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Caracteristicas de la población 

En nuestro trabajo a lo largo de los últimos años, encontramos que uno de los obstáculos que hace más difícil la inserción social de éstos adolescentes es la actitud de desconfianza de la sociedad frente a ellos. Esta discriminación y marginación que sufren los impulsa a reincidir por ejemplo en delincuencia, droga, etc.; modo en que expresan su conflictividad e intentan solucionarla. 
 
Con madres compartimos preocupaciones y sueños desde cada hogar. 
Defendemos la autoestima.
Desde una perspectiva psicológica, observamos en estos adolescentes una mala resolución de relaciones objetales, del conflicto edípico, de la formación del super Yo y de integración familiar, agregándosele los problemas sociales que interfieren su desarrollo. Vemos en algunos la negación de todo aquello que signifique crecimiento, individualización y personificación; poseen un sentimiento de fracaso provocado por la vivencia de situaciones que no consiguen superar, lo que los enfrenta a sentimientos de culpa que intentan superar por otras vías que no siempre son sanas. Generalmente observamos un Yo débil e inseguro proveniente de su situación, en donde el fracaso es una constante. Es por eso que buscan compensar sus sentimientos de inferioridad y de marginación actuando en cosas ilegales, prohibidas, o sea todo aquello que supone riesgo y que, en definitiva, los hace sentir compensados ante la falta de éxito y reforzar así su Yo. 

Muchos de ellos presentan rebeldías, que si bien son típicas  para la edad, en estos sectores se acrecientan, llegando transgredir las normas, pero en una forma tal que inutilizan el pensamiento y la acción que les permitirían luchar contra las injusticias. 
Esto hacen que caigan, a veces, en un conformismo pasivo que nos resulta difícil romper. 

 
Casa humilde en el Barrio Borro.
Sus vidas están carentes de metas y objetivos a mediano y largo plazo,  pues no tienen muchas posibilidades de elección. Si desean trabajar, no hay puestos laborales, si desean estudiar, no tienen los medios necesarios para hacerlo; en general no pueden asumir todo lo que sea a largo plazo, perdiendo así el poco entusiasmo que ponen y que a la vez no se refuerza desde el hogar. Esta situación los lleva a desconfiar del mundo adulto y a agruparse entre sí para compartir juntos el descontento. Al no visualizar posibilidades de realización, se hunden en el desinterés por todo.   Es así que eluden responsabilidades, y las sustituyen por formas de satisfacción momentánea y sin dificultades. 

Sus familias no establecen vínculos en donde los adolescentes puedan comunicarse, por lo que, „el grupo" les da sentimiento de poder y de pertenencia, lo que les permite hacer el proceso de socialización pues el adolescente siente que es protagonista de algo, se siente más importante y más seguro frente al adulto. Se sienten solos, desatendidos y extraños en su propia familia, con la que comparten el techo y poco tiempo, lo demás se vive en el grupo. 

Vivencian el poco interés que despiertan sus logros entre sus padres y la escasa valoración que hacen de sus íntimas aspiraciones, que incluso son vividas por sus padres como una desautorización  de su modo de  vida. Solo reciben control y prohibición desde el hogar, lo que inhabilita el diálogo posible, surgiendo crisis que estallan en forma violenta. 

Para las adolescentes es más difícil sobrellevar esta situación, porque son mucho menos valoradas. Lo que se espera de ellas es que se hagan cargo de sus hermanos y sobrinos menores, que limpien y cuiden la casa, es decir: que ayuden en las tareas que todos creen que les corresponde a las mujeres. No se estimula el crecimiento personal desde ningún aspecto; no se las prepara en temas básicos para la vida, pues sus madres tampoco han recibido ésta información. El sentimiento de desvalorización que las madres tienen, lo proyectan en su „creación", las hijas, como forma de evitar la angustia que esto les genera. 
 
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cambio último: 1.11.1998