interesados.
Cuando Jesús va a Nazaret su pueblo,
 el evangelista San Marcos cuenta que
 “no pudo hacer ningún milagro fuera de curar
 a unos pocos enfermos imponiéndoles las manos.
 Y él se asombraba de su falta de Fe”.

Si no hay Fe, el milagro no brota de las manos de Jesús.
 El Tentador en el desierto le propuso a Jesús una propaganda más agresiva.
 Los milagros espectaculares se imponían por sí solos, sin ninguna participación
de los interesados.
 Pero esa propaganda es diabólica,
 anula la libertad y convierte
a los humanos en muñecos manejados
 por los diversos poderes de este mundo. Por eso la respuesta libre de la Fe hace posible los milagros.
 Y la ausencia de ésta, detiene
 la obra del Señor.

Es el Evangelio de Marcos quien
señala con mayor nitidez esta impotencia
de Jesús cuando la gente,
como en el caso de la aldea que lo vio crecer, Nazaret, no quiere aceptar los
cambios de los tiempos nuevos.

 


 
  • Relee algún milagro de Jesús en el Evangelio.
  • Busca qué tiene de particular ese milagro.
  • ¿Qué exige o pide o tiene en cuenta Jesús
     de la o las personas a quienes les hace el milagro?
  • ¿Qué nos dice a nosotros hoy ese milagro?.

 

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