Artículos de Opinión


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ARTÍCULOS DE OPINIÓN

El problema social del aborto, un asunto de intolerancia - Lilián Abracinskas
El aborto en Uruguay, un servicio público en la clandestinidad. - Rafaél Sanseviero
Aborto: Territorio femenino; discurso masculino - Susana Rostagnol
O Debate sobre o aborto: agenda feminista, mídia e opinião pública - Sonia Correa

 

 

 

 

 

 

 

ABORTO:
Territorio femenino; discurso masculino

Susana Rostagnol *
susanar@internet.com.uy

¿Qué es el aborto? ¿Qué otras cosas están implicadas en él, qué aspectos de nuestro orden social se está poniendo en juego, qué resortes del poder estamos tocando? En este artículo se pretende mostrar como los lugares socialmente asignados a lo femenino y a lo masculino, y a la relación de dominación-subordinación que signa las relaciones de género, definen no sólo las prácticas en torno al aborto, sino –y fundamentalmente- las representaciones y discursos correspondientes.

Una disputa política que se dirime sobre la vida de las mujeres

El aborto ha sido tema de numerosos debates, entre ellos cabe destacar el juicio Roe v. Wade (22 de enero de 1973) donde el aborto pasa de crimen estatal a derecho constitucional federalmente garantizado, marcando un hito en la historia de la legalización del aborto en los Estados Unidos de América.

En la última década se llevaron a cabo encendidas discusiones en torno al aborto en la Conferencia de Población y Desarrollo que Naciones Unidas realizara en El Cairo en 1994, allí se enfrentaron posturas progresistas y fundamentalistas, representadas estas últimas por el Vaticano y los países musulmanes; enfrentamientos que se reiteraron al año siguiente en la IV Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing.

Tanto alboroto en torno a un tema que pertenece a la esfera privada de la mujer, o la pareja o la familia, evidencia que el aborto es un tema público y político.

Las razones por las que una mujer decide interrumpir su embarazo son específicas en cada caso; y diferente de todos los demás. Lo común a todos los casos es que no se trata de una decisión ligera. En países como el nuestro, donde el aborto se practica en la clandestinidad, de manera insegura para muchas mujeres -especialmente las pobres- la decisión implica arriesgar la propia vida. Las mujeres lo saben, y la arriesgan (en lo que va del año hay registradas ocho muertes por aborto). Sus principios morales y religiosos, los afectos, su autoestima, el miedo a actuar en la clandestinidad son algunos de los territorios por lo que debe atravesar una mujer al decidir interrumplir un embarazo.

El mandato social

Existen otros, tal vez menos visibles incluso para ella misma, pero cuya incidencia es determinante, justamente por pasar desapercibidos. En nuestra cultura la maternidad es considerada un "destino" para toda mujer, al punto que con frecuencia ésta se legitima socialmente a través de su maternidad. Recordemos el drama de Yerma o el repudio del Sha de Irán a la princesa Soraya por su esterilidad. Hace ya 50 años Simone de Beauvoir argumentaba sobre la idea de que los hombres trascienden la naturaleza, mientras que las mujeres la acompañan. Las mujeres dan la vida –acto natural-, los hombres la quitan –acto cultural. Esta misma idea rige la noción producción/reproducción; la producción implica trabajo, transformación de la naturaleza, asimilado a lo masculino; la reproducción, asociada a lo femenino, es el acompañamiento a la naturaleza.

Abortando la mujer subvierte el orden, está trascendiendo la naturaleza; está haciendo algo que, en el plano simbólico, está fuera de lugar. Cháneton y Oberti lo expresan de manera elocuente: "Este es el monstruo, la que no quiere ser madre. El crimen consiste en pretender atravesar los límites de lo humano. La humanidad de la mujer está permanentemente puesta en cuestión, entonces ella adquiere el estatuto "humano" cuando se hace madre."1

En nuestras leyes es posible encontrar resquicios (teóricos) para la interrupción del embarazo en casos de peligro de vida para la madre o si se prueba que es el resultado de una violación. En ninguno de ellos es la mujer quien puede decidir. La mujer (sujeto pasivo) aparece dando el consentimiento. Justamente lo contrario de una mujer que decide. El mandato social no censura tanto la interrupción del embarazo sino que sea la mujer quien lo decida, porque no son sujetos legitimados socialmente para tomar la decisión de interrumpir su propio embarazo. El cuerpo, la sexualidad de la mujer es tratado como asunto público, no le pertenece a ella sino a su familia: la sexualidad de las mujeres es el indicador de la honra familiar/masculina2, es decir la mujer no existe en tanto persona, sujeto, sino sólo en tanto "término de parentesco": la señora de, la madre de, la hija de. Lo que se le está negando es la posibilidad de autonomía.

Hasta ahora veníamos definiendo el aborto como interrupción del embarazo, también se lo define como la muerte del feto/ser vivo/persona/persona en potencia. La línea argumentativa a partir de esta segunda definición nos conduce entonces al tema de la vida y la muerte; o mejor dicho la vida o la muerte. En nuestra sociedad, a pesar de los adelantos de la ingeniería genética, esos temas continúan siendo parte de los misterios a los que nos enfrentamos los seres humanos. Los discursos socialmente legitimados para hablar de la vida y de la muerte son la religión cristiana, especialmente la Iglesia Católica; y la ciencia, especialmente la medicina. Es por ello que cuando se pretende realizar un debate sobre el aborto, se invita a representantes de estos sectores para que den su opinión.

Mucho más que la interrupción de un embarazo

Desde el campo médico, las referencias al aborto aparecen generalmente en relación a la morbimortalidad, o en discursos que ponen de manifiesto la percepción fragmentada del cuerpo. Esta fragmentación también constituye una negación de la mujer sujeto. Abundan los discursos sobre al útero, el aborto es entonces un útero que se vacía. Las referencias al útero sustituyen metonímicamente a "cuerpo femenino": es la parte (útero) por el todo, que es el cuerpo de mujer. Existe una segunda metonimia por la cual "cuerpo de mujer" es la parte del todo "mujer", sujeto social3. Si miramos la cadena al revés, se lee "mujer" (sujeto social) que se reduce a "cuerpo" que se reduce a "útero", lo social se reduce a lo natural, lo activo a lo pasivo. El discurso médico enfatiza la idea de la mujer-madre, transformándola en mujer-continente de ser-por-nacer. Aparece cierta dificultad en posicionarse frente a una persona. El aborto se refiere a una mujer que interrumpe su gravidez y no un útero vaciado. Sin embargo, paradojalmente la mujer –sujeto social- se reduce a un útero y el feto se convierte en sujeto social, desempeñando un papel protagónico en relación al tema. Prueba de ello es la manera en que las imágenes asociadas al aborto son más frecuentemente un feto con aspecto de bebé quedando fuera la mujer, el sujeto social, la persona queda invisibilizada, no existe.

En el discurso de la Iglesia Católica la mujer continúa apareciendo como la portadora de la moralidad, lo cual implica una mujer que aún no ha adquirido el estatuto de sujeto que pueda ejercer su sexualidad con autonomía y responsabilidad. Para la Iglesia Católica la unión sexual tiene como finalidad la procreación. La decisión de abortar está indicando que hubo una práctica de la sexualidad como respuesta al libre ejercio del placer y del deseo, lo cual es condenado por la Iglesia; pero además está demostrando que las mujeres también son –al menos potencialmente- sujetos de deseo y decisión. Esto subvierte el lugar asignado a las mujeres, y por ende al orden social. Como argumenta Ma. Alicia Gutiérrez "la objeción de la Iglesia Católica al aborto parece más centrado en cercenar la autonomía de las mujeres que en el cuidado del feto (porque si los embriones fueran con certeza vida humana, cuando se producen abortos naturales, el feto sería bautizado, práctica que no se realiza). Lo que aparece cuestionado y cercenado es la capacidad de las mujeres en tanto sujetos adultos capaces de tomar desiciones libres y autónomas"4.

El aborto es mucho más que la interrupción voluntaria de un embarazo, pone en cuestión relaciones jerárquicas, el orden social, las relaciones de género. Es necesario poner en debate sus múltiples connotaciones para poder abordarlo seriamente.

* Antropóloga; Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

July Cháneton y Alejandra Oberti, Cuando digo aborto...., En AEPA, CEDES, CENEP Avances en la investigación social en salud reproductiva y sexualidad. Buenos Aires, 1998.

2 El embarazo de una menor de edad, soletera es considerado una deshonra familiar

3 Este abordaje sobre el aborto está desarrollado en July Cháneton y Alejandra Oberti, Cuando digo aborto...., En AEPA, CEDES, CENEP Avances en la investigación social en salud reproductiva y sexualidad. Buenos Aires, 1998.

4 Ma. Alicia Gutiérrez, "Parirás con dolor": aborto, derechos sexuales y reproductivos en la cosmovisión eclesiástica. En: Foro por los Derechos Reproductivos, Nuestros Cuerpos, nuestras vidas: propuestas para la promoción de los derechos sexuales y reproductivos. Buenos Aires, 1997.

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